Con muy grata sorpresa y oportunidad analítica sobre el decurso de la presente Administración Federal, recibo la publicación sobre Política Pública que examina en su dimensión entera lo que ha estado significando la pretensión del Movimiento de Regeneración Nacional de inducir y significar la Cuarta Transformación nacional; habida cuenta de las fases históricas de Independencia, Reforma y Revoluciòn Mexicanas. La 4a implicaría el “cambio de Régimen de Gobierno Federal”. A esta aventurada reivindicación como proyecto encabezado por Andrés Manuel López Obrador, yo he venido construyendo una relectura crítico analítica.
Y comienzo por decir que a la base de su planteamiento existe una hipótesis equìvoca o amfibológica. La pretensión de fundar la Cuarta Transformación de la Nación, en el auténtico sentido horizontal o diacrònica, histórica propiamiente dicha, no es consistente ni coherente con su aspecto complementario antitético que es la visión sincrónica o teórica en sentido estricto. Es decir, confunde y “allí está el detalle“, un cambio prometido de Régimen de Gobierno, que implica la redefinición y en su caso re-estructuración del aparato y funcionamiento administrativo al servicio del Estado, con una mega-transformación de la organización y dinámica de la sociedad polìtica como un todo.
Me explico. Ya lo he dicho anteriormente, yo no soy jurisconsulto, ni experto constitucionalista, pero sí me expuse al conocimiento del análisis social en su teoría fundante que es la Forma de Estado. En y desde ella quedan establecidos cuatro grados y, por ello mismo prioridades de orden gubernamental: a) la Forma de Estado en cuanto tal, (Estado Capitalista dependiente del Capitalismo Dirigente de los paìses centrales; en su fase de Globalización). b) El Tipo de Estado, República Independiente con esquema Tripartito de Poderes. c) La Figura de Gobierno, Federalismo con división tripartita y soberana de órdenes de gobierno: Federal, Estatal, Municipial. Y d) El Modo de Régimen. Federal y mediante concurrencia de órdenes gubernamentales según atribuciones constitucionales y competencias jurisdiccionales. Siempre en escala de colaboraciòn y contraprestación de servicios.
Pues bien, siguiendo este análisis social fundamental. ¿En dónde se ubica la pretensión López-Obradorista? Para mí está claro que le compete la prioridad “d” o el Modo de Régimen. Es decir el Cuarto Rango de prioridad y orden gubernamental. No veo cómo, sin un drástico cambio del orden Constitucional imperante, pudiera intervenir en los primeros 3 órdenes de Forma de Estado, y si lo hiciera lo haría anticonstitucionalmente y en contra de la voluntad soberana explícita de la ciudadanìa como un todo coherente. Y, ¿dónde queda la pretensión de transformación diacrónico-Histórica? Desde mi punto de vista en un mero espejismos retòrico e ideológico, puesto que un cambio “sincrónico” (digamos, en “un tiempo uno”/intelección conceptual), no puede sustituir a un proceso “diá-crónico”/a través del tiempo, cuyo suceso puede implicar lustros, décadas o centurias. En suma, una pretensión histórica de gran magnitud, no puede ser suplida por un cambio instantáneo de una estructura fija, en un tiempo mínimo de realizaciòn. Ergo, la 4T de ocurrir como tal, sería un cambio de Cuarto Grado o significaciòn de prioridad en el orden real Constitucional, pero no un suceso dilatado en el tiempo como diacronìa de un cambio horizontal, a travès del tiempo.
1a.- Mucha política, poca administración. Ma. Amparo Casar • Sergio López Ayllón. (Nexos, ut supra, https://www.nexos.com.mx/?p=75496), Una promesa de cambio: la Cuarta Transformación le modificaría el rostro al poder.
Por estas razones, veo y valoro como de alta contribución analítica el esquema que ahora nos ofrecen los autores ensayistas de Desmantelando el Estado y con el cual estoy fundamentalmente de acuerdo. Y lo celebro por su muy certero y atinado enfoque crítico analìtico; por ello me permito sintetizar sus conceptos centrales que tocan certeramente el proyecto cuatro-teísta, en su real dimensión. Veamos.
