En las tareas de investigación y crítica histórica no es infrecuente incurrir en errores de interpretación que se arrastran y llegan incluso a fijarse en el subconsciente. Digo esto porque acabo de descubrir una omisión en la que apenas ahora estoy recapacitando después de haberla pasado por alto en muchas ocasiones.
Me refiero a la expresión utilizada por Gómez Portugal cuando utiliza, en los párrafos 4 y 6, la expresión “establecimiento de instrucción secundaria”.
Para poderla criticar con fundamento, necesitaríamos saber qué entendía Gómez Portugal por “instrucción secundaria”. Porque en la actualidad el concepto enseñanza se entiende, generalmente, como:
Primaria, la etapa de seis años entre el Jardín de Niños y la Secundaria.
Bachillerato, la etapa de tres años entre la Secundaria y el nivel Profesional.
En este punto todavía en la actualidad se confunde el Bachillerato -también llamado Preparatoria- como una etapa previa para ingresar al nivel Profesional, porque no se sabe que:
Universidad es el último nivel de estudios integrado por el Bachillerato -como última etapa de estudios generales que prepara para enfrentarse a la vida- o Preparatoria, porque al mismo tiempo constituye la primera etapa de la Universidad en la que se prepara al estudiante para manejar el lenguaje científico y de investigación necesarios para facilitar el estudio teórico-práctico en una Escuela, Facultad, Doctorado o Instituto de Investigación en cualquier rama de conocimiento, no con propósito de lucro sino para servir a la Humanidad.
Probablemente la confusión parte de que antiguamente el nivel secundario era el último de los niveles educativos en el que se expedía el título de Bachiller -de donde se deriva el término Bachillerato– del latín Baccalaureatus por ser laureado (merecedor de una corona de laurel con frutos) al estilo grecolatino- o bien se les daba el de Doctor, que se utilizaban prácticamente como títulos nobiliarios, aunque el verdadero origen del término es un tanto oscuro.
Posteriormente, cuando las universidades se van consolidando, surgen las profesiones que requieren, hasta la fecha, una licencia para ejercerla, por lo que aparecen los títulos profesionales controlados por el Estado, seguramente al aparecer el modelo universitario francés.
Si la interpretación que le daba Gómez Portugal a la expresión “instrucción secundaria” es la derivada de Baccalaureatus estaba atrasado de noticias, porque los institutos que empezaron a surgir en México hacia 1821 dejaron atrás las versiones medievales, pues la mayoría adoptó el estilo francés como Institutos de Ciencias; otros, los más avanzados, el modelo alemán de la Universitas litterarum de la Universidad von Humboldt y otros hicieron una mezcla de ambos, como el de Aguascalientes, que Terán bautizó como Instituto Literario de Ciencias y Artes.
Aclarado este punto, nos vemos obligados a agregar, en relación con el párrafo 4, que la afirmación de Gómez Portugal en el sentido de que “Hace doce años que la capital del estado no ha tenido un establecimiento de instrucción secundaria…” es falsa de toda falsedad, porque el Instituto inaugurado por Jesús Terán el 25 de Enero de 1849 funcionó hasta que los franceses ocuparon la ciudad el 21 de Diciembre de 1863 y se apoderaron del edificio recién acondicionado por instrucciones de Terán que estaban por estrenar, pero el Instituto no dejó de existir; suspendió sus actividades durante solo tres años en señal de protesta por la ocupación de la ciudad por los invasores franceses y las reanudó cuando se fueron, a principios de Diciembre de 1866.
Además, resultaría absurdo crear una escuela profesional -como la de Agricultura- si no existiesen por lo menos egresados de Secundaria a quienes inscribir para integrar el primer grupo.
Pasando por alto el párrafo número 6 que es una autoalabanza, continuaremos con la crítica al:
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina