En el 2013, el Centro Institucional de Valores, perteneciente a la Rectoría Institucional de la Universidad del Valle de México, realizó una publicación titulada “Responsabilidad Social Universitaria: Un Acercamiento a la Responsabilidad Social y al Desarrollo Sostenible”, coordinada por Elizabeth Manning, Alma R. Osnaya, Yolanda Hernández y Mauricio Guerrero, en la que se propone un decálogo que oriente a los universitarios para reflexionar acerca de su responsabilidad social. Éste contiene una serie de pasos o normas necesarias para que los estudiantes (o la población en general) puedan interactuar de manera ética con su entorno. Consideramos relevante traer a colación el contenido de dicho decálogo, esperando que el lector pueda tomar algunas enseñanzas de él.
La primera regla es “Respeta y cumple las leyes y normas que rigen la convivencia social”; personalmente, considero que todos deberíamos seguirla, no solamente los universitarios. Es necesario que todos cumplamos las reglas de convivencia para poder coexistir en paz, de lo contrario se corre el riesgo de ser rechazado. Ser parte de un grupo implica responsabilidad, obligación, cooperación y respeto mutuo, y es importante tenerlo presente en todo momento.
La segunda norma solicita “Participar responsablemente en los procesos ciudadanos que promueven la democracia y la convivencia pacífica entre los pueblos”. El cumplimiento de ésta supone que los individuos sean conscientes de lo que implica la toma asertiva de decisiones que ayuden a la construcción de un entorno social más pacífico, ya que la paz sólo puede alcanzarse si la población trabaja en conjunto. Para lograrlo es necesario comenzar por nuestro compromiso desde situaciones micro, por ejemplo, la responsabilidad que tenemos para elegir a quienes nos representarán en las instituciones escolares, en centros laborales, comités vecinales, etc. A nivel macro tomar decisiones responsables para elegir a nuestros gobernantes ejerciendo nuestro derecho ciudadano al voto.
El tercer principio solicita “Formar parte de las iniciativas y programas que promueven el desarrollo sostenible en su comunidad, en su país y en el nivel mundial”. Como universitarios, hay que tener más conocimiento acerca del desarrollo sostenible y cómo aplicarlo. Muchas de las iniciativas desarrolladas dentro de las universidades se quedan ahí, sin que la población fuera de ellas pueda acceder a sus beneficios; sin embargo, no debería ser ajena a estas propuestas. Es importante dejar de lado las limitaciones y buscar expandir y promover actividades, con las que sabemos que se pueden generar cambios para bien en nuestra realidad.
El cuarto precepto pide al estudiante “Se interese en las iniciativas globales que promueven la paz en el mundo”, así como “Estar atento a las necesidades sociales y particulares de su comunidad y entorno, y estar dispuesto a aportar sus conocimientos y habilidades aprendidos en el aula”. Al respecto, recuerdo que hace unos días les contaba a mis alumnos sobre la importancia de no dejar un grifo goteando durante 24 horas, ya que implica desperdiciar más de 30 litros de agua; al día siguiente, un alumno me comentó que en su casa hay un grifo que gotea, pero que cuando le expuso este dato a su padre, este respondió: “Bueno, pues perderemos otros 90 litros porque no voy a arreglarlo hoy”. Con esta anécdota pretendo señalar que, así como se pide a los alumnos que se interesen más en las problemáticas comunitarias, también se tome en cuenta sus opiniones en el día a día, pues ellos están demostrando un interés genuino por el entorno en el que viven y están dispuestos desarrollar conocimientos y habilidades para el bien común.
Los siguientes son “Desarrolla un liderazgo con sentido humano en favor de los valores universales” y “Favorece y promueve la conciencia sana y positiva entre sus compañeros y la comunidad universitaria”; vistos el liderazgo y la promoción de la conciencia desde este enfoque, parece ser que sólo en las universidades se viviría muy bien; sin embargo, ¿qué pasará cuando los estudiantes salgan y se encuentren con un mundo en el que no toda la ciudadanía comparte esta norma, puesto que no todos tuvieron la oportunidad de vivir en un ambiente universitario? Por esto es importante que desde la casa se inculquen los valores universales, sin la necesidad de atenerse a la educación académica.
Otra norma señala que el universitario “Conoce y respeta los derechos humanos y promueve la solidaridad y el bien común entre los seres vivos”. Claro que es una obligación conocer y respetar los derechos humanos, pero no sólo por ser un universitario, sino por ser humano; cualquier persona, sin importar su educación, tiene estos derechos, por lo que todos tenemos la misma responsabilidad hacia nuestros semejantes.
La penúltima norma se refiere a que el estudiante “Contribuye a preservar la identidad y el legado cultural de las diversas comunidades y pueblos que conforman el país, por medio de sus conocimientos y habilidades adquiridas en la universidad”. Tristemente, la realidad es que este tema se discute muy poco dentro y fuera de las universidades. Aunque hay quienes investigan al respecto e incluso elaboran sus trabajos de tesis sobre la identidad y el legado de los diversos pueblos del país, no hay muchas personas que se interesen por estos temas o hay quienes los desconocen por completo. Estos pueblos y comunidades forman parte de nuestra sociedad mexicana, sin embargo, siguen siendo marginados.
Por último, pero no menos importante, el decálogo dicta que el estudiante universitario “Cuida y respeta el ambiente y hace uso adecuado de los recursos renovables y no renovables”. Muy probablemente sabrá que cuidar y respetar el medio ambiente es una tarea de todos, sin importar el nivel de estudios. Esto implica que no hay que creer que todo el peso de salvar a nuestro planeta depende únicamente de los universitarios porque ellos son “el futuro”. Tan sólo recordemos la historia de mi alumno intentando hacer consciente a su padre. Es claro que no basta con que el joven lo sepa, sino que también las personas a su alrededor estén en sintonía. Como universitarios, los individuos aprenderán a hacer uso correcto de los recursos, pero como ciudadanos, todos debemos aplicar lo que ellos estén dispuestos a enseñarnos. Si la vida del mundo dependiera únicamente de los universitarios, no podríamos avanzar porque, repito, no todos tienen la oportunidad de serlo.
En conclusión, el decálogo propuesto a universitarios por la UVM me parece muy completo, pero agregaría que se necesita la participación de los ciudadanos para que realmente funcione y no dejar la responsabilidad a unos cuantos por su nivel de estudios, ya que es una responsabilidad de todos y todas, acorde a las posibilidades de cada individuo, aunque siempre pensando en el progreso moral de la comunidad, de nuestro país e inclusive del mundo.