Ayer por la tarde se dio la entrega de la segunda fecha de la campaña novilleril de pre-feria en el coso San Marcos; en su graderío añoso, rancio y generoso acogió una entrada excelente que fue destarada como de casi tres cuartos.
Para la ocasión se le abrieron los recios portones de toriles a un encierro quemado con la efigie ganadera de Rodolfo Vázquez, dehesa domiciliada en la alcaldía del Estado de México, el cual ofreció sin mesura un formidable juego en términos globales. En la bella faena de varas, únicamente voltearon la cara huyendo de la pelea los aparecidos en tercero y quinto sitios; del resto, el que no cumplió cabalmente empujó con bravura y hasta tumbos provocó, como aquel que dio apertura a la tarde, o el segundo, un utrero de bandera, con casta, clase y recorrido y del que sus restos mortales no fueron halagados con el arrastre lento, cuando por su puesto merecía de forma diáfana. Este par de animales, a despecho, fueron aplaudidos por el amable público cuando el desordenado tiro de percherones les llevaba al desolladero.
De los de plata, ahora honró el rubro el aspirante Felipe Rangel, colocando varios pares de banderillas con arte, tino y eficacia, y articulando a ello el legítimo lucimiento cuando se asomó al balcón. Por sus acciones alegres además, fue llamado hasta cuatro veces a recibir las cálidas palmas de la concurrencia sobrada y sin razón la cuarta–, lo que el joven agradeció en el tercio, desde luego destocado y con su engaño propiamente semidoblado.
Esta vez el potosino Fernando Labastida decepcionó con una actuación, si no del todo negativa por varios detalles de su clase ya reconocida, desangelada. Algo se sintió que faltó a sus dos trasteos, y más porque en el sorteo sacó un par de reses aptas para el toreo de nota alta y sobre todo absoluto y redondo.
Por su parte el aguascalentense Jorge Didier también ha sido reprobado; a un año del debut en el propio coso de la rambla Eduardo J. Correa, no sólo se ha estancado, sino que ha retrocedido en la parte técnica del arte de “Cúchares”; es un chaval que, por lo menos en la novillada que en esta página se trata, dejó claro que no tiene la capacidad para entender el toreo. En sus engaños inexpertos y torpes, cayó el mejor astado de un buen encierro, y por desgracia bien poco bueno pudo hacerle.
Quien sí triunfó, ahora ya con el corte de una oreja, fue el extranjero Tomás Duffo, quien modeló momentos de un toreo fino, armonioso y de extraña clase.
De muy buena hechura le salieron los lances a Fernando Labastida tras que con atino aquerenció al primer bovino en la panza de su jerga rosa. Cuando armó el engaño púrpura, no llegó nunca la conjunción absoluta para hablar de un trasteo trascendente, y sí que sólo se le observaron pases destemplados, en medio de los cuales “Barbas de Oro” hizo su negativa parte. Realmente el astado era acreedor de más y mejor labor, dada su fijeza, algo de buen estilo y obediencia a los toques. Como el potosino se mal desempeñó con el acero, fue amonestado con un recado de parte de la autoridad, mientras el público silenciaba su intervención.
Completa y lucida resultó la segunda comparecencia con la capa al presentar cara a un novillo recortadito, bajo de agujas pero de bonitas características fenotípicas. Otro rostro presentó después al ocuparse de la muleta, viéndose desangelado al nivel de casi aburrir, y por dividendos monótono, monótono realmente, cuando el novillo, por su clase y nobleza exigía la faena grande. Para mal de males erráticamente con gran cantidad de pinchazos y se le anotó un bocinazo. Tibias palmas en el tercio le brindaron como tibia fue su diligencia toda.
“Aguanieve”, quemado con el número 34 y con 437 kilos en el dorso fue un astado cárdeno nevado, asticorto, sin embargo en buenas carnes. Anegó el ruedo su clase, recorrido, nobleza y fijeza, virtudes que honraron al aire y a los generosos pastos de su potrero, a la buena crianza que le dieron y por su puesto al nombre del ganadero. Jorge Didier no tuvo la suficiencia torera para corresponder a tan buen ejemplar y no le quedó más que extender en el círculo, que ardía por las cualidades tan notadas del bovino, su voluntad. Luego vivió el fuego del infierno cuando desenfundó el estoque, no quedando exento de escuchar un aviso.
Al quinto se le registró mayor temperamento al embestir a los encajes de las jergas; no obstante al haberse entroncado con un joven de mayor experiencia y mando toreros, hubiese roto y se habrían exaltado en mayor número sus embestidas largas y de buen estilo. Didier mientras tanto, además de sus deseos ahogados, realizó un remedo de lances y quites con la capa, se equivocó en todo con la sarga siendo carne de un par de bárbaras volteretas. Como era de esperarse sufrió un calvario al empuñar las armas; al caminar al callejón, ecuador de reflexiones entre el tendido y el ruedo, se escuchó división de opiniones, con una tendencia mayor a los pitos. El joven galo Tomás Duffo, lo que no dio de bueno al recibir con el percal al tercero de la función, ya que manseó yéndose en todo tiempo suelto, lo otorgó generosamente en el tercio final, en el que sacó una muleta inmaculada de cualquier mínima arruga; la primera parte fue como para recordarle esos derechazos de exquisita finura que llevaban el mensaje de formidable toreo, y en los que con clase pasó el de “Chacho” Vázquez. Vino después un desatino de parte del chaval, cuando trató de hacer el toreo natural, y sí que resultó cierto que un peldaño se le cayó su actuación. Después que señaló un pinchazo, mató de un espadazo algo atravesado y desprendido, lo que no fue impedimento para que paseara en alto un apéndice.
El que abotonó la fiesta fue un bovino complejo en el último tercio; se retornaba peligrosamente en los miembros delanteros, siempre estuvo atento a la humanidad del joven galo y su testa la llevó por las farolas del alumbrado del edificio en todo instante. De rescatar del chamaco extranjero, fueron varios lances de recibo, como chicuelinas mezcladas en varias verónicas, y un quite, junto con su voluntad bien expuesta cuando laboró con la sarga.
Revelan el tercer cartel
La empresa ETM, en la parte meridional de la novillada sacó la propaganda de la tercera novillada, la cual se desarrollará el domingo venidero; en la manta publicitaria se leyeron los nombres del venezolano Alejandro Chacón, el del local Gerardo Adame y el del fino joven Garza Gaona; esta tercia de aspirantes a matadores de toros se las verán en el ruedo con un encierro de Torrecillas.