La semana pasada el alcalde Gabriel Arellano recibió la última encuesta de aprobación ciudadana. Pero no fue la evaluación de su gobierno el dato que más le sorprendió, sino la valoración ciudadana respecto a sus aspiraciones políticas: ser el próximo gobernador de Aguascalientes.
Por primera vez, desde que es alcalde, Gabriel alcanzó el empate técnico con el ex alcalde Martín Orozco, en el escenario hipotético de competir, ambos, por la gubernatura del estado el próximo año, representando, de manera respectiva, al PRIcolor y al PAN.
En la interna del PRI, Gabriel ha crecido su ventaja sobre su más cercano competidor, el senador Carlos Lozano de la Torre, y también sobre la tercera en discordia, la diputada federal Lorena Martínez, que tiene a su favor ser la menos rechazada en las mediciones.
En pleno ascenso, y con el presupuesto del municipio a su disposición, tendría que pasar algo extraordinario para sacarlo de la contienda. Y ese algo extraordinario pudiera estarse gestando en estos momentos, en la presidencia municipal, con nombre y apellido: Joel Castañeda.
Arellano ha ido reuniendo pruebas de los malos manejos de Castañeda al frente de la administración del municipio. Con los primeros informes sobre su escritorio, decidió la remoción de Joel, quien se regresó a su lugar original en el Ayuntamiento, pese a que aun no se haya presentado a ninguna sesión de cabildo. Pero la información ha seguido cayendo, y lo peor de todo, es que ya está en manos de sus enemigos internos, de los externos, y de algunos medios de comunicación. Una bomba de tiempo que le reservan a Gabriel para dos momentos: unos días antes del 5 de julio, o bien, unas semanas antes de su segundo informe de gobierno. La intención: sacarlo de la carrera por la gubernatura.
Y el dilema de Gabriel Arellano es el siguiente: encabezar las acusaciones contra Castañeda, una vez pasado el 5 de julio, y deslindarse radicalmente de su ex secretario de administración, o negociar con él. El problema, es que el asunto no se zanjaría hablando con él, pues el enemigo de GAE, en realidad, es un monstruo de mil cabezas, por los intereses que afectaría su candidatura. Y el problema de denunciarlo públicamente sería que, Castañeda, en su bravuconería, ha amenazado con involucrar al hermano de Arellano, y a otros más, en el escándalo. “Si me hunden, nos hundimos todos”, habría dicho a sus más cercanos.
Un dilema similar al que enfrentó López Obrador frente al problema de los videoescándalos. Gabriel puede enfrentarlo como un político tradicional, y negociar, casi con la seguridad de que tiene que poner la gubernatura en la mesa para que sus adversarios internos lo respeten y lo defiendan de la embestida panista. O puede enfrentarlas con el perfil de honestidad y originalidad que ha ido creando en su trayectoria: caiga quien caiga y tope donde tope. Veremos en qué termina el asunto.
Y desde el revitalizado “war room” de David Hernández Vallín llegan noticias a La Purísima, en donde se encuentran muy contentos por la campaña que está haciendo … Alfredo Reyes!
Pues según dicen, el viernes por la mañana se la pasó en un centro comercial, haciendo el mandado. Lo que le faltó comprar fue carne, según parece, porque testigos dicen que pasó cuando menos 4 horas, ese mismo día, en el reconocido restaurante argentino “La Garufa”. Mientras el mosco descansa, la aplanadora priísta, encabezada por el alcalde Gabriel Arellano, arropa con todo al ejidatario de Ojocaliente.
Tanta es la prioridad del distrito 2 para el PRIcolor que hasta Enrique Rangel, miembro distinguido de los Lozano Boys, lo acompañó ayer en un recorrido por estos rumbos, en el tianguis que se instala regularmente aquí, en La Purísima, y en donde anduvieron “de rol” los candidatos priyistas …
P.D. ¿Se sabrá Alfredo Reyes la fábula de la liebre y la tortuga?