Conversan cara a cara con Aira y Laiseca - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Un grupo de lectores que conocen la obra de los argentinos César Aira y Alberto Laiseca, tuvieron la oportunidad de charlar con ellos, para preguntarles sobre sus personajes, la forma de elegir al narrador de una novela, la perspectiva que tienen de la existencia del lector, y temas afines a su creación literaria, en una «mesa sin mesa,» como la denominó apenas Joel Grijalva, uno de los participantes de este encuentro.

Aunque los tres lectores coincidieron en que la obra de los dos autores no es parecida entre sí, había que plantear cuestionamientos que valieran la pena para que fueran contestados por igual, tanto por Laiseca como por Aira.  Iniciaron hablando de la presencia del narrador en la obra, cómo es que aparece, y si lo tenían pensado así y no de otra forma desde un principio.

Laiseca dijo que él desde un comienzo hace un plan de obra, donde
define los personajes, sus acciones y algo de la historia; sin embargo;
al empezar a escribir  no siempre la historia sigue el camino que había
planeado en un inicio:  la historia se viola, se improvisa mucho y,
sobre todo si un personaje está bien escrito, tiene vida propia y es él
quien guía al escritor y no al revés.  Para Aira es una experiencia
similar y tiene además muy presente que debe existir una disociación
entre el autor y el narrador.

Sobre los lugares donde se sitúan sus novelas, e incluso la idea de
las historias que construyen, señaló que vienen de experiencias propias
que ellos han vivido, de lugares en los que han estado o de teorías o
historias que han estudiado, porque para hablar de algún lugar es
necesario que el escritor haya “vivido” ahí a través de cualquier
experiencia, para así no dejar lugar a dudas al lector de que es real
lo que ahí acontece.

Aunque en el proceso de la escritura no está presente el lector,
ellos lo vislumbran y se lo imaginan; puede ser alguien completamente
hipotético o se pueden inspirar en alguien que ya previamente conocen;
escriben sobre algo que le gustaría a ese alguien o incluso sobre algo
que le desagradaría por completo, lo importante es que exista y que con
él se entable un feed back creativo. En este aspecto algunos escritores
parecieran muy soberbios al decir que escriben para nadie, que sólo lo
hacen para sí, pero la realidad en todos los casos es que lo hacen para
que sea leído por alguien más.

En la obra de Aira hay un aire muy notorio a imágenes; por doquier
quienes han leído obras suyas alcanzan a percibir que sus “escenas”
realmente tienen la esencia de lo visual, y en este encuentro uno de
sus lectores tuvo precisamente la oportunidad de constatar que,
efectivamente, una de las grandes pasiones del argentino es el cine;
considera que la literatura es un arte superior, pero aún así confesó
de que no haber sido escritores sería cineasta.

Todo escritor es al mismo tiempo un lector; la proximidad con las
letras de otros y quizá con la relectura de las suyas propias fortifica
su creatividad.  Aira dijo que él siempre se las ha arreglado para que
le guste todo; finalmente este ejercicio tiene mucho de desafío, porque
en el inter puede encontrarse con mucho material que le sea
desagradable, pero siempre hay formas de transformarlo.  Laiseca. más
que lamentarse, informó que su actividad lectora en los últimos años se
ha reducido a casi nada, debido a que sus obligaciones laborales le han
reducido el tiempo y ha dejado un poco de lado el ejercicio vital de la
lectura.

En medio de la plática, Aira comentó una anécdota relacionada con un
texto de Virginia Wolf donde había un lector al que se le negaba la
entrada al cielo, y la afirmación siguiente era que a los que les gusta
leer ya vivieron su propio cielo porque lo han tenido todo.



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