Arte y ciudad: pensar las prácticas colaborativas para Aguascalientes - LJA Aguascalientes
15/11/2024

La ciudad como lugar de trabajo y espacio para la creación artística, per se ha de considerarse como punto de encuentro para el diálogo, las ideas y el vivir diario, con el otro.

Es un receptáculo vivo donde los elementos económicos y socioculturales, el arte y sus procesos, dan lugar a diferencias, tensiones y negociaciones, por ello invita a reconfigurar colectivamente.

Da cabida a relecturas de diversas realidades que le dotan de vívidos y renovados significados, como una invitación a la solidaridad que nos une a los afanes de otros para aprender sobre los demás y nosotros mismos.

Por eso es nodal dar lugar a procesos de pensamiento y reflexión, ofrecer fundamentos para la creación, interpretación y la compresión del arte que tiene como lugar de escritura a la ciudad, considerando que los ciudadanos poseen conocimientos, una historia personal, un perfil emocional y un bagaje cultural, que le darán a éstos, elementos para deconstruir, construir e interpretar sus entornos de manera crítica y creativa.

El arte actual de la ciudad es un rico testimonio de los grupos sociales que lo crean y lo comparten. La fragilidad y la fugaz permanencia de las piezas artísticas tangibles, se asumen en un destino, pues se le perderán a causa de la erosión por el transcurrir del tiempo, que dibuja el ruinoso rostro de una urbe ilegible, que empuja a la apertura de propuestas colaborativas y participativas, para abordarlo como potencial herramienta pedagógica, que reivindique a las generaciones actual y futuras para que puedan participar de un legado material e inmaterial que es común a sus habitantes.

La ciudad se abre a múltiples posibilidades de abordarle ante la inequidad y la desigualdad social presente en todas sus dimensiones.

Sus moradores con el involucramiento de colectivos integrados por artistas ciudadanos, responsables socialmente como productores culturales, pueden activar procesos en que el arte sea una herramienta de gestión que promueve la inclusión al vinculase con amplios sectores de la población, principalmente en donde no llegan los beneficios de los servicios culturales, jugando un papel de agentes que problematizan realidades con sentido crítico, que se expande a la comunidad y busca la justicia social, trascendiendo las fronteras de la concepción tradicional del arte, por lo que en la actualidad se cuestiona la validez de éste.

El quid es ensayar canales de participación para la co-creación con base en el hecho artístico, que lo hará accesible a un público heterogéneo, proceso que es un detonante que libre de imposiciones, forma al común de la gente en el espíritu crítico, al tiempo que activa positivamente un vehículo que hace posible virar hacia la acción cultural.

Por ello se parte de la asociación, cooperación y la creación, cuyo resultado como lugar de aprendizaje y enseñanza grupal, incorporará a esos grupos un valioso activo artístico que genera comunidad para el goce y el disfrute del colectivo.


Al tiempo invitará a otros a dialogar a través de un lenguaje propio creado por ese conglomerado humano, que ha modelado una imagen de sí mismos, individual y colectiva, construido desde lo simbólico y cultural que fortalece las identidades, la cohesión social y el patrimonio.

Es igualmente con el apoyo de la mediación de artistas, un agenciamiento creativo y cultural atravesado por lo colectivo, espacio en que se proponen estrategias creativas y artísticas con comunidades que suman a lo individual, para que sean estas las que precisen y valoren la razón de su experiencia como transformadoras,

mediante procesos de apropiación que tienen lugar en su interior y que se desmarcan de la percepción que se tiene de ellos.

Esto último, es parte de la imposición de políticas públicas que a la letra sugieren qué deben ser, o hacer aquéllos, por lo que se precisa de una resistencia que fija una postura que les autoafirma en lo propio como defensa a su identidad y sentido de pertenencia a su grupo, que propone un arte liberador que rechaza las aspiraciones homogeneizantes neoliberales, que se sostiene y enriquece en los imaginarios colectivos a través de diálogos y saberes que afianzan lazos entre la comunidad.

Nos enfrentamos ante otra configuración de asociación, creación y cooperación que articula lo pedagógico con lo artístico, que emplea como adherente la sociabilidad para visibilizar a grupos sociales emergentes mediante el ejercicio democrático de acceso a la cultura, como el esbozo de una renovada tipología de arte público.

Tipología que hurga entre otros, en los saberes presentes u olvidados y la organización comunal, que es parte de un ser y de un pensamiento colectivo, cuyas prácticas culturales generan de manera radical cambios en la forma como el arte era concebido hasta llegar a la actualidad, que lo esgrime en consecuencia, como medio de organización, producción, expresión, comunicación o de protesta, más no como manifestación de lo bello, lo sublime o la experiencia estética placentera que agrada a los sentidos.

Aquí, las dinámicas sociales se traducen en espacio-tiempo y la valoración del vivir lo cotidiano como experiencia interhumana, toman mayor relevancia que el objeto artístico tangible, se pone en el centro la relación del artista con el público que diluye la autoría en el encuentro y el intercambio con otros.

Por lo que se plantea a través de estas dinámicas, una estética que se aproxima al arte relacional, propuesto por el teórico y crítico Nicolas Bourriaud, como perspectiva contemporánea del arte desplegada a partir de la década final del siglo pasado: una propuesta de intervención social comprensible y cercana, que se construye e imbrica con la participación, pero aún con preeminencia en los espacios artísticos o culturales, que resulta en ocasiones en una visión frágil y adocenada de crítica social.

Afirma el mediador Javier Gil, que el involucramiento de las y los artistas puede mostrar diversos caminos en el contexto que rebasa lo exclusivamente artístico, ya que: “Son muchas las modalidades de trabajo de artistas con colectivos y comunidades, desde prácticas en el interior del mismo campo artístico, pasando por intervenciones en comunidad, […] o en acciones educativas, hasta proyectos de ciudadanía, de fomento a la inclusión, la convivencia y otros valores. A ellas se pueden sumar las acciones que vinculan arte con movimientos sociales y acciones ligadas a disensos políticos o a la emergencia de minorías sociales…”

Como se anota arriba, se activan entonces dinámicas y movilidades sociales. Al respecto sostiene Gil, que: “…la figura del espectador tiende a desaparecer en cuanto sujeto aparentemente pasivo, o solamente receptivo, para tornarse colaborador activo. El artista, por su parte, asume nuevos roles más ligados a la figura de mediador, programador o productor cultural.”

Lo que está en el centro es un arte que apoye a dar sentido y significado a nuestras vidas desde la realidad, la cual se interpreta y expresa de maneras muy distintas, por ejemplo desde lo comunitario y la compartencia, que imagina y crea mundos posibles que se distancian de la enajenación y el sometimiento de la humanidad al poder o de las directrices dictadas por el capitalismo y del consumo, por lo que se trata en el fondo de entender de manera distinta lo cultural y lo artístico, para abriese y otorgar otros significados al arte con base en lo cotidiano y en relación con quienes nos rodean, ya sea en los entornos urbanos o rurales de nuestro estado.

Agosto de 2023


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