Una constante del deporte universitario es el abuso de poder que ejercen los entrenadores con sus alumnos, hombres o mujeres. Igual que siempre, la autoridad alega que las protege, pero en la práctica el daño psicológico y emocional persiste
Valeria Arévalo, Luisa Castelazo, Diana Flores, Nicolle Gress, Francisco Munguía, Ángel Rodríguez y Rafael Rodríguez
Un grupo de integrantes y exintegrantes de Pumas Cheerleading, el equipo representativo de porras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), acusan al exentrenador Oswaldo Soto Sandoval de violencia emocional y psicológica. Para burlarse de su complexión física solía decirles “botes de Rotoplas”, en alusión a la marca de tinacos que se caracteriza por sus grandes dimensiones.
“Para entrar al equipo Oswaldo nos hizo firmar un papel que decía que no se hacía cargo de ningún daño físico, psicológico o emocional que pudiera causarnos y si no lo firmamos no podíamos ser parte. Un día regresando de las vacaciones de diciembre nos hizo correr 40 o 50 vueltas a la cancha. Cuando parábamos nos gritaba gordas, que habíamos tragado muchos tamales y que teníamos cuerpos de bote”.
“A raíz de todo esto tuve anemia, dejé de comer y comencé a hacer una comida al día. Yo empecé pesando 66 kilos y ahorita ya estoy por los 58. De hecho, me encontré a mi coach de acondicionamiento (físico) hace poco y me dijo: ‘Estás súper delgada, estás mal’. Mis papás me quieren llevar con un psiquiatra. Muchas de las que yo conozco tienen problemas alimenticios, porque se les exige llegar a un peso para subir de categoría”, dice Mayra, una porrista que estuvo dos años y medio en el equipo.
Las animadoras denunciaron formalmente al entrenador ante la dirección general del Deporte Universitario (DGDU) en mayo de 2023 y crearon el hashtag #FueraOswaldoDeLaUNAM en redes sociales como Twitter (ahora X) e Instagram donde publicaron testimonios anónimos en contra del entrenador. Soto fue destituido un mes después.
En entrevista con Proceso el director de Comunicación Social de la DGDU, David Vázquez, no quiso explicar los motivos por los cuales el entrenador ya no labora en la universidad ni tampoco compartió los resultados de la investigación que, alega, se realizó. Tampoco confirmó que fue despedido por las denuncias de las deportistas a quienes Oswaldo Soto violentó durante más de cuatro años.
“Nosotros como sujetos obligados (según la Ley de Transparencia) debemos respetar la privacidad de las personas y lo establecido en el debido proceso. Incurrir en faltas a la privacidad, exponer a las personas al desprecio o al ridículo puede ser causal incluso de una responsabilidad penal, porque podemos vulnerar sus derechos humanos. Estamos obligados a respetar todo lo que esté asociado con la honra, la imagen y la privacidad de las personas. Por supuesto que nosotros no podemos arriesgar a la universidad a estas situaciones”, dice Vázquez.
Proteger maltratadores antes que a las deportistas
En 2023, Proceso publicó los reportajes “Selección de esgrima de la UNAM: Una denuncia que se esfuma con la renuncia del entrenador” y “Eres prieta y gorda; no eres Comaneci”, los cuales abordan las denuncias de abuso sexual y psicológico de los que, respectivamente, fueron víctimas algunos esgrimistas y gimnastas que forman parte de los equipos representativos de la máxima casa de estudios.
Sin embargo, en ninguno de los casos la DGDU emitió un comunicado que alertara a las personas e instituciones sobre las acciones violentas de los entrenadores de esgrima Andrés M., quien de buenas a primeras simplemente renunció a su cargo, y de gimnasia, Kalina Dimitrova, quien se jubiló y volvió a su natal Bulgaria.
Actualmente, el entrenador Soto Sandoval está a cargo del equipo representativo de la Universidad Panamericana (UP), así como del grupo de animación de la preparatoria de la Universidad Latinoamericana campus del Valle.
La DGDU explica que lo único que como autoridad pueden hacer es “estar al pendiente de los estudiantes”, por ello a los entrenadores y maestros les dieron charlas, cursos y talleres impartidos por especialistas “Un comunicado o declaraciones sobre los entrenadores denunciados por los mismos deportistas no son responsabilidad de la UNAM”, asegura el servidor público.
