Finalmente, los procesos internos de las dos coaliciones políticas hegemónicas han concluido. El Frente Amplio por México, con un proceso con sus vicisitudes, terminó a fines de julio decantándose por la fuerte y desparpajada personalidad de la senadora hidalguense Xóchitl Gálvez. Logró transitar por esa compleja ruta impulsada por un gran número de organismos de la sociedad civil que empujó a los grandes partidos tradicionales, hoy de oposición, a definir un procedimiento que permitiera alcanzar un consenso considerando la opinión ciudadana organizada, y los intereses de los propios partidos políticos. Así, a finales de julio, se alcanzó la tan anhelada designación de la “Coordinadora” nacional del Frente opositor.
Sólo una semana después la coalición oficial, tras casi un par de años de intensa actividad proselitista de “las corcholatas” (así decidió el presidente identificarlas), y tras una serie de “ajustes” al procedimiento original, llegaron a la crítica encuesta del primer fin de semana de septiembre, con sus asegunes en términos de organización e implementación, retrasos, y otras “incidencias” como las llamó el propio oficialismos vuelto organismo electoral interno. El proceso de la coalición gobernante no corrió con tanta suerte y el miércoles 6 y el contendiente Marcelo Ebrad reventó contra el proceso, al que acusó de muchas irregularidades y hasta exigió su reposición. Señaló marcadas inequidades y francas intervenciones del gobierno lopezobradorista a favor de la que a la postre resultó ganadora, Claudia Sheinbaum, al grado de no asistir al anuncio oficial de los resultados, y acabar señalando que él y su movimiento ya no tenían cabida en su partido Morena.
Ni el presidente López Obrador, ni los liderazgos oficiales morenistas, ni los aliados de la 4t, le dieron la mayor importancia a lo expresado por el excanciller Ebrad; con mucha tibieza han reaccionado a su rebeldía, como sin muchas ganas de que recapacite, y más bien, como empujándolo a un acercamiento y acuerdo con Movimiento Ciudadano, pensando en minar la fuerza opositora que representa Xóchitl Gálvez. Es más, ignorando a su estilo aquello de la ley, el presidente se involucró directamente en un acto político electoral la noche del 7 de septiembre al “entregarle el bastón de mando” a su candidata Sheinbaum, aprovechando la parsimonia del nuevo INE.
Por otro lado, el secretario de Hacienda Rogelio Ramírez de la O hizo entrega el viernes 8 de septiembre a la Cámara de Diputados el último Paquete Económico que incluye la iniciativa de la Ley de Ingresos de la Federación, el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) que propone un ejercicio de 9 billones 22 mil millones de pesos, y los Criterios Generales de Política Económica (CGPE).
La propuesta de Presupuesto de Egresos significa un incremento del 4.3% real respecto al 2023, y se integra de 6 billones 446 mil 400 millones de pesos de gasto programable y 2 billones 575 mil 600 millones de gasto no programable, que incluye deuda, participaciones a los Estados y Municipios y los adeudos de ejercicios fiscales anteriores (ADEFAS).
Respecto a los ingresos, el documento establece una recaudación fiscal de 7 billones 329 mil millones de pesos, esto es, un aumento en 58 mil millones de pesos o el 0.8% respecto al año que termina, pero ¿y la diferencia? Pues deuda, porque no se echará a caminar la maquinita de hacer billetes, o regresamos al tobogán de la inflación.
Aunque el proyecto del Presupuesto 2024 señala un incremento del 4.3%, ello no es parejo para todos los sectores, así tenemos que hay unos que avanzan y otros que retroceden, por ejemplo: los recursos que se le asignaron a la Secretaría de Salud son los más castigados, al señalar un decremento del 55.8% respecto al 2023, mientras a la Secretaría de Energía recibe un incremento del 273.2% de acuerdo al mismo PEF 2024. ¿Y la salud “mejor” que la de Dinamarca”? Por su parte el INE también recibe un significativo incremento del 78.2%, entendible por las características del proceso electoral del año próximo. Otra instancia que salió beneficiada en el PEF propuesto es el INEGI, ya que recibe un aumento del 37.7%, al igual que la Secretaría de Gobernación con un incremento del 31.8% y la Secretaría del Bienestar con un presupuesto de 543,933 millones, esto es, un 25.2% mayor que en el 2023.
Entre las entidades disminuidas están, aparte de la Secretaría de Salud, la empresa del sexenio PEMEX, con un 35.9% menos, aunque, eso sí, garantizando el apoyo a la petrolera para el pago de sus pasivos en vencimiento. También entre las entidades afectadas están la Secretaría de Turismo (24,4% menos), la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano (-19.5%) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales con un decremento de 11.4% (léase Tren Maya y Dos Bocas).
Estos dos grandes temas nacionales, el electoral y el económico, coinciden en el tiempo de manera muy ¿conveniente? Y nos cuesta trabajo entender en esta confluencia ¿cuál sirvió de cortina de humo de cuál? Si lo electoral de lo económico o viceversa. Ambos asuntos de gran interés del país atraen la atención de la opinión pública y absorben el análisis y la discusión de importantes opinadores y medios de comunicación independientes, pero en lo particular, o en lo electoral o en lo económico, y difícilmente hacen un balance sobre las implicaciones de ambos asuntos, su interconexión o afectación o impacto de uno sobre el otro.
Es claro que, en cuestión de días, quizá semanas, los mexicanos nos enfilaremos a ese punto donde nos debemos comprometer a vigilar y acompañar ambos procesos con la misma atención y cuidado, ya que nos afectarán de manera drástica en el corto y largo plazos. Atender con detalle la discusión del Presupuesto y su adecuado y justo balance, más allá de los criterios y manejos políticos que utilizarán las mayorías legislativas, particularmente contra el Poder Judicial de la Federación o los gobiernos de oposición, entre otros temas. Y cuidar el proceso electoral y la conducta del propio gobierno federal en el proceso. Atentos.