Tenía la intención de dejar la quinta entrega de esta serie dedicada a los problemas que actualmente padece la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes como el último, pero las cosas que siguen sucediendo me tienen aquí, con la convicción de no quitar el dedo del renglón, presento esta entrega como la conclusión con la idea de seguir con el tema si las circunstancias lo requieren.
Durante los ensayos que tuvo la OSA en la semana para la presentación del concierto de esta noche, y que es el tercero de la cuarta temporada, o capítulo como ha llamado el maestro Revueltas a cada una de las temporadas, la Sinfónica tuvo que salir del Teatro Aguascalientes el pasado miércoles seguramente porque el teatro, su casa hasta este momento, estaba comprometido para alguna otra actividad, desconozco qué actividad pero eso es lo de menos, como sea, la Sinfónica, la Embajadora Cultural del Estado, el mayor músculo cultural de Aguascalientes, nuestro gran orgullo musical, porque definitivamente lo es, tuvo que ser llevada a cumplir con el ensayo al Casino de la Feria, sí, así con esa desfachatez, fue llevada a un recinto que no cumple con las características necesarias para un ensayo sinfónico, y esto, quizás las autoridades culturales del estado no lo vean tan grave, y seguramente no alcanzan a dimensionar esta enorme falta de respeto por dos cosas, una es la falta de interés, y otra, el desconocimiento de causa de lo que representa contar con el prestigio y el privilegio de tener una orquesta, y sobre todo, una orquesta de estas dimensiones artísticas, y peor aún, desconocimiento de cómo debe ser tratada una orquesta. No sé tú amigo melómano, pero no concibo a la Orquesta Sinfónica de Xalapa sacada de su sala llamada Tlaqná, extraordinaria sala, por cierto, para ser llevada a algún lugar alterno para un ensayo, sobre todo improvisando sobre la marcha y llevar a la orquesta a cualquier lugar para cumplir con el compromiso en cuestión.
Por otro lado, la Sala de Conciertos de la Universidad de las Artes, o del Complejo Ferrocarrilero Tres Centurias, o sala de conciertos del Instituto Cultural de Aguascalientes, no sé cómo se llama realmente esa sala que debería llamarse con toda justicia y merecimiento, Sala de Conciertos de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, también estaba ocupada para otro fin, ese recinto que debería estar consagrado para celebrar el gran acontecimiento de la música, se usa para cualquier cosa, informes, convenciones, cursos, lo que sea, menos para el fin para el que fue creada; cierto es que tiene problemas de acústica que inhiben una digna audición musical, pero ya sabemos que con una buena amplificación de sonido permitiría sin problemas un ensayo. Yo espero, -sí, seguramente estás pensando que soy un ingenuo, y coincido contigo, lo soy-, de cualquier manera, espero que ese sagrado recinto destinado a ser la casa de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, para eso la construyeron, sea arreglada y que finalmente nuestra gloriosa orquesta tome posesión de su casa, porque como lo vimos durante los ensayos para el concierto de esta noche, la OSA, con toda la importancia que representa para el estado, no tiene una casa propia, y esto, la verdad, da vergüenza.
No sabes, amigo melómano, no sabes las ganas que tengo de que cuando nos ocupemos de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes sea para hablar estrictamente de cuestiones artísticas, no de problemas administrativos que es lo que más daño causa a nuestra máxima entidad musical. Los maestros que integran la OSA no sólo tienen que resolver los retos que les propone una obra musical, asimilar las indicaciones que reciben del director, sea huésped o el titular, no solo tienen que ensayar en sus horarios de trabajo la música que está sobre sus atriles y llevársela a casa porque tienen que seguir estudiando, el compromiso, respeto y pasión que sienten por la música y por su trabajo, así los obliga a actuar, con una gran responsabilidad; no suficiente con eso, tienen además que lidiar diariamente con problemas administrativos que no son parte de su perfil de trabajo, creo que quienes están a cargo de las cuestiones administrativas les falta conocimiento de causa y un profundo amor por la música.
Sé además que en noviembre, -por fin-, habrá audiciones para la contratación de nuevos músicos, pero no hay nadie inscrito todavía, ¿pero cómo esperamos que haya una respuesta a esta convocatoria si no se hace público en redes sociales?, así no se hacen las cosas, los encargados de este asunto deberán ponerse las pilas, no creo que sea mucho pedir.
Desde hace ya muchos años en la administración de Carlos Lozano de la Torre, aunque no recuerdo si fue durante el tiempo que Martín Andrade asumió el cargo de director general del Instituto Cultural de Aguascalientes, o si fue con su relevo, Dulce María Rivas Godoy, que desapareció la Camerata Ponce y también el Coro de la Ópera de Aguascalientes después de aquel desastre generado en la presentación de la Sinfonía del mar del compositor inglés Ralph Vaughan Williams. Evidentemente no vamos a responsabilizar a la presente administración de estos vergonzosos hechos que han lastimado la cultura de Aguascalientes, pero ya que ahora nuestro estado asume el cargo, y la responsabilidad también, de ser la Capital Americana de la Cultura, esto sería un buen marco para reorganizar el Coro de la Ópera que tanta falta nos hace, y claro, también la excelente Camerata Ponce, y sí, ya sé, te debes estar riendo de mi ingenuidad, pero como ya lo aclaré, sí, soy ingenuo y creo que las cosas se pueden arreglar, solo hace falta voluntad de la autoridad, pequeño gran detalle, ¿verdad?