¿Cómo nos involucramos en política? Es una pregunta que, generalmente, puede incomodar a muchas “buenas conciencias”. Notación que nos remonta a una de las obras fundacionales de Carlos Fuentes: Las Buenas Conciencias, una mordaz y esmerada descripción de la cultura predominante en el centro de México… De cuyo acervo cito, una perla fina: (https://acortar.link/NvNhF6).
-“Guanajuato es a México lo que Flandes a Europa: el cogollo, la esencia de un estilo, la castidad exacta. La enumeración de los hombres públicos guanajuatenses sería interminable, pero el número apenas indicaría la profundidad del sentimiento político mexicano en esta región que se precia de ser la cuna de la Independencia”.
//Subrayemos esta proclividad del habitante del Bajío a sentirse orgulloso de su enclave político//.
“Si a algún Estado de la República habría que acudir para encontrar la raíz de los estilos políticos mexicanos, sería a éste. La malicia de la concepción y la finura de la ejecución llevan un estilo originalmente guanajuatense; nadie, como sus hombres, conoce mejor las tácticas de la legalidad aparente para encubrir la voluntad decisiva; nadie, el valor de los procedimientos formales y de la maniobra de cámara. ¿Por qué, en la dilatada extensión de Nueva España, fueron éstos los lectores –y las infanterías- de Voltaire y de Rousseau? ¿Por qué en nuestra extrema actualidad, se escuchan en los pomposos escalones de su Universidad discusiones sobre Heidegger y Marx? El guanajuatense posee una doble, y muy desarrollada, facultad para aprehender lo teórico y convertirlo en práctica eficaz. No en balde fue Guanajuato cuna de don Lucas Alamán. Y su Universidad antiguo centro jesuita”.
// En donde se asume que, al habitante del altiplano central, no le es ajena ni la teoría ni la práctica política; la que sabe manejar con donaire y buen saber //.
“Así, el guanajuatense es un mocho calificado. Un mocho laico (como todos los eficaces) capaz de servir a la iglesia más oportuna y que, en su concepto, garantice la mejor administración práctica de la “voluntad general” teórica. Inteligentes, de propósitos internos claros y manera exterior velada, herederos de una tradición que el excesivo centralismo mexicano no ha alcanzado a destruir, los guanajuatenses representan la cima del espíritu del centro de la República”.
//¿Extraña el choque antitético de estos ciudadanos extra-Cápite con el habitante originario del Sureste, en el Palacio Nacional? O la efervescencia de espumas políticas en su ámbito, a la vista reciente de la aspirante Xóchitl Gálvez? //
“Lo que en los michoacanos es seriedad rayana en lo solemne, en los guanajuatenses se deja atenuar por el sentido de la conveniencia y de la ironía. Lo que en los zacatecanos es exceso de arraigo provinciano lo templan los guanajuatenses con un sentimiento de universalidad: les visitó el barón de Humboldt, les adorna un Teatro Juárez decorado por el escenógrafo de la Opera Comiqué, les pertenece, apropiada por los hombres de la Independencia, la tradición del siglo de las luces. Lo que en el poblano es hipocresía abierta, en el guanajuatense es insinuación talentosa. Lo que en el capitalino, en fin, es afirmación o reticencia, en el guanajuatense es puro compromiso. (La familia de Ceballos pertenecía, con plenitud…)”.
// Un infaltable agudo contraste de cómo las regiones y provincias de México asumen su relación emotiva con la Política, y cómo ensayan de resolver sus avances de esgrima, en propia y estilística definición.//
Tratamos de resolver la pregunta original: ¿Cómo nos involucramos en política? A lo dicho magistralmente por Carlos Fuentes, referimos precisamente esos connotados contenidos de la cultura popular: “De política, de religión y de fútbol… en esta mesa no se habla”, conseja de gusto refinado heredado desde tantas buenas familias, buenas conciencias, para no agriar el ambiente apacible de los habitantes de un hogar decente, que aprecia su equilibrado y atemperado clima emocional familiar. Huelga decir que la política enturbia, enmaraña y enardece los ánimos más templados, máxime la proveniente de un ladino, cashlán retorcido e incluso trapero interlocutor del sureste, para imponerse a toda costa sobre este extenso bajío central del país.