“Lo que sí hacemos es atender cualquier circunstancia que vulnera la integridad física o emocional de la comunidad deportiva de la UNAM. Todos los casos que se han presentado fueron atendidos, y no sólo en la emergencia, sino en todo el contexto y seguimiento. Nos hemos empeñado en erradicar estas acciones dentro de la universidad. Vamos por buen camino y seguiremos así”, añade Vázquez. Ante el cuestionamiento de cómo seleccionan a los entrenadores de las disciplinas deportivas que se practican en la UNAM, Vázquez explica que todos los instructores deportivos son reclutados “por sus proyectos y trayectoria”. En el caso de Oswaldo Soto está certificado por la Organización Nacional de Porristas (ONP), lo que lo avala como un entrenador calificado que, sin embargo, también abusó de su poder y maltrató a sus alumnas.
“Me vale madres que vomites”
Dania, otra de las porristas entrevistadas para este reportaje, cuenta que Soto se refería a ellas con groserías. Si bien las porristas reconocen que la animación es un deporte que requiere de muchas exigencias, el entrenador era irrespetuoso.
“Confundía ser estricto con ser grosero. Nos gritaba cosas hirientes y regularmente amenazaba con sacarnos del equipo. Nos decía: ‘Si ya no puedes más me vale madres si vomitas. Llora si quieres, no me importa’. Te trataba muy diferente dependiendo de tu físico. Si eras alta, de complexión más grande, no tan bonita de la cara, entonces te hacía a un lado. ‘Tú vas hasta atrás’, decía. No importaba si eras muy buena, siempre buscaba cuidar la estética y (fomentar) los estereotipos”, relata Dania.
El equipo de reporteros recabó once testimonios entre integrantes y exintegrantes del grupo de animación de la UNAM y todos coinciden en las acciones violentas del entrenador, mismas que aumentaban cuando se acercaba un campeonato. Así ocurrió en 2022 cuando el equipo asistió al nacional de la ONP, en la Ciudad de México. Allí Oswaldo Soto violentó en frente del público a una de sus pupilas por equivocarse en la coreografía.
“Había mucho público y principalmente eran niñas pequeñas, pero no le importó, enfrente de todos ridiculizó a nuestra compañera: ‘Por tu culpa no vamos a ganar, ¿qué es lo que quieres? Ponte a pensar’, le dijo. La humilló enfrente de todos”, cuenta una exintegrante del equipo que prefirió no ser identificada por su nombre.
Las agresiones eran tantas que las porristas comenzaron a quejarse entre ellas y la noticia llegó a oídos del entrenador. En plena pandemia por el covid Soto convocó a una reunión vía Zoom entre los directivos a cargo de Pumas Cheerleading y las deportistas en la que, según los testimonios, ellas expresaron lo vulnerables que se sentían.
En la videoconferencia se habló de las quejas de algunas animadoras y de los comentarios hirientes que recibían sobre su físico. El entrenador negó todo y aseguró que él siempre trataba de ser incluyente y respetuoso. Días después Oswaldo Soto Sandoval comenzó a ser más cuidadoso con sus acciones, sin embargo, en algunas deportistas el daño emocional, físico y psicológico ya estaba hecho.
Muchas abandonaron el equipo a tal grado que si en aquel momento había alrededor de 150 porristas, de los cuales unos 15 eran hombres, ahora en el equipo quedan unas 50, de los cuales cinco son varones. Soto Sandoval fue entrenador en jefe de 2019 hasta 2023 cuando culminó su relación laboral con la UNAM.
El maltrato de la UNAM: “No nos daban ni agua”
Otra de las dificultades que las animadoras deben tolerar como deportistas de la UNAM es el poco reconocimiento y apoyo que sienten de parte de la institución, pues afirman que no les dan el mismo trato que a otros equipos representativos.
El equipo de porras de la UNAM entrena en el complejo deportivo mejor conocido como el “El Arrancadero”, ubicado en Ciudad Universitaria, cerca de las oficinas de la subdirección de futbol americano. Allí los deportistas que lo conforman, mujeres y hombres, practican sus coreografías durante unas cuatro horas diarias.
