Oficialmente La Jornada Aguascalientes inició el primero de diciembre del 2008, para mí la aventura empezó dos meses antes, cuando materialmente lo único que había era una mesa, un teléfono y un par de sillas, pero la profunda emoción de un grupo de personas convencidas en el proyecto de una opción informativa alternativa a las existentes.
Recuerdo vívidamente la serie de entrevistas en las que participamos antes de ser finalmente contratados donde se nos cuestionó sobre el interés de ingresar en un nuevo diario, la respuesta coincidente, hacer un periodismo diferente.
A un año y medio de distancia, y a horas de la conclusión de mi participación en La Jornada Aguascalientes en razón del inicio de una nueva etapa en mi vida, me parece pertinente retomar ese ideal y reflexiono si en verdad hemos llegado a ser diferentes, una opción alternativa. La respuesta correcta no está en mí, sino en todos los que se toman la molestia de leernos, que detectan nuestros aciertos y fallas, que se sienten representados o agraviados, a ellos gracias.
Tradicionalmente en las despedidas se tiende a hacer listas de agradecimientos y enviar saludos a compañeros, jefes y toda clase de padrinos –para agradecer o caer bien-, tendencia que siendo sincera, no me agrada; y no es que no tenga a quien decirle gracias, hay muchos, pero a esas personas les agradeceré en su tiempo y de forma directa.
Sin embargo, a los lectores, a quienes se debe este diario, es a quienes agradezco en estas líneas, además pido un favor, no consentir la labor periodística mediocre, rutinaria y sin sentido. Exijan cada día un mejor periódico, participen, porque el círculo de la comunicación no existe sin ustedes, de poco vale un esfuerzo colectivo sin su apoyo, la censura empieza en cada uno, en el que conciente la ignorancia de lo que pasa, utilicen este espacio, hagan que La Jornada Aguascalientes cumpla con el lema que lo acompaña, “Porque alguien tiene que decirlo”.
Lectores, sólo con ustedes este diario puede ser mejor, hagan que quienes se quedan sean vehículo de los que no tienen voz, no de quienes ostentan el poder.