Las notas pagadas en prensa por los candidatos para difundir su imagen ganadora son una muestra de la ruindad con que estos políticos piensan. No basta con la compra de espacios publicitarios, contaminar el espacio público con imágenes trucadas que los hacen parecer más jóvenes, más audaces, más inteligentes, además hacen publicar comunicados de prensa laudatorios disfrazándolos de notas periodísticas. Abrir el periódico en tiempos electorales es un constante recordatorio de la forma en que menosprecian la inteligencia de los electores, todos, en este asunto no hay inocentes. Es un círculo vicioso que denota la incapacidad (o desinterés) de los medios por cumplir su función social y la estulticia de quienes elaboran las campañas políticas.
En el caso de los medios es inútil reprochar la venta del espacio, no se puede dejar a un lado que son un negocio, que dependen de esos ingresos para subsistir, lo que se puede amonestar como lector es el cambio de liebre por gato, que en esa comercialización se presente la propaganda de forma tal que parezca un texto periodístico, que no se distinga esa nota de las que realmente elaboran los reporteros. No basta con omitir el autor o presentar como responsable a una anónima “redacción”, no basta con aludir a la inteligencia del lector para que descubra la filiación de ese texto y desligue ese contenido de la línea editorial. Mientras no se distingan claramente los contenidos realizados por los reporteros a las inserciones pagadas, el medio estará abusando de su lector, engañándolo por omisión.
Es una práctica deshonesta que sostienen los partidos políticos porque les gusta creer que presentar así la información los desliga del compromiso que tienen con el ciudadano. Lo seguirán haciendo mientras lo importante siga siendo parecer, no proponer. Debido a esa complicidad es que cuando se realiza un debate, además de los espacios publicitarios, es posible que convivan en el mismo medio notas que designan como ganador a diferentes candidatos.
Producto de esa artimaña es que los lectores encuentran conviviendo sin pudor notas que establecen como ganador del debate tanto a Martín Orozco como a Carlos Lozano, cuando el verdadero ganador de ese encuentro fue la estulticia, no importa que se presente al panista como quien hizo las propuestas más interesantes o el mago que reactivará la economía, tampoco que se califique al priísta como indiscutible vencedor o audaz torero de las discusiones bizantinas, ambos desaprovecharon la oportunidad de establecer los cómos de sus propuestas, que hasta el momento siguen siendo generalidades, promesas de bienestar.
Por más inserciones que paguen, los candidatos seguirán evidenciando el lugar que otorgan a la ciudadanía a preguntas directas sobre las propuestas responden con el texto de cajón preparado por su equipo de campaña, en el mejor de los casos, porque usualmente caen en el lugar común, en el discurso enredoso que no se compromete.
Dos notas de Reyna Mora, reportera de La Jornada Aguascalientes, bastan como ejemplo, ante el cuestionamiento de quiénes integrarían su gabinete, los suspirante priístas a la gubernatura y a la alcaldía prefirieron salirse por la tangente, Carlos Lozano se negó a dar nombres arguyendo la obviedad de que la conformación de equipo de trabajo “es un tema de perfiles. Siempre he dicho que ni cuates, ni cuotas” y para quedar bien aseguró que “los puestos serán para aguascalentenses, pues considero que en la entidad hay los talentos necesarios para ocupar los cargos”, en la misma línea, Lorena Martínez arguyó que no hay nada para nadie todavía y que su gabinete surgiría de “un proceso de selección con las universidades y organizaciones de la sociedad civil a fin de hacer propuestas para áreas muy específicas, y poder seleccionar a perfiles acordes a las necesidades del cargo y de las necesidades a resolver”.
Los priístas acudieron a la fórmula de que no son los tiempos, así sucede elección tras elección, con los candidatos de todos los partidos, se cobijan en unos tiempos que sólo ellos conocen y por tanto manipulables. Ninguno se atreve a hacer públicas las decisiones que afectarán su posible paso por la silla de gobierno, prefieren esgrimir la retahíla de que no son los tiempos. Sería ingenuo creer que no están ya designados los nombres de quienes los acompañarán en la responsabilidad de gobernar (en caso de que ganen), pero están acostumbrados a la mentira, al encubrimiento, total, ya habrá tiempo de pagar una inserción que destaque lo acertado de su decisión, una nota mal redactada en que se ensalcen las cualidades de los hombres y mujeres del equipo ganador. Todo se resuelve con el poder de la firma, ese contrato vicioso que los medios obvian y del que los lectores somos simples espectadores.
Coda que insiste en el tema. Ya pasó el debate, ya tuvieron tiempo, ¿alguno de los candidatos realizó propuestas acerca de lo que hará en materia de cultura? Mientras tanto, se multiplican los “artistas” e “intelectuales” que en el afán de ser tomados en cuenta se desgarran las vestiduras por el deteriorado estado de las instituciones culturales; por puro ejercicio lúdico habrá que apuntar sus nombres, contabilizar sus articulitos, las participaciones en mesas redondas piteras con fondo de concurso infantil de pintura y tabla gimnástica, para el día de mañana recordarles el interés mostrado, mismo que se desvanecerá una vez que no les toque hueso alguno.