Conmemorando las tradiciones mexicanas del Día de Muertos y, en especial, la partida de su esposo y colega artístico, el saxofonista estadunidense Paul R. Cohen, fallecido hace once meses, la cantautora mixteca y activista Lila Downs ofrendó su recital “Dos corazones”, en conmovedora tertulia musical del Auditorio Nacional.
Aplausos y aullidos cobijaron los primeros pasos de Lila al salir al foro, con los ritmos de “Clandestino”, mientras ella saludaba así su bienvenida: “¡Mi México, tierra sagrada de mi corazón! ¡Yo les agradezco por venir a acompañarme esta noche aquí, en el altar que pusimos para mi pareja del alma!”.
Una oleada de clamores agasajó a la artista nacida el 9 de septiembre de 1968 en Tlaxiaco, Oaxaca. Acudió un público generacional diverso en un convite de jóvenes y adultos, así como grupos en familia. La celebración fue en honor a los fieles difuntos y entre la multitud se observó a los reunidos maquillados y arropados como catrines y cadavéricas pelonas.
La producción atrapó ensueños conceptuales de rojos sandía y coloridos cempasúchiles, enalteciendo artísticamente las raíces populares. Al costado de la tarima se colocó un altar con veladoras, así como la fotografía de Paul entre flores amarillas en su memoria.
Ataviada por un elegante traje tejido con motivos folclóricos, la guapa cantautora lanzó su “Conjuro”, un vals de Marcela de la Garza, Loli Molina y Esmeralda Cantoral incluido en su reciente álbum La Sánchez (Sony Music), el cual es una vuelta “al apellido de mi madre, al matriarcado”:
Cuando me ves, siento temblar la tierra
Y ya estoy lista pa’ empezar la guerra.
Cuando te vas, el alma se me quiebra,
Parece que tú quieres que me muera…
Continuó con “Fuiste feliz”, de ella y Paul Cohen, así como “La curación”, acompañada de un excelente ensamble de músicos que generaron atmósferas místicas y festivas, en medio de farolillos multicolores flotando en el escenario y encendiendo el horizonte:
Sé que estás presente,
Aunque mi corazón no entiende.
En esta vida
El corazón no muere…
Para él entregó la tonada de ambos “Toda la noche”:
Y en donde estés
Está conmigo todo tu querer
Aunque nos cueste estar tan solitos.
Tú estás tan lejos,
Pero siempre vas conmigo…
El ambiente de alegría renovó bríos con el movimiento corporal de los asistentes, al son del “Mandimbo”, también de Lila y Paul. La estrella que ha puesto el nombre de México en alto por el mundo desapareció unos minutos, mientras que cedía el proscenio a Isaac Montijo, de Los Buayums, artista sonorense impulsor del patrimonio cultural de las etnias mayo o yoreme, vocalizando “Dime, dime”.
Retornó Lila con “Vas de salida”, y al grito de: “para el estado de Guerrero y Acapulco”, ofreció “Tortolita”. Prosiguió “Ni maíz” y “Solita, solita”, a dueto con la tampiqueña Amandititita, hija del “Profeta del Nopal” Rockdrigo González, rockero rupestre fallecido en los sismos de 1985 en la capital azteca. El show avanzó ágil con la sentida “Dos corazones” y “El último trago”, de José Alfredo.
“En estos tiempos -evocó- hay que rendir tributo a la raíz indígena, pues la raíz indígena es la que nos regala el cacao para hacer el chocolate, es quien regala comer el guajolote criollo, es quien nos da el tributo, la magia y el poder del chile”.
Así aderezó “La cumbia del mole”, uniendo su voz con la de la cantautora guatemalteca de origen maya kaqchikel Sara Curruchich Cúmez. Sonaron entonces “Mezcalito” (éxito de su séptimo álbum de estudio “Pecados y milagros”) y “Cruz de olvido”, bolero autoría del jalisciense Juan Záizar Torres. Retomó el ambiente luctuoso y chacotero con “Viene la muerte echando rasero (Corrido de la Muerte)”:
Mueren obispos, mueren profetas
Mueren vicarios y confesores
Ya no los curan ni los doctores
Ya no les valen las ampolletas
Mueren cantantes, mueren poetas
Se muere el rico y el jornalero
También se lleva al talabartero
Y al carpintero con más ventaja
Porque hasta él mismo se hace su caja…
No podía faltar “La Llorona”, que vio a Lila arrodillándose junto al altar. El finiquito inexorable enardeció al “Son del chile frito” y “Cariñito”. Lila Downs se encaminó, custodiada de sus músicos, rumbo a la noche, glorificada en alaridos de regocijo. Entre bambalinas, comentó a este reportero sobre su reciente grabación La Sánchez:
“Este disco no es suave, es directo al corazón y es directo de la narrativa de la muerte… Los mexicanos somos muy especiales al hablar de la muerte, en tiempos de la pandemia la música y el arte han sido un aliciente para las almas… Predominaron las cosas suaves, era suave que la gente sentía esa necesidad de estar viendo los contrastes de la vida, estábamos viviéndolo de cerca, la muerte estaba cercana”.
Y señaló que en las tradiciones del “Día de Muertos” lo importante es “compartir con la familia, con los recuerdos de los seres queridos que se nos adelantan, recordarlos con fuerza, eso es bien importante, la metáfora es la manera de comunicar, comunicar las flores que hay en los corazones, es ponerle un cariño especial a esas cosas que nos acompañan. En la música el reto para mí es hacer sentir a la gente…” Concluyó Lila: “Me gustaría que sepan que he luchado por nuestras costumbres, pero de una manera artística, siempre con el verso en la boca”.