- Regresa Gabriel Arellano
- Y en el PRI, ¿quién?
- Desmienten a Efraín Castillo sus propios ciudadanos
Aunque digan que la caballada no está cargada, es evidente que en el panismo se sabe por quién hay que votar, es decir, quién es el bueno para la dirigencia nacional de su partido, pues lo han demostrado de forma presencial en las diferentes visitas que se hacen al comité estatal por parte de los candidatos.
Cuando vino el senador Gustavo Madero, una buena cantidad de panistas se dieron cita en la conferencia de prensa para saludarle de mano y externarle su apoyo; situación que no fue nada parecida con los demás candidatos.
Con Francisco Ramírez Acuña, todavía fueron algunos los que se apersonaron y hasta desayunaron; pero en esta tercera reunión, con Cecilia Romero, hasta la dejaron que casi se fuera sola; sólo la acompañó el diputado Jaime Gallo, pero ni Jesús Martínez, mucho menos Rubén Camarillo, estuvieron presentes, totalmente desairado y como esperando a que regrese su caudillo, el relacionado con la revolución.
Una de las tantas resoluciones pendientes en la política local se dio a conocer hoy al medio día, Gabriel Arellano para líder de la bancada de los diputados del PRI. La primera pregunta fue qué va a pasar con las presuntas irregularidades pendientes que están todavía en análisis y que corresponden a la gestión de Arellano Espinosa. Aunque los priístas quieran disfrazar los hechos, esto es efectivamente como dicen ellos, una designación para cumplir los compromisos políticos que adquirieron y a la vez se olvidan de esa figura de pulcritud que les hubiera gustado mostrar.
Y lo peor, es que parece que será desde el seno de su partido desde donde empiecen a golpear, o sigan golpeando a Arellano Espinosa.
Dentro del PRI hay quien asegura que la decisión de Arellano fue precipitada, pues le va a tocar cargar con varios costos políticos, como la aprobación de las cuentas del segundo semestre de 2010 del gobierno del estado; la creación, en leyes, de un número aún no determinado de nuevas secretarías para el gobierno de Carlos Lozano, además de problemas legales heredados por la actual legislatura, como la renovación del Instituto de Transparencia.
Aunque viendo el lado positivo, Arellano también tendrá bajo su manga la aprobación de las cuentas públicas del ayuntamiento capital, sí, las de Adrián Ventura y ahí se verá si Arellano va a dejar pasar por alto todos los deslindes de Ventura o buscará algún ajuste de cuentas con el sobrino de Héctor Hugo Olivares… Así es la política.
Y entre tanta confusión se ha olvidado que el PRI ya tiene que empezar a preparar el relevo en la dirigencia estatal. ¿Quién la controlará? ¿La designación de Arellano formará parte de las negociaciones para dejarle a Lozano la presidencia del partido? ¿Lorena Martínez se quedará cruzada de brazos para no empujar a su gente a esta posición, dominada por ella en los últimos dos periodos?
Mientras en el PAN, aunque les piquen ni se mueven. Ya hay quien está empujando a los panistas hechos menos para que empiecen a conformar un grupo crítico que equilibre la situación dentro del blanquiazul. La corriente podría estar encabezada por tres Jaimes, aseguran: Gallo, Pérez y del Conde que pugnarían por desmembrar a los grupos que se han adueñado de ese partido: los de Rubén Camarillo, Arturo González, Jesús Martínez y Martín Orozco.
El segundo de los Jaimes, Pérez, ya dio una muestra de inconformidad al decir que aprobaba las cuentas públicas del gobierno estatal porque no le tocó nada para él ni para su grupo de las migajas que se disputan en la burocracia partidista…
Habitantes de San Pancho desmienten al presidente municipal, Efraín Castillo, en cuanto a que su obra pública va "al corriente". Resulta que la inaugurada a inicios de año en la calle Justicia no tiene prácticamente ningún avance, pero sí ha provocado al menos siete accidentes de gravedad. Ese drenaje profundo, se quejan, lo único que les ha traído son incomodidades, pues además del polvo por la excavaciones, otros materiales llevan cuando menos 15 días en abandono y al bloquear la entrada a esa cabecera hace que los conductores tengan que atinarle a la desviación que les toca para llegar a donde se dirigen.