En México tenemos la fortuna de tener como lengua materna el español, que tiene sus orígenes en el castellano. Lengua romántica cuyo umbral data del latín de las calles y goza de ser el más hablado en el mundo como primer idioma, después del chino mandarín. Es también uno de los idiomas oficiales por la ONU, sin embargo estamos siendo testigos de modificaciones drásticas al lenguaje.
Si bien es cierto que las tecnologías de información (TI) avanzan y evolucionan a pasos agigantados, también nos ofrecen la oportunidad de interactuar de forma instantánea, comúnmente relacionando imágenes con frases cortas que nosotros mismos publicamos y que normalmente están mal escritas.
He aquí el punto nodal del presente artículo, pues dicha celeridad evolutiva en las TI (Redes Sociales, mensajes SMS, mensajes MMS) o Gatgets (teléfonos celulares de tercera generación con conexión a internet, ipad, consolas de video juegos, mini laptops, etc.) están provocando un tormentoso trastorno a nuestro lenguaje.
Entrar a los “escritorios de facebook” es como presenciar un coliseo de palabras, encontrando una raquítica idea de reglas gramaticales. La mutilación de las palabras es evidente y su mutación acústica también. Se pueden encontrar “artísticas” maneras de usar el abecedario para formar palabras y frases. Por ejemplo; para decir –¿te gustaría platicar? en este nuevo lenguaje se escribiría –t wustaria platkr?
Podría parecer sencillo descifrar esta especie de jeroglíficos en una pequeña oración de tres palabras pero cuando te encuentras con frases como:
Stoy en csta sprando q iegn x mi vms a la fsta de my bb, io stoy Knsada pro cguimos to2 jntos. Graxs a to2 x acptarm kmo soe. Ns vms + trde.
Esta forma de escribir es usada comúnmente entre los jóvenes que gozan de una facilidad natural para utilizar estos medios de comunicación. Sin embargo es inevitable pensar cómo hubiera transcurrido la historia de las letras si grandes como Neruda se hubieran atrevido a escribir de esa manera.
Cuando Neruda escribió:
“…Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan azules los astros a lo lejos.”
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso…”
Dicen: Neruda no sólo escribía poesía, sino que vivía poéticamente. Un literato que lograba que cada palabra transmitiera perfectamente su significado, pero que tal si hubiera escrito:
“Pdo skribr los vrsos + trsts sta nche.
Scribir x ejm l nch sta stryad,
y tiritan azules los stros a lo lejs
l vnto de l nche gra n l cielo y knta.
Pdo skribr los vrsos + trsts sta nche.
Io l kise y avces eia tmb m kso.”
Si Flesch o el maestro Fernández Huerta aplicaran una prueba de legibilidad al texto anterior, seguramente Neruda estaría reprobado. Las pruebas de legibilidad son herramientas que nos ayudan a medir la facilidad de la lectura, su comprensión y su futura retención.
Ojalá que los creadores de estas monstruosas herramientas tecnológicas pudieran programar en su menú, un botón que midiera la legibilidad de un texto antes de ser publicado.
Entonces, ya que el lenguaje está íntimamente relacionado con el comportamiento humano y la conceptualización de su entorno social, podemos decir que estamos viviendo un proceso de transformación, ligado a la difusión inalámbrica de mensajes, que bien o mal escritos reflejan un vacío cultural en el idioma.