Los que me conocen saben muy bien de mi pasión por el rock progresivo, y especialmente, de mi fervor y devoción casi religiosa por el grupo Le Orme, una de las expresiones más solventes del rock progresivo, no solamente italiano, en general, y posiblemente se debe al hecho de que fue, si no me traiciona la memoria, el primer grupo declaradamente progresivo que recuerdo haber escuchado, es decir, ya conocía a Pink Floyd en aquella adolescencia, a mis 15, tal vez 16 años, allá por los lejanos 1978 o 1979, pero no los identificaba como un grupo de rock progresivo, como sabemos Pink Floyd pasó por muchas etapas, un grupo abiertamente psicodélico en sus primeros discos, especialmente los dos primeros, The Piper at the Gates of Down y Saucerful of Secrets, una etapa experimental, de búsqueda, y posteriormente su propuesta más creativa en donde se involucran con el manjar auditivo que es el rock progresivo.
Recuerdo con claridad la primera ocasión que tuve un disco de Le Orme en mis manos, era el disco Uomo di pezza de 1972 y cuarto en su generosa discografía. Estaba en la casa de mi buen amigo Alejandro Arenas, indiscutiblemente, mi gurú musical con quien conocí música que ni idea tenía que existía, y si bien es cierto que en mi casa con mis papás aprendí a amar la música clásica y The Beatles, con Alejandro conocí el rock progresivo. Por alguna razón que no entiendo, él siempre estaba al día en música, y eran tiempos en que esto era prácticamente imposible, no existía internet y las descargas de música de la red era algo que ni a los supersónicos se les habría ocurrido, teníamos que ir a comprar discos a El Golpe, en Rivero y Gutiérrez o a Discos Yes en Avenida Madero, o bien, encargar ese preciado disco a alguien que fuera a Estados Unidos, incluso Europa, con lo costoso que esto representaba. Pero esto no era impedimento para Alejandro, así que una tarde, en su casa, puso ese disco entre mis manos después de escucharme necear que She’s so cold del disco Emotional Rescue era la mejor canción de los Rolling Stones, recuerdo que me dijo: “escucha esto”, puso el acetato en el tornamesa y colocó suavemente la aguja sobre los surcos del disco, yo ni idea tenía de lo que me esperaba, era la canción Una dolcezza nuova, el órgano intenso y virtuoso de Tony Pagliuca, una batería que representa una sólida base rítmica a cargo de Michi Dei Rossi, y después el piano, tocado con una profundidad que estremece y, finalmente la voz de Aldo Tagliapietra cantando verdadera poesía: “Tomo tu mirada y la sostengo en las manos, hay en tus ojos un antiguo temor. Sueños de cenizas arden ahora en ti, cuando el miedo se disuelve, crees en mí. Una luz que te deslumbra, la pureza en el espejo, y tú te acercas a mí. El cielo llora sobre la ventana, la tormenta está en tu corazón, y tú tiemblas junto a mí. Tomo tu mirada y la sostengo en mis manos. Hay una nueva dulzura en tus ojos, nueva para ti”.
Después de escuchar ese disco se había abierto para mí una enorme puerta que me permitió conocer un mundo de inagotable riqueza en el rock. De hecho, puedo decir que son dos los momentos más significativos en mi vida en cuanto a mi experiencia en el rock, este que te cuento fue uno, el otro es cuando, también acompañado por Alejandro Arenas fui al cine Dorado 70, ¿lo recuerdas?, a ver la película Quadrophenia con música de The Who, uno de los discos conceptuales más impresionantes e influyentes en el rock.
Escuché embelesado el disco completo de Uomo di pezza y sin oponer resistencia me convertí en un apasionado e incondicional seguidor de Le Orme, todavía había un universo que conocer, pero ya había dado el primer paso.
Así, poco a poco fui consiguiendo todos los discos de Le Orme, por lo pronto, mientras completaba mi discografía, Alejandro me grababa casetes, ¿recuerdas los casetes?, creo que todavía conservo por ahí algunos. Más tarde, me di a la tarea de renovar mis archivos musicales ahora en el nuevo formato, nuevo a principios de los 80, los discos compactos, o CD’s y de esa manera conservo mi acervo musical.
Cuando vino Le Orme a Aguascalientes en el Festival de las Calaveras, el jueves 1 de noviembre de 2018 por supuesto que asistí y tuve la oportunidad de entrevistar de manera exclusiva a Michi Dei Rossi, el único miembro original del grupo, el tecladista era Michele Bonn, excelente músico, aunque claro, no es Tony Pagliuca, y ciertamente me sentí decepcionado de que Aldo Tagliapietra ya no estuviera en la formación, vino otro bajista y cantante de un nivel exageradamente menor, pero bueno, pude ver a Le Orme en concierto en mi ciudad. Como sabemos, los italianos de Marghera, perteneciente al municipio de Venecia, han tocado en nuestro país varias veces, pero nunca con el gran tecladista Tony Pagliuca, a quien yo considero uno de los más grandes pianistas del rock, y posiblemente, junto a Keith Emerson de Emerson, Lake & Palmer, y a Jon Lord de Deep Purple, el mejor ejecutante de órgano hammond, pues ahora corre el rumor, hasta este momento no es más que eso, un rumor, de que en julio se presenta en la Ciudad de México el virtuoso de los teclados Tony Pagliuca que junto a Aldo Tagliapietra y Michi Dei Rossi, dieron vida a una de las expresiones musicales más solventes, sensibles y altamente virtuosas en el rock, de ser esto cierto, hay que preparar un viaje a la capital del país.