La Revista Nexos, en su edición del 1º de octubre, 2023, publica cinco ensayos bajo el título Desmantelando el Estado, bajo el siguiente epígrafe: Más allá de la narrativa oficial, en la que todo marcha bien, la ciudadanía padece cada día los efectos de un pausado desmantelamiento del Estado, cuya ineficiencia acumulada será difícil de corregir. (Fuente: Nexos. octubre 1, 2023. https://www.nexos.com.mx/?p=75498).
Se trata de cinco avenidas de exploración, sobre el cómo se han ido emitiendo y aplicando las Políticas Públicas, bajo el supuesto nuevo “régimen” de gobierno que preside Andrés Manuel López Obrador bajo la égida de la Cuarta Transformaciòn de pretensión nacional. En realidad, dicho análisis mediante este enfoque aborda centralmente el proyecto de cambio, que blandió como divisa de su ejercicio de gobierno sexenal. Desde mi punto de vista, el presente abordaje es un llamamiento a rendición de cuentas, de una Administración federal que se resiste a ser evaluada y menos aún ser emplazada a topar sus resultados con los fines planteados; es decir, a contrastar técnica y científicamente los medios utilizados ante o contra los objetivos estratégicos visionados.
La editorial de la publicación en comento versa así: Al llegar a la Presidencia, López Obrador estableció dos ejes rectores para la administración pública de su gobierno: la austeridad republicana y eliminar la corrupción. ¿Cumplió? (Cfr. Ut supra, ibídem). Encontramos la respuesta en cinco avenidas analíticas, cuyos conceptos esenciales son los siguientes:
– (Él) tuvo en poca estima a la administración pública, que le generaba una enorme desconfianza. Era una burocracia dorada que acumulaba altos salarios e innumerables privilegios; un “elefante reumático”, difícil de mover;
– Opuesta al cambio y saturada de corrupción. Además, era un impedimento para hacer las cosas “bien y rápido”.
– “Gobernar no tiene mucha ciencia”. Por ello, las recetas para resolver todos estos males eran de una simplicidad extraordinaria.
– Para acabar con la burocracia dorada había que eliminar los altos sueldos y los privilegios acumulados. Para el resto de los servidores públicos, era hacer más con menos.
//Primer bloque de supuestos ideológico-pragmáticos -desde mi punto de vista- que mostrarán el aspecto destructivo de un aparato gubernamental, que simplemente es neutralizado y abocado a tareas de un cortoplazismo, tan miope como inoperante//.
2a.- El mito de la austeridad. – Guillermo M. Cejudo. (Nexos. Ibid. https://www.nexos.com.mx/?p=75494). Los presidentes cuentan con una Administración Pública Federal para ejecutar las leyes y aplicar las políticas públicas. Más allá de la legitimidad de un gobierno o la popularidad de un político, es la capacidad de la administración pública la que permite cumplir los programas, garantizar los servicios públicos y resolver los problemas sociales.
– Los resultados no han sido particularmente exitosos: México no ha logrado profesionalizar el servicio público, las estructuras se mantienen desarticuladas, los procesos siguen siendo innecesariamente complejos, continúa habiendo pendientes en transparencia y combate a la corrupción.
– El presidente dejó en claro que, para él, la burocracia es “un obstáculo”, “un aparato oneroso e ineficiente”, “un elefante reumático” que se usa para cometer actos de corrupción y enriquecerse.
– La austeridad se lograría con la reducción del gasto y del tamaño de la burocracia. La disminución de la corrupción con un dicho: “La corrupción se barre como las escaleras, de arriba para abajo”.
– “Gobernar no tiene ciencia”, los funcionarios públicos debían poseer “90 % de honestidad y 10 % de capacidad”. Supuestamente esto llevaría a ahorrar más de 500 000 millones de pesos extras en los recursos públicos sin aumentar los impuestos.
– A cinco años de gobierno, los resultados están claros. Pese al discurso de austeridad, la reconfiguración de la administración pública no logró mayor eficiencia, menor corrupción, ni redujo el gasto gubernamental ni disminuyó el tamaño de la burocracia. El discurso de “austeridad republicana” sirvió para legitimar ajustes en los presupuestos y las plazas de la administración, y centralizar las decisiones.
– Todo por fuera del control legislativo ordenado por la Constitución.
