La violencia está normalizada y parece no tener fin - LJA Aguascalientes
22/12/2024

Entrevista a Norma Lazo sobre La banalidad de los hombres crueles

La banalidad de los hombres crueles es la más reciente novela de la novelista, ensayista y editora Norma Lazo (Veracruz), publicada por la editorial Lumen. Una novela que sucede en tres momentos distintos, teniendo como eje rector a la soledad: en 1971 el director de cine Yoshikawa se desangra en el piso de su mansión en Tokio, mientras que en 1938 Ekaterina Nikolayéva espera su juicio por traición a la patria y en 2019 Takumi recibe una llamada antes de abordar su avión, que le informa que su hermana mayor acaba de ser encontrada en una barranca del Estado de México. Porque la violencia sorda y el odio, puede golpear cuando menos te lo esperas. La idea le llegó a la autora de libros como El dolor es un triángulo equilátero, Medidas extremas, mientras trabajaba en el libro de ensayos Las siete virtudes contemporáneas, que se puede descargar de manera gratuita en internet, y en donde la autora aborda el tema de la hospitalidad, a partir de la película Dersu Uzala del cineasta japonés Akira Kurosawa, basada a su vez en el libro del explorador ruso Vladimir Arséniev (esposo de Ekaterina). 

La novela imbrica tres momentos históricos, tres personajes distintos, pero teniendo como hilo conductor el odio, la violencia, que puede surgir en cualquier momento. La autora destaca que al usar el adjetivo “banal” se describe la posibilidad de que el mal surja en cualquiera de nosotros. Justo platicamos con la autora y editora de la desaparecida revista Complot sobre el tema de la “Banalidad del mal”, título tomado de la filósofa Hannah Arendt. 

Norma Lazo (NM): Para mí el ese es concepto, un pensamiento muy acertado de Hannah Arendt, que como bien sabes también ha sido muy polémico, ya que algunas personas de la comunidad judía sentían que minimizaba el horror del Holocausto al decir que se trataban de personas ordinarias y comunes, como somos todos, porque esperan ver estos monstruos, la imagen de lo monstruoso, cuando en realidad para mí es más terrible pensarlo de esa manera, pensarlo como lo pensó Arendt. También está en la novela por eso, porque la crueldad que atraviesa toda la historia, creo que es particularmente de una futilidad, de una superficialidad, sin tomar siquiera en cuenta, sin pensar en lo terrible que hay detrás de esas acciones trágicas. Para mí lo que hay detrás de eso, es justo lo que dice Arendt, no hay un ser humano capaz de reflexionar, de auto cuestionarse sobre lo que está haciendo, sino simplemente actuar de una manera mecánica, por lo que le dicen, como en el caso de Eichman, por lo que le ordenan, por lo que te dicen, como es en el caso de una de las historias, una chica con una preferencia sexual diferente que va con un amigo con una identidad de género que no corresponde, obviamente entrecomillado, porque finalmente es eso, algo que me dijeron que eso no debe ser, no puede ser entonces lo extermino.

Javier Moro Hernández (JMH): Hay una parte donde mencionas que la humanidad ha cruzado o se ha bañado en varios ríos de sangre a lo largo de los años. Creo que ese es uno de los temas también, la violencia como un elemento presente en la vida de la humanidad, para imponer, por ejemplo, en el caso de Ekaterina una visión que fue la del comunismo real de la Unión Soviética.  

NL: Siempre ha estado ahí y desafortunadamente creo que siempre estará, y lo que quiero pensar o deseo pensar en la novela es que también, es que no debemos dejar de lado que si bien esa crueldad y esa violencia es  algo que está en el en el ser humano, que todos tenemos esa semilla, no hay este alienígenas que llegaron y se convirtieron en malévolos criminales, todos tenemos esa semilla dentro, pero también tenemos la otra parte, también tenemos la hospitalidad, también somos capaces de sentir empatía, de ser solidarios, pero también esa otra parte la tiene el ser humano y la tienen hasta animales. Hay una discusión sobre si la empatía, la solidaridad y la generosidad tienen que ver con la conciencia humana o con la capacidad del ser humano de simbolizar, y luego te encuentras tantos casos te encuentras con casos de una empatía y de una solidaridad interespecie. Esa empatía instintiva o como quieras llamarle, creo que también la tenemos los seres humanos por el simple hecho de también ser animales. 

JMH: Quería preguntarte por el libro de Vladimir Arseniev Dersu Uzala que mencionas, que es uno de los hilos conductores, y que justo habla de la empatía y de la amistad y del cuidado a los otros también. 

NL: Antes de leer la novela vi la película de Kurozawa, ahí es donde empieza todo. Tengo un libro de ensayo que se llama Las siete virtudes contemporáneas, que está gratuito en la red, para que me quieran, en donde juego a imaginar siete virtudes que pueden ayudar alivianarnos en los momentos  duros que vivimos y cada virtud la voy comentando, voy haciendo una crítica estética, ya sea con una novela, con una instalación, en este caso fue de Teresa Margüles, con una novela gráfica de Alan Moore,  y en el caso de la virtud de la hospitalidad fue la película Dersu Uzala de Kurosawa, y a partir de que vi esa película me llamó mucho la atención la historia y entonces conseguí, el primero conseguí el libro de viajes de Vladimir Arseniev, y luego leí La novela del cazador, y eso me llevó hasta Vladivostok, un lugar del que no había oído hablar nunca. 

