Ni duda cabe que el nuevo Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT) ha dado un giro sustantivo en sus prioridades, agendas y definición de grandes problemas nacionales en relación con lo que se había hecho por mucho tiempo atrás en el antiguo Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONAHCYT). ¿Es eso bueno o malo? Depende de la perspectiva desde la que se vean las cosas. De ese tema, ya he dedicado algunos puntos de vista en otra oportunidad. (https://shorturl.at/cktS3). Hoy, sin embargo, ha trascendido una noticia que por sí misma resultaría muy grave si fuera veraz: Se ha afirmado que se ha eliminado el 95% de las becas al extranjero. Dicho así, sin duda, que nadie en su sano juicio podría estar de acuerdo, de ahí que sea oportuno hilvanar algunas reflexiones sobre esta afirmación. Veamos.
Primero. Hay, en efecto, muchas disciplinas donde la formación en el extranjero es necesaria para reducir las asimetrías entre el desarrollo que existe, especialmente en las ciencias y las tecnologías, en México que lo que sucede en los países avanzados. Nadie podría decir que no es así. Lo que ha pasado en el CONAHCYT, en realidad, es un replanteamiento de qué áreas deben priorizarse para estudiar en el extranjero y qué otras se pueden llevar a cabo en el país. En el primer caso, la política pública del CONAHCYT ha descansado en lo que se denominan los Programas Nacionales Estratégicos (PRONACES), como criterio orientativo no como una camisa de fuerza, por supuesto. ¿Son los PRONACES la mejor solución y la única vía posible para atender los grandes problemas nacionales? No necesariamente. En la definición de prioridades juega un papel de importancia capital el modelo de país que se ha concebido por las autoridades de CONAHCYT, en donde han ponderado que el interés social debe estar por encima del interés personal, para efectos de que el erario o presupuesto público destine recursos económicos. Sin duda admito que otra opción política distinta a la gobernante tendrá otros argumentos en favor de potenciar la individualidad sobre lo colectivo, como también sucede en otros países.
Segundo. Por lo que concierne a las becas al extranjero se ha redefinido qué disciplinas deben apoyarse con recursos públicos que lo que se había hecho en el pasado. Así, por ejemplo, uno de los aspectos que a juicio del CONAHCYT como resultado del diagnóstico hecho es el relativo a las áreas de medicina y ciencias de la salud. En consecuencia, ha habido un crecimiento año con año de becas al extranjero comparado con otras áreas donde efectivamente sí ha habido un decremento, en particular en las ciencias sociales, porque en el país hay oportunidades de superación para los estudios de posgrado (maestrías y doctorados). En el campo de la medicina y la salud durante el 2022 se asignaron 20% más becas al extranjero con relación a las otorgadas en el 2018 o 35% más si se le compara con las entregadas en el 2015. Para este año se han apoyado 395 nuevas becas para cursar estudios de maestría, doctorado y especialidades en el sector salud y en algunas otras áreas que están previstas en los PRONACES. Es importante apuntar que por vez primera se apoya un número significativo de médicos para que estudien especialidades en el extranjero como parte de una política pública previo diagnóstico de su idoneidad.
Tercero. Lo anterior no significa, empero, que en materia de tecnología y humanidades hayan desaparecido las becas al extranjero. En este 2023 se han otorgado ya 1751 becas y destinado 731 millones de pesos aproximadamente para este propósito. En otras áreas y disciplinas se han aumentado las becas nacionales a las que se destina un monto de 12,300 millones de pesos. Esta decisión tiene una racionalidad, una justificación que no una ocurrencia. La formación en el extranjero tiene ahora, como uno de sus ejes, preparar mexican@s altamente capacitados para que sean reproductores de conocimiento que se expresa precisamente en los programas nacionales. De no haber existido esta lógica carecería de sentido contar con programas nacionales de calidad e iría a contracorriente de que se subsidien con recursos de la sociedad a individuos sin una contraprestación social que consiste en formar conocimiento especializado en México para que paulatinamente se vaya construyendo una infraestructura de conocimiento nacional. De esta suerte, ahora el CONAHCYT apoya una beca al extranjero por cada dos nacionales. Admito que habrá quienes consideren que es mejor que desparezcan, o tengan una mínima expresión, los posgrados nacionales y se orienten esencialmente los recursos económicos a las becas al extranjero. Ese cambio de paradigma, en todo caso, tendrá que dirimirse en las urnas porque cada opción política tiene un proyecto de nación, que tendrá que plantearse de cara a la nación para que cada elector tenga conocimiento de qué se propone y por qué en las humanidades, las ciencias y las tecnologías y en muchos otros donde hay polémica y argumentos encontrados.