8M o Natalicio de Benito Juárez | Trabalenguas jurídico y político por Óscar Rodrigo Castañeda Martínez  - LJA Aguascalientes
21/11/2024

A quién no le suena esa frase “el respeto al derecho ajeno es la paz”, obvio, es atribuida a Benito Juárez, también conocido como el “Benemérito de las Américas”, o el que mandó fusilar a Maximiliano de Habsburgo, al lado de los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, en el Cerro de las Campanas, Querétaro. 

La otra historia de México, esa que casi no se cuenta en los libros de texto gratuitos sobre Benito Juárez, nos dice que no era tan respetuoso del derecho ajeno, ni estaba tan a favor de la paz, de hecho era un apasionado de las tierras -ajenas- lo que quedó al descubierto en la matanza de Bácum, Sonora. 

Esta matanza ocurrió en febrero de 1968, ordenada, dirigida y comandada por el Benito Juárez, siendo la causa de ese trágico suceso, la petición realizada por Ignacio Gómez del Campo, para colonizar veinticinco áreas para la cría de ganado en las costas de los territorios de las etnias Yaqui y Mayo, autorización que obtuviera al amparo de las Leyes de Reforma, con lo cual se despojó a miles de indígenas de sus tierras, quienes pese a su resistencia, fueron acorralados por las fuerzas de Juárez al interior de la iglesia del pueblo de Bácum, la cual fue atacada con fusiles e incendiada, sin importar las casi seiscientas personas que se encontraban en su interior, propiciando, así, una muerte desastrosa.  

Hoy en día existen monumentos, teatros, instituciones educativas, billetes, avenidas, calles, etc., que llevan el nombre del polémico Benito Juárez, de quien únicamente se recuerda su natalicio, no por su grandeza, sino por el día de asueto del que gozan la mayoría de los mexicanos, además de ser el punto de reunión -por lo menos aquí en Aguascalientes- para festejar uno que otro triunfo de la selección mexicana de futbol.

Sin embargo, este mes de marzo, también se conmemora a las mujeres, a esas mujeres que lamentablemente perdieron la vida en la iglesia de Bácum, Sonora; a esas mujeres que día a día buscan desesperadamente a sus hijas o hijos desaparecidos; a esas mujeres que no son invitadas a los eventos de mujeres empresarias para conmemorar una lucha que aún no termina. 

Es triste que para las mujeres, existe un repudio social por sus manifestaciones, pintas, grafitis; y un silencio ensordecedor de las autoridades desconociendo su lucha, pero eso sí, al “Benemérito de la Américas” hasta le montan una guardia y de paso le colocan ofrendas florales, es ahí cuando nos damos cuenta que no existe piso parejo entre una conmemoración y otra. 

El “Benemérito” citaba otra frase que decía lo siguiente: “a los amigos justicia y gracia, a los enemigos justicia a secas”. Vaya que en México las autoridades se tomaron muy enserio esa frasecita, por cierto, nada compatible con la del respeto al derecho ajeno. 

Resulta que hace algunos años, la entonces Procuraduría General de la República (PGR), detuvo a tres mujeres indígenas -Jacinta Francisco Marcial, Alberta Alcántara Jaun y Teresa González Cornelio- acusadas del delito de secuestro en agravio de seis agentes de la extinta Policía Federal Preventiva, ¡háganme ustedes el recabrón favor!, empero, años más tarde la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ordenó su libertad por insuficiencia de pruebas, en tanto que la PGR, minimizó el problema con el famoso “ustedes disculpen”. 

El asunto es que Jacinta Francisco Marcial, Alberta Alcántara Jaun y Teresa González Cornelio, no son conmemoradas, no tienen monumento, no hay avenidas que lleven sus nombres, simplemente no hay nada, valdría la pena que las autoridades reflexionaran una vez más, no sólo por ellas, por todas las mujeres que no piden ser conmemoradas, que piden ser respetadas, escuchadas y seguras de que cada unas de sus peticiones son atendidas, de lo contrario la conmemoración quedará en un evento más para la toma de fotografías. 


“Las autoridades conmemoran, las mujeres luchan, no olvidan, 

la indiferencia ante su lucha es sinónimo de violencia, 

la ley es de ellas y no de quien decide que es de ellas”

Óscar Rodrigo Castañeda Martinez  

[email protected]


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