La democracia ideal y el diseño epistémico/ El peso de las razones  - LJA Aguascalientes
24/11/2024

En la búsqueda de una ‘democracia ideal’, para optar por uno de entre los muchísimos procedimientos posibles para tomar decisiones colectivas, suelen enfatizar sus rasgos ‘procedimentales’. Sin embargo, esto no suele ser suficiente para singularizar a uno solo de tales procedimientos. En ocasiones, ¡incluso no selecciona a ninguno! Esto debería dar pausa a explorar otras aproximaciones al pensar acerca de la democracia.

Si se considera a los procedimientos de toma de decisiones de manera abstracta e idealizada, pueden ser descritos como funciones que (sistemáticamente) convierten ciertos insumos individuales (actitudes intencionales de los miembros del grupo, como creencias y preferencias) en productos grupales (‘actitudes’ intencionales del grupo, o algo que desempeñe una función similar). Estos procedimientos permiten responder a problemas de decisión, que involucran una ‘agenda’ de proposiciones a aceptar o rechazar y restricciones sobre qué combinaciones de ellas puede aceptarse consistentemente. Esta caracterización produce un número enorme de procedimientos: para x combinaciones admisibles de insumos individuales con y resultados colectivos admisibles, hay yx procedimientos de decisión. El número de personas que conforman el grupo y las opciones que tienen incrementan (¡exponencialmente!) la cantidad de procedimientos posibles de toma de decisiones.

Entre los rasgos procedimentales mínimos que debería satisfacer un procedimiento democrático, Christian List sugiere incluir los siguientes: (a) Pluralismo: cualquier posible combinación de actitudes de individuos sobre las proposiciones una agenda (consistente y completa) es aceptable como insumo; (b) Mayoritarismo: el procedimiento que determina la aceptación colectiva de cualquier proposición de la agenda requiere su aceptación por la mayoría; y (c) Racionalidad colectiva: las decisiones colectivas aceptables como productos deben ser consistentes y completas sobre las proposiciones de la agenda. Para problemas que involucran decidir entre dos alternativas, estos rasgos singularizan a un único procedimiento: la regla de la mayoría (simple o absoluta). Sin embargo, para problemas ligeramente más complicados, puede demostrarse que ningún procedimiento de decisión garantiza que se reúnan las condiciones. Eso puede apreciarse con ejemplos como el siguiente: 

 

Cuarentena
“Hay una enfermedad altamente contagiosa” “Debe imponerse confinamiento sanitario si y sólo hay una enfermedad altamente contagiosa” “Debe imponerse confinamiento sanitario”
1/3 del grupo
1/3 del grupo No No
1/3 del grupo No No
Grupo No

 

En este ejemplo se muestra a un grupo dividido en tres bloques de opinión sobre tres afirmaciones lógicamente conectadas. Cada bloque de opinión aparece en una fila horizontal y representa una situación consistente, por lo que debería contarse como insumo (por Pluralismo). Para determinar la elección del grupo, en la última fila, se pondera cuál es la opción que elige la mayoría en cada columna vertical (por Mayoritarismo). Sin embargo, el resultado colectivo es lógicamente inconsistente: lo que piensa el grupo no podría ser correcto (no se satisface Racionalidad colectiva). 

Para superar este impasse podemos sumar al enfoque procedimental una aproximación ‘instrumental’: investigar qué procedimientos son más propensos a producir resultados deseables. Algunos de tales resultados son epistémicos: tienen que ver con las capacidades del procedimiento para producir resultados verdaderos, para recabar evidencia y para generar comprensión. El diseño epistémico de procedimientos de toma de decisiones da prioridad a aquellos que maximizan la obtención de tales resultados. A partir de modelos matemáticos, este enfoque permite acotar el inmenso número de procedimientos que surgen en grandes grupos, los cuales enfrentan elecciones complejas. Además, ofrece otro tipo de consideraciones para respaldar una elección, cuando no se pueden garantizar todos los rasgos procedimentales que asociamos a la democracia. 

De este modo, podría resultar que la ‘democracia ideal’ no sea un único procedimiento. Y esto no solo se debe a que, como pensaba Frege, “no hay una referencia universalmente aceptada” para la expresión ‘la voluntad del pueblo’. Más bien, puede ser el resultado de nuestras metas colectivas. Si aspiramos a representarnos colectivamente cómo es el mundo, hay distintas maneras de elegir lo que pensamos como grupo que optimizan este resultado. El procedimiento que da lugar a los mejores resultados epistémicos podría ser distinto, bajo diversas circunstancias. En vez de ser lo que se amolda a un arquetipo original, la democracia ideal podría ser aquello que se adapta mejor a nuevos entornos.

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