La enfermera Lucy Letby, de 33 años de edad, fue sentenciada a cadena perpetua por el asesinato de siete bebés, en un hospital de Chéster, Inglaterra, entre 2015 y 2016. La mujer los envenenó y mutiló presuntamente para que un doctor, del que estaba enamorada, los atendiera y ella pudiera acercarse a él.
Lucy Letby, que se declaró inocente, era asidua asistente de la iglesia, salía de vacaciones con sus padres y dormía rodeada de osos de peluche. La policía apodó a Lucy como “vainilla” debido a que, en apariencia, la enfermera parecía “sin malicia” porque era sencilla y vivía en un suburbio al estilo Disney.
Las autoridades sospechan que estaba enamorada de un médico, por lo que ponía en peligro la vida de los bebés para que el galeno los atendiera. Así, mató a siete niños y puso en peligro a seis más sólo para estar cerca de él.
Después de varios años de investigación, las autoridades encontraron 17 incidentes de bebés envenenados o sufrieron crisis inexplicables mientras estaban bajo su cuidado. Los padres de los bebés dijeron que vivieron ocho años de tortura por no saber qué les pasó a sus hijos hasta la detención de la enfermera.
Mientras tanto, las autoridades lanzaron una nueva investigación sobre los recién nacidos bajo su cuidado. “Estamos simplemente atónitos. Perder un bebé es una experiencia desgarradora por la que ningún padre debería pasar, pero perder un bebé o que le hagan daño en estas circunstancias particulares es inimaginable. Durante los últimos siete u ocho años, hemos tenido que atravesar un viaje largo, tortuoso y emocional”.
“Desde perder a nuestros preciosos recién nacidos y llorar su pérdida, ver a nuestros niños que sobrevivieron, algunos de los cuales todavía sufren hoy, hasta que nos digan años después que su muerte o colapso podría ser sospechoso, nada puede prepararlo para esa noticia”, declararon los padres.