Navidad: ¿bienestar o asistencialismo? - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Cuando comienza este olor a ponche y tamales —algunos otros dijeran a pavo y sidra, según las costumbres— también comienza este espíritu ayudador que busca determinadamente hacer feliz a alguien que lo necesita. Todos necesitamos ser felices, unos haciendo el bien y otros recibiéndolo.
Diciembre la época del frío, se convierte pues en la época del calor humano. Como ya dije, todo mundo quiere dar. Pero mi pregunta es entonces ¿Toda dación es buena? Y más allá, ¿Es necesaria? En realidad no. Y es cierto. Mire, en la mañana estaba escuchando a la esposa del nuevo gobernador Blanca Rivera, y me pareció inteligente su propuesta navideña. En primera se llama Blanca Navidad, aduciendo a su nombre con lo cual —según los mercadólogos— hay un 66.66% de probabilidades de recordación de la campaña y en este caso de su nombre y puesto dentro del aparato gubernamental. El proyecto consiste, en comprar a buenos precios, buenos juguetes, para venderlos a precios accesibles sobre todo para la población más pobre del estado. Esta propuesta me parece más aceptable que simplemente organizar posadas por parte del gobierno, regalando bolos de dulces muy corrientes para abaratar los costos, y juguetes de pésima calidad que a los niños ni les gustan ni les sirven. Esa es una buena idea, así que confiemos.
Por otro lado, estas fechas se prestan al “ayudantismo” masivo, porque todo mundo quiere hacer algo por los demás. Así, varias instituciones educativas de diversos niveles realizan proyectos sobre repartir juguetes, hacer posadas para niños y un largo etcétera. Hace unos días me encontré a un buen amigo, quien junto con su institución educativa de carácter tecnológica realiza una especie de juguetón para niños pobres, al cuestionarle las comunidades a las que iría al reparto, resulta que algunas de ellas eran las mismas a donde algunos padres de familia del colegio de mis hijos también irían. Este “amontonamiento” de la ayuda, corre el riesgo definitivo de querer hacer un bien, pero provocar un mal. Como ello, muchos apoyos de gobierno y de organismos sociales, buscan dirimir una necesidad, pero la acrecientan enraizando un paternalismo disfrazado de asistencialismo legítimo. Los pobres que reciben las ayudas, se han acostumbrado a recibirlas sin el mínimo esfuerzo.
Si “el chiste” es ayudar, debemos conscientemente saber que la ayuda es un proceso sistémico y no solamente una buena intención. Así por ejemplo, si nuestra idea es regalar un juguete a un niño, ya hay algunas estrategias sociales probadas sobre su transparencia, honestidad, impacto y proyección en el largo plazo. De nada sirve regalar un donativo y gastarse miles de pesos, para desvivirse en juegos y comida a unos niños que no has visto y no volverás a ver. Lo deseable es apoyar causas que tengan cimientos sólidos, proyectos reconocidos y sobre todo, la firme intención de buscar la superación de aquellos a quienes se quiere ayudar, ya sean niños, madres jefas de familia o ancianos. De otro modo, nuestra ayuda se convertirá en un gramo más de la lapidación de las habilidades y la sincera búsqueda de los pobres por buscar su propio desarrollo.
La época navideña, también nos recuerda los valores que vive nuestra sociedad. Es muy cierto eso de que el hombre no vive solo de pan porque el espíritu en navidad increíblemente se renueva con nuestras acciones. No es el tamaño del regalo, ni del abrazo, sino el acto generoso en sí mismo. Por eso es que insisto en que ese acto, vaya correctamente dirigido a un buen fin. Una vez un amigo me reclamaba el por qué no me gustaba darle dinero a los que se encuentran en los cruceros limpiando vidrios o pidiendo así nada más, me decía al fin tú haces el bien y ya esa persona sabrá lo que hace con lo que le das, tú ya cumpliste. Esa es una visión corta de la generosidad. Y lo es porque si el fin es hacer el bien, y con ese dinero que diste esa persona —el caso de los cruceros— se lo gasta en drogas o lo pierde en apuestas, pues en lugar de hacerle un bien, le has provocado un mal mayor. Para hacer el bien, hacerlo bien. Es mejor buscar una asociación que se dedique a atender a los niños de la calle y darle un donativo no una vez, sino periódicamente.
El espíritu navideño no puedo seguir siendo un pretexto para dar lo que sobra o por un rato, si queremos ayudar, debemos comprender que la ayuda va más allá del asistencialismo o el encantamiento emocional que por lo general es pasajero. Ayudar es tanta ciencia como la física o el derecho, por ello, hay que sentar bases para hacerlo bien.
Mi deseo estas fiestas es que usted pueda ayudar ayudándose, pero bien. ¡Feliz Navidad!
 

Escríbame: [email protected]


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