Para fusionar la cultura y el turismo es necesario tener en consideración que no puede hacerse de manera arbitraria: tienen que elaborarse proyectos donde se garantice la preservación del patrimonio y al mismo tiempo que sirva como un polo de explotación económica en estos tiempos donde la crisis ha obligado al planeta y, en específico a México, a voltear sus ojos hacia otros ámbitos que no había considerado, comentó Beatriz Pagés, legisladora federal integrante de la comisión de educación y cultura.
La cultura y el patrimonio histórico como un atractivo turístico es un tema de avanzada a nivel internacional, que sin duda requiere ser tomado en consideración para también hablar de las formas y la normatividad que debe aplicarse para contribuir a que la explotación turística no dañe el patrimonio artístico y cultural del país.
En este aspecto, pareciera vivirse una especie de conflicto porque por un lado está la necesidad de preservación a toda costa y por el otro la cuestión de incrementar la industria turística y, más allá de tomar cualquier postura radical, la parte novedosa estaría realmente en establecer conductas tendientes a una cultura turística de conservación, en donde los visitantes aprendan que no pueden llegar a un centro arqueológico o histórico con absoluto descuido, libertinaje o arbitrariedad, sino más bien asumiendo una actitud de cuidado.
Hay quienes sí han tomado las postura radicales, incluso plantean la prohibición del turismo en aras de la preservación y esa, para Pagés, no es la idea, pues realmente el gran desafío es encontrar el equilibrio entre la necesidad de dar a conocer el patrimonio y proyectarlo económicamente, además de construir las bases de la conservación sabiendo que una cosa no está peleada con la otra.
Estos temas se han traído a discusión después de que en el país se elevó la cultura a derecho constitucional, paso que fue muy importante y que puede ser el comienzo de muchas cosas o la nada: todo depende de la construcción de las políticas de estado, que a final de cuentas es donde se refleja la aplicación de las disposiciones legales porque de lo contrario sería sólo letra muerta.
Para la diputada, una de las deliberaciones más importantes tiene que ver con las armas e instrumentos que se le den al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) para su propio funcionamiento y articulación con las dependencias en los estados y municipios.
Actualmente el consejo carece de facultades, no tiene articulación con las entidades federativas y tendrá que discutirse si se convierte en una secretaría de estado o en un organismo autónomo como el Instituto Federal Electoral (IFE) o la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a fin de hacer un proyecto de nación en torno a la cultura.
En el caso de los estados hace falta una homologación entre las instituciones culturales, ya que en algunos hay secretarías; en otros, institutos y hay incluso donde sólo existe una casa de cultura, por lo que deben unificarse los criterios del sistema cultural para lograr la coordinación entre todos los organismos.
Otro de los pendientes es lograr la transversalidad del tema de cultura dentro de la agenda del plan nacional de desarrollo, para que no sea sólo considerado en los ámbitos artísticos, de patrimonio o turismo, sino en todos los aspectos del desarrollo de una entidad para hacer políticas que eviten el fracaso de muchos proyectos sociales como ha sucedido hasta ahora.
Fue por eso que la legisladora aseguró que el logro de la reforma está todavía incompleto y hará falta que se articulen los cambios en los planes y las legislaciones de los estados, además de las modificaciones al nivel de las instituciones.
La crisis en lo social y en la economía requiere de la cultura y del turismo como un matrimonio para detonar el desarrollo, atraer divisas internacionales y frenar la descomposición de los grupos en la sociedad.