El 2010, año en que el gobierno pretende opacar su Centenario con los festejos bicentenarios, es un buen momento para la reivindicación de la Revolución mexicana y de México mismo a través de las expresiones culturales, pero para ello los artistas deben estetizar la realidad sin modificarla.
Ana Cecilia Hornedo Marín, comunicóloga-socióloga investigadora en Francia en políticas culturales participó ayer, junto con Enrique Rodríguez Varela y Edilberto Aldán en el programa En Voz Alta, El Análisis, que co-producen esta casa editorial y Ultravisión Canal 30. Hoy, a las 12:30 horas, la especialista ofrecerá en la Universidad de las Artes la conferencia “Escepticismo y Revolución Mexicana”.
Tras estudiar la estética de la Revolución Mexicana y la posrevolucionaria a través del trabajo de Posada, Rivera, Alfaro y Orozco, Cecilia Hornedo propone que “toda imagen no es inocente; es una toma de posiciones al despertar y, sobre todo, en momentos políticos. En su momento revolucionario, toman una posición política muy fuerte y una posición ideológica”.
Destaca el análisis, hecho a través del muralismo, de la evolución de la representación de la imagen del pueblo: “creo que el pueblo es una noción altamente política y que hoy en día casi está borrada del vocabulario político” e incluso en el discurso de campaña se ha sustituido por la palabra “amigo”, neutralizando la lucha de clases.
En este sentido, el trabajo incluye la detección de coincidencias en el trabajo de los muralistas tras la llegada de José Vasconcelos, en la etapa posrevolucionaria, a la Secretaría de Educación Pública y cómo, al sumarse al llamado que éste les hizo, los artistas contribuyeron a la edificación del régimen autoritario, aún cuando sus diferencias militantes con el régimen eran evidentes.
Hornedo sostiene -y es apoyada en su postura por Rodríguez y Aldán- que al gobierno federal “no le interesa reivindicar y pensar en el pueblo” y es por eso que el artista tiene que preocuparse por “neutralizar a través de la imagen y el lenguaje” el autoritarismo del régimen, “hacernos escépticos y replegarnos hacia nosotros mismos para no actuar políticamente” ni influir en el curso de los hechos dentro de la realidad.
Para ello, evalúa, los creadores de arte y también quienes lo aprecian deben diferenciar el régimen del pueblo, para lo que cita el ejemplo de los franceses que “tienen muy claro y muy definido tener por separado el régimen (mexicano) -que lo tienen totalmente identificado como un régimen de corrupción, el narcotráfico (se habló del auge por el que atraviesa la narcocultura)- y la gran diferencia con los ciudadanos”.
La investigadora reconoce la existencia de “válvulas de escape” al autoritarismo del régimen, al igual que la dificultad de los artistas para encontrarlas, pero defiende que “tan existen, que estamos hablando de ello”.
Un ejemplo son los festejos luminosos del Bicentenario de la Independencia, que a juicio de los tres participantes del programa tienen toda la intención de opacar los de la Revolución y que reflejan que aunque el gobierno busca tener todos los hilos para mover el destino del pueblo, también hay aspectos de la Revolución que se le están escapando.