// Lo que, en lo personal me lleva, sin tremendismos a afirmar que en los decenios que hubo de cubrir el “neoliberalismo” o tecnocracia de la globalización -sea, a partir del presidente De La Madrid hasta Enrique Peñá Nieto-, nunca se llegó al grado de envilecimiento del Servicio Públíco, como el que priva ahora.
3a.- Los modos ciegos de la 4T. Samantha Ortiz • Sergio López Ayllón. (Nexos. Op. cit., ibid. https://www.nexos.com.mx/?p=75492). Presentan una contundente tesis central: – Frases como “El pueblo pone y el pueblo quita”, “Yo tengo otros datos”, “90 % de lealtad y 10 % de experiencia” o “Lo importante no es el cargo, sino el encargo” caracterizan el estilo personal de gobernar de esta administración. Más allá de la retórica, esas frases van acompañadas de acciones que, con sorprendente regularidad, se han emprendido para “transformar” prácticas, instituciones y funciones gubernamentales.
– El modus operandi del proceso de “transformación” de la administración pública federal. El nuevo modo de gobernar está compuesto por acciones que se disfrazan con el discurso de honestidad, austeridad, justicia social y eficiencia, pero que en la práctica involucran el uso discrecional, caprichoso e irresponsable del poder: acusaciones no sustentadas de corrupción, privilegio o despilfarro que justifican la reasignación de recursos y funciones; designación de funcionarios “de confianza” pero que no reúnen las calificaciones que requiere la función; uso de conceptos como “seguridad nacional” o “interés público” para eludir o apresurar procesos y evitar la transparencia; emisión de normas ex post para justificar decisiones ya implementadas.
– El gobierno de la llamada Cuarta Transformación ha desarticulado y modificado no sólo políticas y programas, sino también las capacidades de la administración pública —ya de por sí limitadas— para actuar de forma legal, profesional, con calidad técnica, eficiencia administrativa, transparencia y responsabilidad en el cumplimiento de sus funciones.
– La política de reajustes salariales; la reducción de estructuras administrativas; el empleo de personal militar en diversas funciones y estructuras civiles; las compras improvisadas y sin licitación; la creación de nuevos cuerpos de servidores públicos; la centralización de facultades y funciones frente al debilitamiento de las instituciones; y el abandono o debilitamiento de instituciones dedicadas a la rendición de cuentas.
– Un conjunto de prácticas cuyo efecto acumulado modifica profundamente la lógica de la administración para ponerla al servicio de los designios del presidente de la República.
// Una tesis central que describe técnica-fenomenológicamente el modo anti-sistèmico de gerenciar la operación práctica de las Polìticas Públicas. A las que reduce a un manojo de prioridades unipersonales, centralizadas, no-negociadas del interés y de la cosa pública.
4a.- Presupuesto de un solo hombre. Leonardo Núñez González. (Nexos. Ut supra. id. https://www.nexos.com.mx/?p=75490). Descriptiva técnico-financiera que plantea en sus términos, no ideológicos sino práxicos, el efecto real del supuesto determinista de la Administración López-Obradorista, sea: – Entre 2019 y 2022, el Poder Ejecutivo gastó 1014 millones de millones de pesos más de los que originalmente tenía aprobados por la Cámara de Diputados en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF). Este billón de pesos equivale a 4.8 % más de lo originalmente planificado, pero es tanto dinero que, sería suficiente para pagar 122 veces lo que costó construir la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México. El gasto adicional a lo presupuestado desmiente el mito de la “austeridad republicana” y forma parte del gran poder discrecional que ha ejercido el presidente Andrés Manuel López Obrador para destinar más recursos a sus proyectos, programas e instituciones favoritas.
– Entre 2019 y 2022, el gobierno quitó 4203 millones de millones de pesos de los rubros originalmente aprobados en el PEF y los redireccionó. -Una modificaciòn equivalente al 19.4 % el destino de los recursos aprobados por los legisladores.
– A pesar de que la Constitución señala que corresponde al Poder Legislativo decidir cómo se asigna el erario, el presidente ha expropiado esa facultad.
