“En el capitalismo nadie es culpable de nada, pero todos somos responsables de todo”.
Estimado lector de este reconocido medio LJA.MX, con el gusto de saludarle como cada semana, quiero aprovechar esta ocasión para hablar de un tema que constantemente me genera una inquietud, hablo del capitalismo y su funcionamiento directo e indirecto en la sociedad. Es indubitable e ineludible el hecho de que cada vez existe una mayor desigualdad económica, y que sin duda alguna, este sistema saca y provoca los peores parámetros de egocentrismo y ambición en las personas, evidentemente bajo distintos escenarios y consecuencias.
Existe un meta discurso que plantea que el capitalismo y que las circunstancias que hemos tenido en las últimas décadas son el mejor parámetro que hemos tenidos en cuanto a condiciones sociales, económicas y políticas, no obstante, esta aseveración es una falacia, para poder hacer este comparativo en el decurso del tiempo tenemos que plasmar los mismos parámetros en cada unos de los tiempos que se van a plantear, en tanto que, justo como en el debate en el que participaron los dos acreedores al premio nobel de literatura Octavio Paz y Mario Vargas Llosa, en donde confluían que aunque el capitalismo promueve la libertad, las condiciones no son las que deberían ser.
“Robar un banco no es un crimen, poner uno si lo es”.
El capitalismo no tiene principios, no tiene valores, no tiene ética, no tiene moral, sólo tiene un eje rector, acumular más, en su paralelismo con la democracia, resulta ser el juego perfecto, todos deben de jugar en él, porque supuestamente es el mejor juego, el más justo, el más noble, el que procura el equilibrio, el que tiene parámetros y estilóbatos de libertad. Pero nada de esto es cierto, es una confabulación bien estructurada, que emula a los instintos más bajos que tienen los seres humanos. Destruye y aniquila todos los recursos que le sirven para los fines que tiene la instancia productora, la que fabrica y la que genera la demanda de las masas, para posteriormente controlarla desde la oferta, el mejor ejemplo son los medicamentos, todo mundo los necesita.
En países como México se ha creado la falsa idea de que el parámetro de éxito es la acumulación del capital, y no solo en nuestro país, básicamente en todo el mundo ha permeado ese sentido existencial, el cual es verdaderamente absurdo, no puede existir una consistencia individual si se tiene el concepto de éxito acuñado directamente a la pretensión económica, es abyecto y desconsolado.
“El desarrollo de la gran industria socava, pues, bajo los pies de la burguesía, las bases sobre las que esta produce y se apropia de lo producido. Produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente inevitables” Karl Marx.
El concepto de “maldito” tiene la connotación de una prosapia condenada, de un estado estigmatizado por algo que posiblemente no tiene remedio, salvo su extinción o su derrota ante una postura contraria. Pero algo es evidente estimado lector, y es que en el último medio siglo nadie ha sido una competencia directa para el capitalismo, existen pocos intentos anárquicos, existen pocos idealistas, personas congruentes en el actuar para no ser dominados ni rendidos ante el sistema, es complejo, es bastante complejo, es una batalla en donde nadie sabe por dónde comenzar, pero en donde los tentáculos del propio sistema son seductores, son oscuros, son inteligentes e incluso retóricos.
Se puede pensar distinto a todos, pero difícilmente se puede enfrentar a todos siendo uno. Las consecuencias son fatales, es como una alegoría de vivir el confort de la esclavitud, es el síndrome de Estocolmo. Dependiendo del segmento social, o del grado educativo o de la propia necesidad, el ser humano es capaz de hacer todo con tal de obtener capital, es capaz de mentir, es capaz de robar, es capaz de matar.
Un claro ejemplo es la tendencia que tienen las nuevas generaciones hacia el crimen organizado, les provoca y les evoca la idea de generar grandes riquezas en poco tiempo, es un sinsentido, puesto que detrás de la tesitura expresada no hay ninguna recompensa loable, lo único que existe es la extinción del ideal, el cual queda sobajado ante la pretensión económica.
El capitalismo es un sistema con muchos engranajes, tanto políticos como sociales, los dos están al servicio de lo que disponga la ambición, los dos existen por el interés inmediato de que existe en el vínculo directo de la producción. Crear necesidades, fustigar a la naturaleza, evadir la realidad y remplazarla con el consumo subsecuente de una idea falaz, es un diseño errabundo, es un discurso opaco en la historia de la humanidad, es la expresión deleznable de la parte más oscura del ser humano, es maldito, es el maldito capitalismo.
In silentio mei verba, la palabra es poder.