Las segundas partes…
Mandó Reynoso francotirador… pero de fotos
Hay que abusar hasta en lo más mínimo
En el cine existe la máxima de que las segundas partes nunca son buenas. Esto podría aplicar para el segundo arranque de campaña de Acción Nacional, ayer por la tarde. Pese a que la organización fue impecable: un escenario montado con grandes pantallas, un sonido como para un concierto, una asistencia respetable con acarreados muy bien uniformados, con su cachucha, playera, agua embotellada con el logotipo del PAN y su respectivo banderín, -una especie de cajita feliz-, un animador que logró conectar con la gente, consignas bien ensayadas, en el fondo el evento fue más bien gris.
Sin bien es cierto que no es fácil pararse frente a casi 6 mil personas, existen mecanismos para contrarrestar los efectos de los nervios y el pánico escénico, y eso es preparando un discurso con antelación. Pareciera que el equipo de Orozco ocupó los últimos días en festejar la resolución del Tribunal Electoral y no en preparar un mensaje con sustancia digno de un candidato a la gubernatura.
Entre los resbalones que dio el panista se pueden contar el uso de frases más bien atribuibles al PRI, “a ellos también les llegará el progreso”, “un gobierno que no compita con los empresarios”. Una conjugación del verbo morir que causó la risa de aquellos que estaban atentos, entre ellos algunos presentes en el templete de honor, además extrañas referencias sobre el tiempo en el que hará las cosas, “saben que trabajaré con honestidad, saben que trabajaré de la noche a la mañana”.
Orozco atinó a lanzar un mensaje entre líneas sobre el uso de drogas. Así, comenzó un pasaje de su intervención asegurando que combatiría el crimen organizado y el narcotráfico, pero que para erradicar el problema de las drogas había que comenzar desde dentro de las casas. En su mensaje dijo que las familias desestructuradas y con problemas de drogadicción eran la base del problema.
En la azotea del palacio de gobierno se dejó ver un personaje singular. Como un niño que juega a esconderse detrás de sus propias manos simulando que nadie lo ve, estaba un fotógrafo encaramado un fotógrafo a la azotea del edificio. ¿Retratando qué? ¿sería un vigilante de gobierno del estado preocupado por el éxito de los orozquistas en el evento?
Otro resbalón pegó el dirigente nacional del PAN, César Nava, cuando dijo que el PRI no tiene candidato. Justificó su postura diciendo que Carlos Lozano “nunca ha ganado nada” para afirmar que no es candidato, mientras que Martín Orozco sí ha ganado contiendas electorales.
A las seis y media de la tarde esperaban los acarreados su camión de vuelta. En medio del gentío, niños con sed y personas mayores aguantaban la llegada de su transporte. María (sólo por ponerle un nombre genérico, pues es de aquellas personas que poco importa cómo se llamen, total son un voto más), una señora de ochenta años, esperaba un camión que la llevara de vuelta a su casa en Rincón de Romos. Contaba que ni una botella de agua (de esas que decían PAN) le habían dado por venir a la capital a echarle porras al partido.
Por cuarta vez, el presidente del CEN panista, César Nava, vino a Aguascalientes a pararse en terrenos de Luis Armando Reynoso, quien le ha pedido que “me llame, si tiene algo que decirme”.
¿A qué se deberá a seguridad de Reynoso? Es tanta, que poco le importa ya no mencionar a Nava como “mi amigo”, ni salir a los eventos con corbatas color rojo brillante que no van con el resto de su atuendo; esta actitud podría estar fundada en el fondo de las declaraciones que “fuentes” de la dirigencia nacional del PAN dieron ayer a La Jornada México, como le dicen aquí, donde admiten que dan la gubernatura de Aguascalientes por perdida debido a la división que hay en el partido.
El PRI no ha dejado la tradición. Ni la familiar, ni la política. Resulta que un joven estudiante de derecho de la Universidad Autónoma, de apellido Palomino y nombre Benito, circula de común en un vehículo del ayuntamiento de Aguascalientes, que actualmente detenta el tricolor, al que su familia ha pertenecido por generaciones. El problema es que, al parecer, el joven no tiene cargo alguno en esa administración.