Entre la formalidad y la irreverencia - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Ante una especie de sequía de buena cartelera cultural –exceptuando, claro, la temporada de la Sinfónica de Aguascalientes-, se agradece la llegada del Festival de Música de Cámara en el mes de julio. En este 2010 comenzó el domingo 18.

Este oasis musical es una invitación abierta al tiempo, a los gustos, a las ansias de conocimiento, a la búsqueda de emociones, al deleite espiritual, por eso diría que es una invitación para todos. 

 

El Festival ofrece clases maestras, a lo largo de una semana los jóvenes trabajan estrechamente con músicos de amplia trayectoria, se trata de una capacitación formal e intensiva, es, por llamarlo de alguna manera, la parte exclusiva del Festival, porque se necesita estar inscrito y ser ejecutante. En la programación también hay conferencias, éstas son abiertas a todo público y  a cargo de expertos en materia musical, tal es el caso de Juan Arturo Brennan, a quien se puede considerar conferencista residente del Festival. El broche de oro diario es la programación de los conciertos.
 
Esta flexibilidad abre muchas posibilidades a la participación, pues el ambiente que se genera nos hace sentir en casa, cada uno viste y actúa sin prejuicios, o con ellos, pero cada cual a su manera. Así, encontramos al joven estudiante vestido de negro de pies a cabeza, el calzado perfectamente lustrado y la camisa cuello mao totalmente abotonada; con igual seguridad camina por los pasillos del teatro una joven con tenis, pants y playera. Y entre la formalidad y la irreverencia un sinfín de combinaciones entre profesores, estudiantes, organizadores y público en general.
 
El objetivo es el mismo, disfrutar de la música de cámara, ella misma se presenta también, desde el punto de vista musical y de sus ejecutantes, a través de múltiples vestuarios, ropa de gala, otros que rememoran tiempos muy pasados, pelucas, sombreros, tal vez algunas botas que se antojan extravagantes, metales haciendo las partes de las cuerdas, todo para la satisfacción de los asistentes a esta fiesta. 
 
El Cuarteto de Cuerdas Penderecki, por ejemplo, inauguró sobria y elegantemente el Festival; el contraste vino al día siguiente con la presencia del Quinteto de Metales M5 y su actitud fresca y divertida. Alcancé a escuchar cuando alguien del cuerpo docente preguntaba, no literalmente, ¿qué hacen ahí? Tal vez no sea del agrado de todos el hecho de que un grupo se presente con algo o mucho de desenfado, otros pensarán que eso puede acercar a otras audiencias a la música, para alguien más lo único importante será el resultado musical. Lo cierto es que la música es materia viva, capaz de adquirir mil formas y nunca será totalmente aprehendida, porque si cien veces escuchamos una sinfonía de Beethoven, el mismo número de veces encontraremos algo nuevo. 
 
Si algo ha caracterizado al Festival, desde su primera edición, es la calidad de sus intérpretes, y a la cabeza de ellos el Cuarteto de Cuerdas José White, el grupo residente que a base de una férrea disciplina es considerado como uno de los más importantes y sólidos en el ámbito musical de México.
 
El cuarteto de cuerdas por excelencia se integra por dos violines, viola y violonchelo, pero las posibilidades de la música son infinitas y no todos estudian para ejecutar solamente dichos instrumentos. Los de metal han ido cobrando cada vez mayor importancia en el Festival, simplemente en este año son dos los quintetos de metales que se han presentado, y evidentemente el repertorio para esta dotación instrumental no es amplio, por ello se hacen arreglos o transcripciones de las más diversas piezas, lo importante es la selección del repertorio, la calidad del arreglo y ante todo la calidad en la ejecución.
 
Por ejemplo, y parafraseando a Juan Arturo Brennan, la música de Bach es tan pura que prácticamente puede ser ejecutada por cualquier instrumento, de ahí que en el repertorio del Festival podamos escuchar obras que él y otros compositores escribieron para orquesta, cuerdas, voces, coros, instrumento solista y orquesta, etcétera, en muy distintas y hasta disímiles combinaciones instrumentales.
 
Hace algunos años Myrna Ruiz Flores, excompañera en Radio Universidad, 1370 a.m., utilizaba en la rúbrica de su programa una frase llena de razón, y es que “la única realidad en la música es el sentimiento que provoca en quien la escucha”. No importa cómo se nos presente, y cómo nos presentemos nosotros ante ella, lo fundamental es lo que la música y el arte en general, despierta en cada uno.
 
Considero que una gran virtud del Festival es esta diversidad que permite eliminar añejas barreras. Aún recuerdo cuando hace algunos años en Aguascalientes se presentó la ópera La Traviata, fue todo un acontecimiento, el Teatro de la Ciudad se llenó de caballeros con traje y damas con peinado de salón y vestido de gala. Poco después hubo una campaña para motivar la asistencia a los conciertos de la Orquesta Sinfónica, en la que se mencionaba que no era necesario vestir de etiqueta para acceder al recinto –eso sí, aclarando que no habría que caer en el extremo opuesto-.
 
El Festival de Música de Cámara Aguascalientes es la mezcla de la música –universal-, los compositores –cómo olvidar la desfachatez  de Mozart-, los intérpretes –cada uno con su elemento distintivo-, y el público –el más heterogéneo. El Festival es para todos, pues se mueve en ese amplio rango de la formalidad y la irreverencia.


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