Pensar el ejercicio de las artes y la cultura en Aguascalientes por Jaime Lara Arzate - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Prevemos un mundo de respeto universal por los derechos humanos y la dignidad humana, el estado de derecho, la justicia, la igualdad y la no discriminación; de respeto por la raza, el origen étnico y la diversidad cultural… Un mundo justo, equitativo, abierto y socialmente inclusivo en el que se satisfacen las necesidades de los más vulnerables.

Transformando nuestro mundo: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

El arte y la cultura son esenciales para la vida, tan necesarios como otras manifestaciones y obras creadas por la humanidad.

El arte contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas, al tiempo que es un medio que promueve valores identitarios, comunitarios e individuales, así como el ejercicio de los derechos humanos, la democracia participativa, la igualdad de género o clama por la justa remuneración por su creación.

El arte es entendido aquí, como garante de la inclusión, la libertad de expresión, la información y la comunicación, entre otros atributos.

El ejercicio de las artes podría contribuir a paliar las desigualdades económicas y sociales impuestas por un régimen, en cuyo centro gravita la economización del planeta por la ley del mercado, la acumulación de capital, el hiperconsumo, el individualismo y el derroche de los recursos naturales y la corrupción.

Descubrir positivamente que podemos inventar, descubrir, expresar y comunicar a través del arte en cualquiera de sus géneros, o relacionarnos en la apreciación del mismo, posibilita desarrollar, afianzar o adquirir nuevas habilidades, animando a las personas a imaginar un futuro mejor y distinto al impuesto a los países nombrados eufemísticamente en desarrollo, por el régimen global imperante.

Para que el arte estimule emocional, intelectual y sensiblemente a las personas, ha de atraerlas mediante un lenguaje comprensible y coloquial que se aproxima a su ser, con el cual se tiende un puente que propone diversas formas de expresar visiones particulares del mundo, ya sea internas o externas.

En este ciclo de creación-producción-distribución y acceso a estos bienes, se opera un anhelo al insistir en vernos reflejados en el espejo de nuestra propia cultura, al tiempo que se mira a hacia la descolonización; en este acto de crear y compartir, se promueve y protege naturalmente la diversidad de las expresiones culturales de nuestro país y del orbe, que se distancian de la cosificación del arte cuyo referente es la cultura vacía, alienada y del consumo impuesta por el sistema capitalista.


Para activar este ciclo, es necesario crear políticas públicas tanto desde las instituciones nacionales así como de las internacionales, por ejemplo como las sugeridas y propuestas por la Unesco, sobre formación y fortalecimiento de capacidades artísticas, sociales, de emprendimiento y de gobernanza, para que los creadores puedan desarrollarse y vivir decorosamente de su producción, que sugieren en hoja de ruta acciones orientadas a la disminución de la intolerancia, la desigualdad en los ingresos o la erradicación de la corrupción, entre otros aspectos que obstaculizan la generación de condiciones idóneas para crear un círculo virtuoso.

La carencia de un acceso equitativo a los bienes y servicios culturales se relaciona directa y precisamente con la inequidad y conlleva un componente ideológico que privilegia visiones del mundo que no todos comparten. El quid radica en alcanzar el ejercicio de una democracia cultural fidedigna y auténtica, que ponga acento en el acceso y en la participación mediante un andamiaje que recurre a la creatividad como la fuerza vital que empuja a la transformación y mira hacia la autonomía, que además de ser portadora y vehículo de las singularidades de cada cultura, como se ha señalado arriba, contribuye a construir un futuro resiliente e inclusivo.

Es posible encontrar en el contexto social la razón del arte, que podría derivar en esgrimirlo como una herramienta de lucha, de cambio e intervención social. En contraste, en el opuesto existe otro discurso, disímil, que es la práctica del arte por el arte, considerada como elitista que se sostiene en el individualismo y en la idea del creador genio, en el que priman los valores formalistas, es decir aquellos aspectos compositivos que configuran las producciones artísticas.

Los primeros, se embarcan en la construcción de lo público, en lo comunitario mediante proyectos de compromiso social que abrevan en temas tan variados como la distribución de la riqueza, la justicia, la equidad, la defensa del territorio, del medioambiente o de la identidad, y el sentido de pertenencia a un país y a una cultura en particular.