¡He aquí nuestro reto! No tan solo hablar de Política en la mesa, en la plaza, en los foros públicos, sino de involucrarnos personalmente en algo que, veámoslo hoy o no, nos concierne como interés central a nuestros derechos fundamentales tanto individuales como sociales plasmados en nuestra Constitución Política, que nos identifica y aglutina como Nación libre y soberana, que vino aquí a este Mundo (recordando a Heidegger), no como seres arrojados a la existencia, sin más. Nota trascendental que nos sitúa con dignidad y altitud de miras ante otros ciudadanos del Mundo.
En realidad, hoy, afrontamos un tiempo crítico singular, en que se juega -sin excesos retóricos- el futuro de nuestro país. ¿Continuidad del catastrófico régimen inducido por el López-obradorismo? O ¿Inducción de un auténtico giro “espiral” y “hacia arriba” desde políticas públicas erráticas, improvisadas, incoherentes, regresivas, cualitativamente destructivas?
No basta con hablar, hay que actuar en y desde la Política… No estamos obligados a esperar ciegamente a que acaezca el “destino manifiesto” de una continuidad histórica de una práctica política reductivista y que ve la Historia desde un retrovisor ideológico. En donde el ámbito de interés no se reduce al mundillo pestilente de “la corrupción e impunidad”, ni a su quinquenalmente repetida letanía de “neoliberales, conservadores”, por importante que sea, sino a enfocar hacia el horizonte de un desarrollo integral de los factores reales de la producción, la circulación, el intercambio y el acceso a los bienes y factores del crecimiento económico, financiero y de los RR.HH que condicionan la calidad de vida de todos los mexicanos. Este cambio de enfoque redimensiona todo el sistema político y social del país.
Hablar, aun en la mesa, de Política es atender a la urgencia del presente. Ya lo hemos revisitado durante los meses de surgimiento de este inédito colectivo de la sociedad civil; no entramos a la disputa de proposiciones contrarias y dicotómicas al discurso del oficialismo gubernamental, esa sería una discusión inútil y estéril. Por ello hemos propuesto un verdadero salto (cuántico) retórico: un giro en espiral y hacia arriba. Con grata sorpresa y satisfacción descubrimos en el análisis del sociólogo Roger Bartra, precisamente esta forma de caracterizar el cambio esperado, veamos:
Él describe con precisión el momento en que ve instaurado el momento histórico-crítico de esta modalidad de cambio. -“Se publicó un desplegado el 15 de julio de 2020. Lo firmamos solamente 30 personas. El manifiesto se tituló: “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia”. A lo que López Obrador reaccionó coléricamente: “quizá lo único que pueda reprocharse a los famosos personajes es su falta de honestidad política e intelectual”. (…) Podría decirse que ese momento fue un punto central que inició el movimiento circular de una espiral. // Ya lo dije, se trata de una notación por demás acertada y feliz, ya que sintetiza perfectamente el espíritu y la letra del marco teórico que hemos venido construyendo a partir de la obra Las Esferas I, II y III de Peter Sloterdijk. // Yo lo describí como movimiento helicoidal y hacia arriba; porque, no solo abandona el plano confrontativo plano y contrario (negro-blanco), sino que por su giro y salto lo traslada a una oposición contradictoria (términos relativizantes), elevándola a una dimensión superior tanto en calidad como en cantidad.
Superamos la contradicción teórica-práctica de la ideología recortada y reduccionista del López-Obradorismo mediante un cambio tanto epistemológico como bioético y teleológico (conocimiento-Ética/Axiología-Fines), consistente en el ya propuesto marco-teórico –por un servidor- durante los últimos ocho meses, con enfoque preciso en la emisión de las nuevas Políticas Públicas. Este es el horizonte del proyecto a construir, esperanzadoramente por el nuevo gobierno, que pueda asumir la conducción del futuro posible para México.Y el salto metodológico respectivo, desde su punto de enfoque. Por lo que, sé que estamos hablando y actuando claro y fuerte de Política, en esta mesa pública.