No he querido preguntar, ni tampoco me quiero imaginar las “sesiones de trabajo” que tienen que realizarse para la conformación total del programa de la temporada de la OSA, pero es evidente, que por lo mostrado el pasado viernes 30 de octubre, aquello ha de ser meramente rutinario, y basado en un conocimiento apenas elemental del contenido de específicas obras. Porque el “tener que” escuchar composiciones tales como la “Obertura Donna Diana” de Emil Nikolaus Von Reznicek, y el “Fatum”, Op. 77 (póstumo) de Piotr Ilich Tchaikovsky, resulta ser un ejercicio sin sentido, por lo intrascendente de aquellas. Y por supuesto que soy cuidadoso con lo que afirmo, puesto que nadie duda de la importancia de la propuesta del compositor ruso. Es más, cito al propio Tchaikovsky, que el 15 de diciembre de 1877, le escribía a quien fue una de sus principales admiradoras y protectora, a Nadezhda Filaretovna von Meck, lo siguiente: “…La Música no es ilusión, sino más bien revelación. Su fuerza avasalladora reside en el hecho de revelarnos bellezas que en ninguna otra parte encontramos y cuya percepción no es transitoria, sino perpetua reconciliación con la vida…”.
Pues bien: “Fatum” o “Destino”, fue un poema sinfónico, del cual, el crítico César Antónovich Cui dijo en “El Voevoda” (un “La Jornada Aguascalientes” de aquellos tiempos), que “…en lugar de un sombrío monólogo de la desilusión, parece una batalla, un motín o un cataclismo de los elementos…”; mientras que al respecto Mili Alexéevich Balákirev dijo (no obstante que la obra se la dedicó el compositor a él) que “…La composición en sí misma no me agrada; está un poco meditada y muestra señales de haber sido escrita apresuradamente. Por todas partes se ven las costuras y los hilvanes, y la forma es absolutamente desafortunada…”. Ante ello, el propio Tchaikovsky decidió NO publicar “Destino”, y pocos años después DESTRUYÓ la partitura, y en el año de 1876, se refirió a ella como NO EXISTENTE. Pero no faltan los necios: alguien descubrió los materiales de la orquesta, se “reconstruyó” y fue publicada póstumamente como opus 77, y luego presentada por la OSA el pasado viernes. El escucharla sólo nos llevó a reafirmar las conclusiones ya citadas: una obra que su propio autor desechó.
Y lo mismo se puede decir, respecto del elemental contenido de la
“Obertura Donna Diana”, y espero que alguien pueda responderme respecto
del porque de su inclusión. Como sea, y como NO hubo regalo de boletos
de acceso al Teatro Aguascalientes para el evento del viernes, no
apareció el aviso de LOCALIDADES AGOTADAS, y la afluencia del público,
fue solamente regular, y ¡vaya público tan “chabacano”! ¿Y qué
significa “chabacanería”? Según el Diccionario: “…Falta de arte, gusto
y mérito estimable…”. ¿Y “chabacano”? “…Sin arte o grosero y de mal
gusto…”. No están mal tales definiciones, pero además, y por ello estoy
de acuerdo con Julio Almeida, catedrático de Sociología en la
Universidad de Córdoba, se debe considerar a la “chabacanería” local
como “vulgaridad satisfecha de sí misma”. Cito a Julio Almeida: “…El
que es vulgar sin más, el que simplemente tiene mal gusto o es
espontáneamente grosero, no es chabacano; lo es el que está encantado
de su vulgaridad y grosería, el que se complace en ella, la exhibe y la
cultiva[1]…”. Y todo ello estuvo presente en el evento del viernes,
sobre todo al momento en que correspondió la presentación de la
“Sinfonía Española” de Eduard Laló. ¡Vaya forma tan ruin de “romper” la
versión que de ella nos ofreció Natasha Korsakova! La forma válida para
el “ataque” a los movimientos segundo (Scherzando-Allegro Molto) y
quinto (Rondó) de la obra, fue totalmente “quebrada” por el “culto
público” asistente. Y si a ello agregamos “la falta de sufrimiento o
falta de pasión” de la solista, era claro que aquello resultó solamente
“regular”. Sería estúpido negar la excelente calidad técnico-académica
de la intérprete, su excelente memoria, su presencia impecable, su
conocimiento profundo de la obra, también ello plenamente apreciable en
sus encores. Pero, también evidente una FRIALDAD QUE ESPANTA… ¿O tal
actitud era necesaria por la cercanía del Día de los Muertos? Supongo
que Natasha ya debe enamorarse, y en el mejor y más completo sentido
del término.
Por último, cabe señalar que inicialmente estaba programada la
presentación de “La Tempestad: Obertura-Fantasía”, Op. 16 del citado
Tchaikovsky, pero me la cambiaron por “Romeo y Julieta:
Obertura-Fantasía” del mismo autor, y se trata precisamente de una de
las composiciones que “se acomodan” fácilmente con la “sensibilidad” de
la OSA, por lo que después de lo sucedido en el entorno, se podría
esperar algo más agradable. Pero lamentablemente NO fue así, ya que al
contrario de lo que se nos tiene acostumbrado, el resultado fue
básicamente “malo”. En esta ocasión el maestro Revueltas “no llevaba
tanta prisa”, por lo que le dio el tempo adecuado a la obra, pero sin
la necesaria fluidez. Me remitió “el sonido” generado esa noche a las
versiones que de tal Obertura hacía la Orquesta del Sindicato de
Trabajadores de la Industria Cinematográfica, para cualquiera de las
películas donde el “héroe” lo era Arturo de Córdova o Enrique Rambal, y
en donde la “sección de alientos metal” se comía al resto de la
orquesta: eso fue lo que precisamente ocurrió. Mala noche la que
“vivió” Tchaikosvky el pasado viernes (y uno que otro oyente
medianamente informado).
Y más desorden, en este caso administrativo: Les dije que para tal
ocasión sí alcance boleto de acceso, adquirido directamente en taquilla
quince minutos antes de las 21:00 horas, y el que me entregaron NO
hacía referencia en su contenido al Quinto Concierto, sino al Tercero.
¿Se vale?
[1] Julio Almeida, “VULGARIDAD MILITANTE”, Revista “Cuenta y Razón”,
Segunda Etapa, Número 7, Marzo 2009, Fundación de Estudios Sociológicos
(FUNDES), Madrid.
