“No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque él miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños” Mario Benedetti.
Estimado lector de LJA.MX con el gusto de saludarle como cada semana, quiero platicarle lo que ha sido para mí volver a correr una maratón, hace un par de años justamente escribí una reseña de mi tercer maratón, pero no puedo quedarme con las ganas de hacerle saber lo que esta nueva experiencia ha marcado en mí.
El pasado 27 de agosto del presente año, se llevó a cabo el maratón de la Ciudad de México, teniendo cada año una mayor participación y siendo un ejemplo de cómo la sociedad puede enfocarse en dinámicas loables y propositivas, sin duda alguna, tuvo una extraordinaria organización. Es un día en donde distintas organizaciones se suman a la dinámica de este evento; en cada kilómetro hay alguna persona o agrupación que da aliento y animo a los corredores, con mucha disposición y entrega ofrecen barras energéticas, bebidas hidratantes y agua. Es algo verdaderamente increíble.
El maratón tiene su reseña en la antigua Grecia, precisamente en la batalla de Maratón en donde el gran estratega militar Temístocles combatió y venció al líder persa Darío, tras un combate agotador y desafiante los griegos lograron obtener el triunfo, cuando eso sucede, Filipides fue designado para ir a llevar la noticia a la ciudad de Atenas, ubicada a 42 kilómetros de distancia, después de correr y dar el anuncio, el soldado cae muerto por la fatiga del recorrido.
Existen grandes coincidencias entre un maratón y la vida, no cabe duda de que la vida no es una carrera de velocidad, es de resistencia. Correr es un ejercicio liberador y muy completo, está prácticamente en la posibilidad de la mayoría, personas destacadas de distintos ámbitos como lo pudieran ser desde Barack Obama hasta el exfutbolista David Beckham, refieren que realizar una buena carrera por la mañana les ayuda a tener días más productivos. El ejercicio libera la tensión y ayuda a tener las ideas más claras, resulta ser una terapia, un modo de vivir la vida, hace que tengas que planear tus tiempos, medir tus comidas.
Correr un maratón implica muchos meses de preparación, del mismo modo requiere concentración, disciplina y una buena alimentación; al mismo tiempo el entrenamiento previo es un gran bendición, cada semana se van sumando kilómetros, el cuerpo se empieza a moldear para que el día de la carrera se pueda llegar a la meta, al igual que en la vida siempre estamos avanzando tratando de alcanzar algo, y en el camino se presentan mil y un situaciones que pueden tratar de detenernos, pero así mismo mil motivaciones por las cuales tenemos que seguir avanzando, entendemos perfectamente que claudicar no es una opción.
“No te rindas, que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros, y destapar el cielo”. Mario Benedetti.
He tenido la oportunidad de correr un medio maratón y cuatro maratones, y una de las esencias más gratificantes es poder ofrecer la carrera a alguien, tener la emoción de escoger tu playera y ponerle alguna dedicatoria, la primer carrera se la dedique a mi madre, la segunda al equipo político al que pertenezco y a una agrupación de hombres libres y de buenas costumbres denominada “Tolerancia” y la tercera a mi futura esposa, en esta cuarta ocasión también le dedique la carrera a mi compañera de vida Aline García; estoy seguro que cada participante tiene una razón por la cual correr, y un motivo por el cual llegar.
Como humanos entendemos que la peor batalla es aquella que se abandona, una imagen que no se puede borrar de la mente es cuando ves a tu familia del otro lado de la meta, el cansancio y la fatiga se desdibujan de la existencia y algo sucede, pues después de 42 kilómetros y mil pensamientos, tu cuerpo retoma la energía y acelera el paso, no cabe duda de que la fuerza también viene del pensamiento.
Cada kilómetro que se corre tiene un gran significado, así como cada año de nuestra vida, decía Lincoln que “al final no son los años de tu vida, sino la vida de tus años”, por supuesto que hay momentos en donde se quiere abandonar la carrera, en donde te detienes y ves que hay gente tirada, o los que se acalambran y sabes que no llegaran a la meta, pero insisto, la vida no es una carrera de velocidad, la vida es seguir adelante teniendo como guía a los ideales, porque el carácter es destino y la valentía siempre tendrá su recompensa.
Hay quienes preguntan, ¿y qué ganas corriendo un maratón?, la respuesta para mí es que sueltas el tiempo, gastas energía, pierdes posiblemente tiempos de convivio, pero es indudable que ganas una conquista sobre ti mismo. Quiero agradecer a mi couch Lucy, quien coordina a un grupo extraordinario llamado “Aquiles”, buenos amigos como Enrique Peralta y Alex Vásquez entrenan con ella, su asesoría y seguimiento hicieron de mi carrera un grato momento.
La gente que piensa en lo finito vive para vencer a los demás, pero la gente que piensa en lo infinito vive para vencerse así mismo. Todo mi reconocimiento para todos los participantes de este maratón,
“Abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron, vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar un canto, bajar guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos” Mario Benedetti.
In silentio mei verba, la palabra es poder.