El presidente tiene como una de sus grandes habilidades la comunicación política, en el marco de una estrategia muy elaborada y compleja construida en los largos años como candidato a la presidencia.
Ya en el poder esa habilidad y estrategia le han permitido estar presente en los medios de comunicación como ningún otro presidente en la historia de México y establecer, día a día, los términos de la discusión mediática.
Uno de los pilares de esa estrategia político-comunicacional es nunca dar lugar a que su persona se vea en medio de eventos trágicos -terremotos, huracanes, matanzas- y reunido con las víctimas de ese tipo de hechos.
La manera como reaccionó a la tragedia que provocó el huracán Otis en Acapulco y la costa de Guerrero es un caso paradigmático, digno de estudio, de la manera de operar su estrategia.
En lugar de trasladarse de inmediato hacia Acapulco en un helicóptero, para en unos minutos estar en el lugar de la tragedia y en contacto con las víctimas, optó, como siempre, por evitar ese momento.
Aplicó su manual de la estrategia político-comunicacional y se trasladó por tierra cuando sabía que la carretera estaba dañada e imposible de transitar. De manera consciente quería evitar estar en el momento más crítico en el lugar de los hechos.
Hizo diez horas, que estaba en sus cálculos. Cuando llegó a Acapulco, de pisa y corre, sólo con el propósito de tomarse la fotografía de ya cumplí, pero sin encontrarse en el espacio del drama y con las víctimas, de inmediato se regresó a su casa ahora sí en un helicóptero, sin permanecer en el lugar de la tragedia.
Lo más pronto que pudo huyó del lugar, a diferencia, por ejemplo, del presidente Fox, en octubre de 2005 en el huracán Wilma, grado cinco, que lo siguió a lo largo de la costa de Quintana Roo, en un operativo organizado por la Marina en carros especiales, para cruzar cualquier río.
La prensa también iba para informar de la tragedia. Sólo minutos después de que había pasado el huracán, el presidente se detenía en las comunidades costeras después de pasar el huracán. En todos los casos se reunió con los afectados sorprendidos de que ahí estuviera el presidente. Agradecían su presencia.
Ya en la noche llegó a un Cancún devastado sólo horas después del paso del Wilma. Esa noche y al día siguiente, el presidente tuvo reuniones de trabajo con integrantes del gabinete y se reunió con hoteleros afectados. Se tomaron medidas de inmediato para hacer frente a la situación de la ciudad y de las comunidades costeras.
López Obrador con su estrategia político-comunicacional evitó que las víctimas le hicieran peticiones o reclamos. Eso siempre lo hace, está en su manual. Del pueblo bueno solo recibe elogios y agradecimiento y no demandas. Para él en su presencia estas no deben tener lugar.
Al presidente su estrategia político-comunicacional siempre le ha funcionado entre los suyos. Lo más probable es que en esta ocasión también le resulte. Estos, no importa el nivel de escolaridad y formación, construyen su pensamiento a partir de lo que el presidente les dice.
Escribo este artículo el domingo 29 de octubre y el presidente sigue sin visitar a las comunidades afectadas de la costa de Guerrero y no ha vuelto a Acapulco. Continúa con sus actividades como si no pasara nada. En sus mañaneras y en los eventos a los que va habla de otros temas, en particular de las elecciones de 2024.
En el marco de su estrategia político-comunicacional, la actitud del presidente ante la tragedia y las víctimas no es nada nuevo, siempre ha sido así. Se le puede preguntar, por ejemplo, a las madres buscadoras, pero su insensibilidad no deja de sorprender e incluso de escandalizar. La historia lo registra.
@RubenAguilar