Los tacones de Mariana - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Una de las situaciones más complejas de sobrellevar en la infancia es la orfandad. En la primera infancia, la niñez y la adolescencia introyectas varias emociones, en este caso, la inseguridad, el desapego, la no pertenencia y la mezcla de todas ellas: la ansiedad. Observas el mundo con muchas expectativas y deseos, pero al mismo tiempo sientes que nada es para ti, que no eres lo más importante para nadie, rápidamente aprendes a sobrevivir. En algún momento de tu desarrollo, inconscientemente sabes que no habrá quien cubra tus necesidades afectivas y comienza una etapa de falsa autosuficiencia, lo digo así porque cuando te vinculas con alguien amistosa o amorosamente, muchas veces se convierte en codependencia emocional.

La literatura, a lo largo de su historia, nos ha contado las vidas de niños y niñas huérfanos una y otra vez, tratando de visibilizar esas experiencias o simplemente como hilo conductor de las tramas. Como Oliver Twist (1838), de Chales Dickens, un niño que va del maltrato en un orfanato, a ser explotado en las calles y finalmente adoptado. Otra obra sobre una huérfana que me marcó mucho es Jane Eyre (1847), de Charlotte Brontë, porque la protagonista al haber crecido y sido educada en un instituto, la volvió una mujer insegura de sí misma y definió irremediablemente su forma de amar y recibir amor. Otra niña huérfana, pero con una personalidad llena de alegría por cada aspecto de la vida, es la pequeña Heidi (1880), de Johana Spyri, la niña llega a vivir a los Alpes suizos con su abuelo ermitaño y encuentra la forma más simple y natural para ser feliz.

Luego llegan los niños perdidos comandados por Peter Pan, escrita por James Matthew Berrie en 1904, quienes prefieren alejarse del mundo real y refugiarse en Nunca Jamás, un mundo de fantasía, pero sin dejar de ansiar los cuidados maternos. En 1911, Frances Hodgson escribe El jardín secreto, en esta novela Mary Lennox, una niña huérfana llega a vivir a casa de su tío, donde también vive su primo Colin, huérfano de madre, enfermo e ignorado por su padre. Juntos encuentran un jardín para sanar física y emocionalmente, además de reconectarse con su cuidador principal.

En Arrancad las semillas, fusilad a los niños (1958), del autor japonés Kezamburo Oe, narra la historia de un grupo de niños abandonados que sufren el rechazo de la sociedad y se ven enfrentados a las situaciones más dolorosas y desesperanzadoras. Otro autor japonés, Kazuo Ishiguro, escribe en 2005 la novela distópica Nunca me abandones, donde niños y niñas huérfanos son educados en institutos, aparentemente todo es normal, hasta que se dan cuenta que son criados como reemplazos de órganos y a lo único que se aferran es a las amistades que se generan entre los que viven la misma situación.

Y no podemos olvidar a uno de los huérfanos más famosos de la literatura contemporánea, Harry Potter (1997) de J.K. Rowling, que a pesar de ser bien recibido y protegido en la escuela de magos y ser el lugar al que siente que pertenece, al terminar cada ciclo escolar, siempre termina regresando a la casa de sus tíos que lo maltratan, discriminan y menosprecian.

La lingüista Susan Sontag, menciona en su ensayo “Ante el dolor de los demás” (2001), cómo nos vamos haciendo inmunes al ser espectadores de tanto sufrimiento. Sin embargo, yo quiero creer que hay quienes ese dolor ajeno les hace tomar acción y aunque no hayan pasado por problemas similares, pueden entender y usar su situación privilegiada para incidir.

En 2021, en Monterrey, Nuevo León, unos tacones resonaron por los pasillos de un edificio sucio, desatendido, triste y deteriorado, el lugar dónde viven los niños, niñas y adolescentes en orfandad o que sus padres y madres perdieron la custodia temporalmente. Mariana Rodríguez, influencer, titular de Amar a Nuevo León y esposa del gobernador Samuel García, había llegado a Capullos, el albergue que está a cargo del estado. Con ella llegaron cambios, primero comenzó a compartir en sus redes sus interacciones con los niños, niñas y el personal. Para entretener a los y las habitantes del orfanato se puso una botarga de Rex, el dinosaurio de Toy Story, pero con tacones blancos. Luego llegó navidad y organizó una serie de eventos y juguetes patrocinados por marcas como Lego y personalidades del deporte como el Canelo Álvarez.

Mucha gente la ha acusado de banal, de hacerlo todo por pose para su Instagram e incluso de falsa. Trascendieron escándalos como cuando sacó a un bebé de Capullos para pasar un fin de semana en su casa. Incluso fue confrontada por feministas el 8 de marzo de 2022. Pero inmediatamente los cambios empezaron a ser estructurales. Visita a diario Capullos, se acuesta en las camas del albergue y se da cuenta de las condiciones de los viejos colchones donde duermen bebés, niños, niñas y adolescentes. Logra cambiarlos con la ayuda del estado y de patrocinadores; demostrando que no sería una mujer más que se pasea de vez en cuando por esos pasillos, que llega con unos regalitos, sonríe para la foto y abraza a infantes de quienes nunca llega a saber ni sus nombres, mucho menos sus problemáticas. Mariana comienza a involucrarse, a conocer los casos uno a uno, a hablar de ellos públicamente, a promover la adopción, a entender las necesidades y el papel del gobierno para con los y las menores de edad que custodia.

Mariana Rodríguez transformó Capullos, o como ella misma publicita, lo hizo renacer. El pasado mes de agosto entregó las villas donde vivirán los y las menores. Instalaciones de primera calidad, construidas y adaptadas con altos estándares, con mobiliario, iluminación y ventilación. Un espacio que dignifica la vida y da un lugar en la sociedad a quienes no sólo necesitan una casa donde estar, sino un hogar, seguridad y valía. Ahora saben que para el estado es importante su bienestar.


Pero no sólo es una instalación nueva, la renovación va más de fondo, es un cambio hacia el respeto pleno a sus derechos, garantizar su protección y un espacio para sanar lo que hayan vivido, mejorar su futuro y, por consecuencia, el de su comunidad.

Mariana Rodríguez ha dado el ejemplo para así poder contar nuevas y mejores historias sobre la orfandad, porque nunca se está realmente en soledad, se es parte importante de una sociedad y merecen ese reconocimiento.


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