“Al principio lo que querían los directivos era un equipo de apoyo que estuviera aquí para los jugadores de futbol americano. Nosotros no éramos un equipo de animación (que en sí mismo es un deporte en el cual se compite), éramos unas porristas que estaban para ellos. En un inicio no nos daban ni agua, no teníamos un espacio para nosotras. Nos decían cosas como: ‘Váyanse a las islas’ (así se le conoce a un espacio empastado que rodea al edificio de la Rectoría)”, explica otra de las porristas.
Actualmente Pumas Cheerleading compite en los campeonatos internacionales de la Confederación Olímpica de Porristas (COP) con sede en México y también en las competencias nacionales de la Organización Nacional de Porristas. A pesar de que han tenido resultados destacados y se han ganado el reconocimiento la falta de apoyo institucional persiste, según las entrevistadas.
“Yo veo la diferencia en los de (futbol) americano, les dan sus uniformes, maletas, tenis, comida, todo. Y a nosotras sólo nos prestan los uniformes de Nike. Es lo único que te dan gratis. Siempre te mandan a entrenar a los campos y realmente no es el lugar adecuado para porras. Por ejemplo, necesitamos un tapete especial para gimnasia porque nos podemos lastimar”, se queja Brenda, otra integrante.
Ante la misma situación, Mayra señala: “Es un deporte al que se le da muy poca importancia. Nosotras no podemos entrar a los baños que utilizan los de americano, aunque estén enfrente. Tenemos que entrar a uno atrás y cuando está cerrado tenemos que ir hasta la alberca y si no nos dejan pasar ahí entonces hay que ir hasta la Facultad de Derecho para hacer nuestras necesidades”.
Ante estos testimonios, David Vázquez argumenta que los baños están disponibles para cualquier alumno o deportista que los quiera utilizar, que los uniformes “se los regalan” y que el apoyo institucional “es igual para todos los representativos”, lo cual es falso, pues el programa de futbol americano históricamente es el que ha recibido la mayor parte del dinero que la UNAM destina para el deporte.
El funcionario destaca que las integrantes del equipo de animación “son pieza fundamental del deporte universitario” y prueba de ello, insiste, es que todas cuentan con una beca deportiva. Información proporcionada por las deportistas indica que el monto de esa ayuda es de mil pesos mensuales y debe renovarse cada semestre.
Violencia pasiva
De acuerdo a la doctora Jacqueline Cortés, coordinadora de la clínica de Psiquiatría y Salud Mental de la UNAM, la violencia en los grupos de animación porras comienza desde que es considerado un deporte “únicamente para mujeres”. En mayor medida quienes practican esta disciplina sufren de violencia emocional y psicológica, pues son maltratadas a veces también de forma pasiva.
“Una de las técnicas que utilizan es la violencia pasiva. Quizá no te digo que eres una ‘vaca’, no te digo que tienes cuerpo de tambo, pero te dejo de hablar y te aplico la ley del hielo, o te dejó en la banca y meto a todas menos a tí. No te estoy insultando, no te estoy gritando, no te estoy maltratando, pero es violencia porque tampoco te estoy tomando en cuenta para participar en el equipo”, indica la especialista.
Las deportistas también se quejan de que sus propios compañeros y la sociedad en general no consideran que los grupos de animación practican un deporte. Señalan que se trata de una disciplina subestimada sobre la cual se ignora que las animadoras toman sesiones de gimnasia, deben tener mucha flexibilidad, hacen ejercicios aeróbicos y de fuerza, idean coreografías, trabajan en equipo, sufren constantes lesiones por no entrenar en espacios adecuados y tienen la obligación de estar perfectamente presentables o son marginadas.
“Muchos amigos y compañeros me decían que ni siquiera es un deporte. Somos porristas porque estamos gritando con pompones y somos bonitas. Deben de saber que es un deporte real y es mucho más de lo que la gente conoce”, sentencia una de las porristas que no quiso ser identificada.
Proceso buscó al entrenador Oswaldo Soto para ofrecerle su derecho de réplica. Los mensajes de texto vía WhatsApp y llamadas telefónicas no fueron respondidos. (Con información de Karla Cabral).