// Yo lo he comentado como la centralización de recursos en una “bolsa” a manejo discresional del presidente, concepto que coincide con el de este autor. Manejo que conlleva no una reforma administrativa del sector público, sino una escalada de apropiación de funciones estatuidas por la Constitución Polìtica a otros poderes, sobre las cuales ejerce un poder omnìmodo y antisistémico sobre los órganos públicos. A lo dicho, yo añadiría el concepto de “canibalización” de las partidas presupuestales asignadas, cuyo efecto es desfondar la capacidad operativa de las instancias intervenidas//.
5a.- Guía de reconstrucción. Guillermo M. Cejudo • María del Carmen Pardo. (Nexos. Ut supra. https://www.nexos.com.mx/?p=75488). El antecedente inmediato de Administración Pública. – Terminamos el siglo XX con una burocracia centralizada, jerárquica, disminuida en recursos y capacidades, con un sector paraestatal significativamente reducido. Sin embargo, algunas áreas lograron escapar de los controles homogeneizantes: los primeros órganos constitucionales autónomos, como el Banco de México, el ine y la cndh, los primeros órganos reguladores o los centros públicos de investigación.
– Un punto de quiebra: – La transición democrática añadió nuevas agendas. El objetivo, para un Congreso dominado por la oposición a partir del 2000, fue acotar las facultades del Ejecutivo: quitar la partida secreta, imponer reglas presupuestales, transparentar la información pública, fortalecer las auditorías, monitorear el desempeño y evaluar las políticas públicas, fortalecer la rendición de cuentas, combatir la corrupción. Se privilegió el control democrático sobre las burocracias. La inversión en construir capacidades administrativas fue mínima: no se definieron trayectorias de carrera administrativa, no se invirtió en formación de funcionarios, los esfuerzos de innovación terminaron ahogados por rutinas burocráticas, la inversión en tecnología y sistemas de información permaneció rezagada y no hubo ningún intento serio de reorganizar al sector público para adecuarlo a las necesidades de una democracia del siglo XXI.
– se crearon nuevos órganos autónomos con funciones muy específicas: la regulación de la competencia económica o las telecomunicaciones, la evaluación educativa, la garantía del derecho a la información e incluso la procuración de justicia. En el mismo tenor, se crearon autonomías administrativas para fortalecer técnicamente las decisiones de política energética, ambiental, sanitaria o regulatoria.
Y, ahora el 4-Teìsmo: – El gobierno del presidente López Obrador rompió radicalmente esa trayectoria: dejó de acotar la discrecionalidad del Ejecutivo y de crear áreas técnicas especializadas. Pero no acompañó sus decisiones de una construcción de capacidades administrativas sino, como se ha explicado en otros textos de este dossier, se utilizó la retórica de la austeridad y el combate a la corrupción para reducir presupuestos, imponer restricciones operativas, desaparecer organizaciones y puestos, disminuir salarios y centralizar compras. La consecuencia es una administración pública mal equipada para desempeñar sus tareas.
Por motivos de espacio, cierro precautoriamente esta reflexión, reafirmando: En realidad, hoy, afrontamos un tiempo crítico singular, en que se juega –sin excesos retóricos- el futuro de nuestro país. ¿Continuidad del catastrófico régimen inducido por el López-obradorismo? O ¿Inducción de un auténtico giro “espiral” y “hacia arriba” desde políticas públicas erráticas, improvisadas, incoherentes, regresivas, cualitativamente des-tructivas? (Nota mìa. LJA.MX. Punto focal. Viernes 25 de agosto, 2023).
No basta con hablar, hay que actuar en y desde la Política… No estamos obligados a esperar ciegamente a que acaezca el “destino manifiesto” de una continuidad histórica de una práctica política reductivista y que ve la Historia desde un retrovisor ideológico. En donde el ámbito de interés no se reduce al mundillo pestilente de “la corrupción e impunidad”, ni a su quinquenalmente repetida letanía de “neoliberales, conservadores”, por importante que sea, sino a enfocar hacia el horizonte de un desarrollo integral de los factores reales de la producción, la circulación, el intercambio y el acceso a los bienes y factores del crecimiento económico, financiero y de los RR.HH que condicionan la calidad de vida de todos los mexicanos. Este cambio de enfoque redimensiona todo el sistema político y social del país.