El grupo de teatro La marcha de los Muñecones, surgido en 1990, originario de Comas Perú, uno de los barrios que rodean la capital, inició ayer una gira por diferentes municipios de Aguascalientes después de haber estado en el Festival de teatro de calle en Zacatecas y como respuesta a la visita que los grupos Lotería Teatro y la Secta Minúscula de los Viajeros Frecuentes hicieron allá.
A partir del domingo y hasta este miércoles próximo visitarán Calvillo, San José de Gracia, Pabellón de Arteaga y San Francisco de los Romo, en punto de las siete de la tarde, en la plaza pública.
Ellos trajeron un fragmento de la obra de Los Pecerros, inspirados en unos personajes que son una especie de perro, mitad animal y mitad humano, cuyo origen se remite a los perros callejeros que existen en estos barrios de migrantes asentados alrededor de Lima y la propia personalidad de los hijos de estos migrantes, uno de los cuales está más cercano al arte, otro desde la memoria, desde la comida, explicó Jorge Rodríguez Mallqui, director del grupo peruano.
Este grupo tiene ya una tradición en teatro de calle, aunque su director reconoció que tanto el espacio interior como exterior para los montajes tienen sus grandes riquezas, posibilidades y limitaciones.
En la calle el actor tiene más espacio para poder crear, pero por al mismo tiempo eso dificulta las posibilidades para representar escenas de mayor intimidad; en el exterior es más fácil llegar a la gente porque hay muchas personas que desconocen lo que es el teatro y los peatones en realidad no son público, sino seres que transitan y de pronto se conectan a la irrupción.
El teatro de calle es también un reto por la cantidad de cosas que compiten con el actor para robarle la atención de espectador: está el sonido propio de la calle, los carros, la fábrica, la bulla y ante eso el actor debe proponer un sonido y una imagen especial para ser llamativo ante quien transita por el lugar, tomando además en consideración que cada imagen se desgasta en un segundo y en el siguiente debe construirse la siguiente. “El teatro de la calle es muy exigente, tiene sus propios retos y limitaciones”.
En Perú, “invadir” la calle con el teatro fue una especie de necesidad que surgió de la inexistencia de lugares donde pueda montarse una obra y es porque los artistas han logrado pocos derechos con respecto al estado, “el estado no apoya en absoluto una propuesta de cultura nacional, salvo la cultura pasada que las mantienen, pero no las vivas, ahí tenemos un déficit, pero los pueblos son increíbles, vivos, siempre se defienden, ante la nada hacen hacer todo y el teatro es eso”, relataron.
No hay apoyos, ni espacios, pero la unidad propicia un crecimiento, un imaginario, propuestas, personajes, grupos que se presentan de a poquito, se van asimilando con la población, se legitiman y se vuelven instituciones complemente distintas a la del gobierno.
Ellos empezaron su actividad en pequeño y con trabajo poco a poco lograron la organización de la Fiesta Internacional de Teatro en Calles Abiertas (FITECA), realizado desde hace ocho años, que a los integrantes les dio la oportunidad de conocer amigos más allá de las fronteras, desde México y hasta Chile.
El teatro es muy diverso, tanto como las propias diferencias entre los países y eso es algo que el grupo del Perú ha sabido distinguir y aprovechar; cada país tiene sus propias riquezas que es muy fácil verlo reflejado en alguna representación teatral y en los personajes de la misma comunidad que le permiten al artista y enriquecen las expresiones de otros lugares como en esta ocasión que ellos están ahora en Aguascalientes.
“En un barrio de extrema pobreza se inició un festivalito con tres grupos extranjeros, ahora hay más de 15 ó 20 grupos extranjeros y de los nacionales van 25 y esto incluso ha contagiado a otros barrios y va creciendo la propuesta de tal manera que muchos de los chicos incluso quieren ser actores y más del 30 por ciento de los postulantes para escuelas de teatro son de barrios populares”.
Además del director, cuatro actrices integrantes comentaron de su experiencia a través del grupo. Para Patricia Beltrán Rodríguez, el trabajo a través del grupo la ha enriquecido por la posibilidad de conocer otras culturas que de otra forma no hubiera sido posible, han visto el trabajo dar sus frutos. El hecho de que haya jóvenes queriendo integrarse es una forma de sembrar y dejar un precedente que se sigue con nuevas generaciones.
El trabajo realizado es no sólo inspiración sino también transformación social, con todas las experiencias que ellos tienen lo vuelcan sobre los jóvenes y los niños como una forma de proyecto social, más allá del arte. El teatro ha bajado el nivel de agresión, los jóvenes en lugar de pelearse entre sí se vuelven voluntarios del festival, compartió Giovanna Beltrán Rodríguez.
Los niños están tan acostumbrados a ver el espectáculo que ya forman parte de él, “mucha gente acá se ha sorprendido con los muñecones, en cambio en el barrio de allá lo toman como parte, su barrio es un barrio cultural a pesar de ser una zona de extrema pobreza”, comentó Cristel Robles Chauca.