JMH: Es una novela que también está narrada en lugares límites, como Vladivostok, los últimos coletazos de la revolución rusa, pero también pensaba en los lugares límites de la violencia como en el caso de la familia de Takumi, la violencia que como mencionas puede surgir de la nada, puede surgir en un bar mientras te las estás pasando bien. 


NL: Así es, así es como hemos estado en este país ya desde hace varios años, desde hace varios sexenios, no ha habido gobierno que pueda contener ni buscar una salida medianamente satisfactoria para nosotros y sí te cambia la vida en un segundo. Chicas saliendo de su escuela, estudiantes de cine que están grabando algo en un ejercicio. Recuerdo un caso en Veracruz, de unos chavitos, adolescentes que venían corriendo, gritando, pidiendo ayuda, porque venían un comando para levantarlos. Saliendo de la escuela, estando en un bar con tus amigos, tú no sabes lo que te depara el odio del otro. 

JMH: Hay una cuestión que es justo el peligro de normalizar la violencia. 

NL: Está normalizada, y eso es fuertísimo, siempre digo que la primera noticia de la primera cabeza que salió rodando nos dejó helados a todos, pero después, cuando fueron colgados en un puente, gente que tiraron desde un desde un camión de redilas en Veracruz, y como que cada vez van buscando cómo superar más el terror, y uno se siente desarmado, se siente impotente. Trabajé hace unos años en un en un ensayo fílmico para una serie que propuse, era una serie de ficción y querían unir una obra de documental y propuse hacerlo sobre los servicios forenses, cómo están rebasados, y realmente veía los testimonios de las personas que están buscando a sus familiares, y es desgarrador, realmente desgarrador, y que no tienen el apoyo de ningún lado. Es terrible y esto parece no tener fin. No sé hacia dónde vamos y desgraciadamente no le dan la seriedad que debería que debería tener esto. No lo ves, y además de normalizado es que también es de una banalidad y una crueldad porque te pueden decir simplemente que eran del grupo contrario, como si para empezar eso ya fuera suficiente justificación para que suceda el horror que está sucediendo, o si esas personas criminales, sobre las cuáles no tenemos una idea de cómo llegaron ahí, porque muchas veces son chavitos expulsados de lo que es la comunidad, por hambre sin educación, sin oportunidades. Se banaliza así sus muertes, se banaliza porque muchas de las personas no tienen nada que ver con el crimen organizado.

JMH: Pensaba en el vuelo de Takumi, cuando recibe la llamada sobre su hermana, debió ser angustioso ese vuelo, recordar, recuperar la memoria recuperar lo que él ha sido, cómo se construyó, como ser humano y como persona. Debió ser una construcción literaria muy interesante, pero al mismo tiempo angustiosa. 

NL:  Sin duda lo es, pero como soy una buena neurótica, tengo la capacidad de imaginar esos escenarios tortuosos. Es que imagínate te dan una noticia de esa índole, en que otra cosa puedes pensar, todo lo que se te viene. Además de la cierta culpa de que finalmente la hermana toma el lugar de él, porque ahí hay un tema que es que la sociedad japonesa también es muy machista entonces por ser el hombre, aunque sea el menor, aunque no sepa nada de matemáticas, ni quiera ser ingeniero, te tienes que encargar no solamente de la empresa, sino de tus hermanos y de tu mamá y así lo dicta la sociedad japonesa, y es la hermana mayor la que le dice no, vete yo hago eso, claro, yo asumo esta responsabilidad. 

JMH: Te quería preguntar un poco por el tema de Vladivostok que mencionaste yo había escuchado justo por la guerra rusa-japonesa de 1905. Pero me pareció súper interesante que fuera uno de los epicentros otra de las líneas narrativas.

NL: No tenía esta ciudad en mi radar y la descubro por la vida del capitán Arseniev, que es de ahí, es originario de Vladivostok y de hecho ya pude ver su casa, que es museo y puedes ver en dónde vivía él. Es un punto de Rusia muy importante y conflictivo porque está a un pasito, atraviesas, el Mar de Japón y está Japón y por acá ya estás en otra parte de Asia. Es una zona que para los rusos de aquella época y me imagino que para los de ahora también, era importante apropiarse de eso, porque eso era lo que hacía el capitán Arseniev en su trabajo como etnógrafo, ir a ver las comunidades que habitaban ahí y de qué manera le iban a sacar provecho la Rusia de aquella época para vías de comunicación, de comercio. 

JMH: Te quería preguntar también por el odio, como otro de los elementos centrales de esta banalidad, porque a Ekaterina y al capitán, los purgan del régimen comunista. Pero podemos decir que es por un odio acendrado, que trasciende al mismo Lebedev.

NL: Es por algo tan banal como la envidia. Leí la historia de la familia Arseniev, que me prestó un historiador ruso y resulta que en la vida en la vida real el personaje se llamaba Lipsky, y le hice un giro en la en la novela, porque en la vida real eran contemporáneos y realmente sí le envidiaba, porque era un tipo carismático, digo para amigarse con un nómada en medio de la taiga y luego llevársela a vivir a su casa, te está hablando de un tipo realmente amigable, amable, afectuoso y este señor se ve que no tenía esas mismas estas herramientas, sociales o emocionales, y de ahí parte su gran envidia, y le tiene varios cuatros, como en una ocasión se roba algo del Museo de etnografía para echarle la culpa a Arseniev, y no lo puede poner contra las rejas y tal es el odio que termina desquitándose con su esposa y su hija.


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