No obstante, se da en este continente del arte y la cultura la coexistencia entre pares, un respeto por la filiación a determinados proyectos y modos de vida de los creadores, artistas, autores e intérpretes, sin demérito de la libertad de creación, el consumo y la circulación de la producción cultural y artística.

La UNESCO, en la Convención de 2005, sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, entre otros puntos sostiene, que: “La libertad artística es una condición indispensable para la creatividad. Las restricciones a la libertad artística y el acceso a una diversidad de expresiones culturales generan importantes pérdidas de orden cultural, social y económico. Privan a los artistas y profesionales de la cultura de sus medios de vida y expresión, y crean un entorno poco seguro para el público. La convención reconoce que no se puede promover la diversidad de las expresiones culturales, si no se garantizan los derechos humanos y las libertades fundamentales”.

De lo anterior se interpreta que hay cabida, inclusión y respeto por cualquiera de las formas de expresión, de ver y entender el mundo, en un ejercicio legítimo que nos permite reflexionar para reinventarnos con base en la cultura y el arte, que se sostiene con el ensayo y el gusto por la experimentación, la investigación y la producción de piezas o bienes culturales sensibles, o bien del conocimiento, sin perder de vista centralmente el: “Promover la libertad artística y los derechos económicos y sociales…”, de quienes participan en la cadena de valor del sistema del arte y la cultura, que de conformidad con la institución citada, se aproxima a 30 millones de personas en el mundo, que se sostienen de las industrias culturales y creativas.

Otra línea a considerar de la citada Convención, es la creación de políticas inclusivas y transformadoras para promover la igualdad de género en todos los sectores culturales mediante la paridad y acceso a todos los puestos de trabajo, la eliminación de la diferencia en salarios o contar con vías abiertas a la financiación para proyectos culturales y artísticos.

Asoma un área de oportunidad para transitar en la posibilidad de que las instancias culturales, universidades y el sector educativo, contribuyan como agentes y actores en estos procesos guiados por la solidaridad, la tolerancia y la confianza, en la que se integre al sector privado en el que caben las Pymes culturales, la industria y el turismo cultural, así como la sociedad civil bajo el ancho paraguas en el que hay entrada para organizaciones no gubernamentales, fundaciones, asociaciones vecinales o de todo tipo; más los artistas y el llamado cuarto sector: la economía social, clusters, medialabs o redes. (Hacia una cultura sostenible. 2021).

La empresa es grande. Cito además en este texto, los ámbitos culturales clasificados por la Unesco, que a su vez son considerados como subsectores, los que en su totalidad tienen presencia en la vida cultural en el estado de Aguascalientes, los cuales son referidos por la publicación citada arriba, para los que se advierte que estos poseen: “…características propias en cuanto a sus valores, formatos y estructuras y modelos de gestión: Patrimonio cultural material (museos, archivos, bibliotecas, monumentos, arqueología). Patrimonio inmaterial (fiestas, folklore, tradición, oficios, artesanía, gastronomía). Artes escénicas (danza, teatro, circo, performance). Artes visuales (pintura, escultura, fotografía, videoarte). Artes musicales. Cine y audiovisual. Literatura y edición. Arquitectura y diseño. Medios digitales (videojuegos, multimedia, software, redes sociales). Publicidad creativa”.

La producción artística en el sistema capitalista se mueve, en la lógica de libre mercado. Han quedado atrás soterradas aquellas intenciones de exaltación del espíritu, hoy existe en el mundo una producción estandarizada que atenta contra la creatividad y el desarrollo individual de artistas y de las comunidades, y de paso con la naturaleza. Existe una tendencia en que los artesanos y los artistas proyectan su creatividad y son absorbidos para crear productos o piezas artísticas que la publicidad nos vende como estilo de vida a seguir, lo central es el individualismo, el goce, la felicidad fugaz y el derroche, y se corrompen los elementos culturales comunitarios de los países en desarrollo.

Hay que estar alertas ante este escenario de homogenización cultural global, en el que se produce y consumen idénticos productos por todo el orbe, incluida la industria del ocio, y donde todo bien cultural material e inmaterial es degradado a mercancía. Todo está mercantilizado. En tanto el capitalismo continúa su incontenible marcha económica e ideológica, siendo estos factores igualmente, cultura.

octubre de 2023


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