e cumplen 50 años de la muerte de José Vasconcelos, que quizá es uno de los intelectuales mexicanos que ha alcanzado la categoría de mito, mencionarlo hoy es evocar a un gran humanista, el cuál es utilizado para abanderar movimientos sociales, así como para exigir reformas educativas, que en este momento requieren de un cambio verdadero y sustantivo, en un país como el nuestro inmerso en la crisis y la mediocridad educativa y que no le interesa cambiar el esquema para bien de una sociedad que requiere de una revolución verdadera en la educación, desde la básica hasta la universitaria y defender la educación pública gratuita que parece perder terreno ante la falta de visión y embestida reaccionaria de un estado de derecha que recorta el presupuesto a la educación en general y en particular a la media superior y superior, dejando a un ejército de jóvenes, cerca de 9 millones, sin educación y sin trabajo y peor aún sin perspectivas a corto, mediano y largo plazo, ahí la importancia de dar un espacio a un gran fundador de la educación moderna, como Octavio Paz lo describió.
Más que un apostolado, José Vasconcelos llevó a cabo una cruzada educativa que tenía como misión llevar el saber a cada individuo, porque siempre creyó que un pueblo ignorante es presa fácil de las tiranías, su primera gran lucha fue contra el positivismo de los ideólogos porfiristas, proponía que los jóvenes de la Escuela Nacional Preparatoria debían recibir educación técnica-científica que era útil para un mercado ideológico científico, tecnológico y humanista y fabricar hombres unidimensionales en forma masiva y al igual como en la actualidad, que vemos diariamente con errores tras errores, los positivistas retiraban materias como la filosofía y la ética de los planes de estudios del bachillerato ¿paralelismos en la actualidad? obtenga usted sus conclusiones.
Cuando los tiempos se vuelven adversos, como el momento actual, suelen aparecer personas con pensamientos más críticos y mayor empatía hacia sus semejantes, por tal razón el llamado maestro de América lo seguimos considerando como el defensor de la educación integral o sea una educación académica donde: la ciencia, las artes, el humanismo y la filosofía coexistan en equilibrio y a partir de la toma de conciencia que el humanista Vasconcelos formulara el imperativo de guiar su vida y su obra: “no puede haber humanidad sin humanidades”.
En 1920 por mandato del presidente interino Adolfo de la Huerta, José Vasconcelos asume la dirección de la Universidad Nacional, inaugurando un capítulo que terminará por consolidarlo como un personaje que hace leyenda, porque apenas en un año como rector hizo mucho por esta gran Universidad, que la obra conjunta de muchos de sus sucesores apenas puede comparársele, ya que optó por levantar del suelo lo que los estragos de la revolución dejó, por medio del saber y la cultura, a un país apabullado por los enfrentamientos sociales de principios del pasado siglo.
El autor del Ulises Criollo decía: “En estos momentos yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje para el pueblo”, frase que a casi noventa años de ser pronunciada aún describe la misión primordial de la UNAM. Vasconcelos no fue un rector que llegó a buscar la paz y el sosiego en las aulas, ni a producir teorías que serían el abretesésamo del conocimiento, sino fue él quien hizo que los intelectuales de cada escuela y colegio salieran de su torre de marfil y usaran el conocimiento como una forma de asumir responsabilidades sociales para beneficio del pueblo y de los más necesitados, ¿nos dice algo esto?
Vasconcelos no sólo le dio a la UNAM un propósito, también le otorgó un escudo flanqueado por un cóndor a la izquierda y un águila a la derecha, exhibe al centro un mapa que abarca del Río Bravo a Cabo de Hornos, así de esta forma el filósofo oaxaqueño plasmó en una insignia la premisa que cuatro años más tarde popularizó en su libro La Raza Cósmica, es decir que en América Latina y en especial en México se está gestando un movimiento cultural que tarde o temprano unificará a la humanidad y de esta manera nacía la tradición humanista y universal, que lo que hoy es la UNAM, Octavio Paz explica el por qué “El tradicionalismo de Vasconcelos no se apoyaba en el pasado, se justificaba en el futuro”. El maestro de América mostró sus dotes de visionario al considerar a la UNAM en el motor del cambio social, un ideal que quedaría inmortalizado en la célebre frase de nuestra gran Universidad: “Por mi raza hablará el espíritu”.
Después de un notable desempeño como rector de la Universidad Nacional y secretario de Educación Pública, Vasconcelos se sintió listo para ocupar la silla presidencial, pues este cargo representaba una oportunidad única para impulsar las reformas que, según el intelectual, el país necesitaba para salir de su medianía, su candidatura fue bien recibida principalmente por los jóvenes y todo apuntaba a que él triunfaría, hasta que el día de las votaciones se registraron robos de urnas, asesinatos y muchas anomalías, la habían robado las elecciones, él era el ganador y tan seguro estaba que el pueblo lo defendería, que lo único que recibió fue la apatía de la gente. El ver que la posibilidad de cambio estaba tan cerca y que, como siempre, las fuerzas que detentan el poder y los intereses económicos se salían con la suya, provocó un profundo desencanto en el humanista, que no volvió a ser el mismo.
José Vasconcelos, al igual que Borges, se figuraba que el paraíso era una especie de biblioteca, cuando el Gral. Lázaro Cárdenas lo invita a regresar como director de la Biblioteca México, el acepta, para algunos fue un reconocimiento a uno de los intelectuales más fecundos del México moderno, murió de la misma manera que vivió, rodeado de una aura de leyenda, el mito dice, que su cuerpo fue encontrado reclinado sobre su escritorio, con la pluma en la mano y con los apuntes de su última obra frente a él: Letanía del Atardecer, parece que morir escribiendo un ensayo es una metáfora muy bella y nos invita a transitar el camino entre el ideal y la realidad, ojala nuestra humanidad y en especial nuestro país tuviera muchos Vasconcelos, nuestra realidad sería otra y la añoramos por la pesadilla en la que vivimos millones de mexicanos, luchemos por una Revolución Educativa y salgamos de nuestras torres de marfil, adoptemos la herencia vasconcelista para bien de este país inmerso no sólo en una crisis económica, sino social, educativa, cultural y sobre todo de valores que nos han heredados los dueños del poder político que buscan su beneficio personal a costa de la pobreza de un país como el nuestro, dejando ya de ser siervos de la nación.