Esto aprendimos en nuestra entrevista con Lizet Romero sobre su libro Maternidades Feministas y Utopías Posibles - LJA Aguascalientes
23/11/2024

“La maternidad puede ser muy importante pero no nos da sentido de vida y a eso es una afirmación muy arriesgada, sobre todo en una cultura tan permeada por la religión judeocristiana”

“La maternidad ideal no existe”, sentencia la doctora Lizet Romero en su libro Maternidades Feministas y Utopías Posibles, en el cual desmonta algunos de los mandatos que le han sido impuestos a las mujeres al ejercer su maternidad y la crianza feminista, y que me hacen reflexionar profundamente en mi historia de vida como hija de mi madre y madre de mis hijos. 

Luminosa, Liz Romero teje la teoría con el testimonio de Esperanza, Clara, Libertad, Nicole, Valentina y Victoria, a través de entrevistas que permiten encontrar y examinar la maravillosa y abrumadora práctica de la maternidad, además de ofrecernos algunos recursos para llegar a lo que ha nombrado como “utopía posible”, una crianza colectiva que cruce sus saberes e ideas en favor de las infancias, de las madres mismas y la sociedad entera.

Lizet Romero realizó este libro como un proyecto académico pero con la convicción de que debía sacarlo de la academia y socializarlo para que más mujeres encontraran en él una veta de ayuda en esto que nos atraviesa, a veces de manera muy dolorosa: la maternidad. Es por esto que la publicación la realizó de manera autogestiva, con todo el trabajo que implica para una mujer impulsar sus propios sueños y proyectos, un ejemplo de que pensar nuevos mundos abona a construir el nuestro. Por todo esto, vale la pena platicar con Liz sobre su primero libro.

La gestación

Este libro surge como una necesidad personal de sanar la relación con mi madre y con mi hija, detalla Liz, además de que cobra relevancia con esta trillada frase de “lo personal es político”. Muy pronto empecé a tener eco con otras mujeres, sus dolores y experiencias, lo que me hizo ver que iba por el camino indicado.

La maternidad a mí me sacudió, yo fui madre cuando ya tenía una conciencia política y una conciencia de género, entonces todo el tiempo estaba contrastando mi pensamiento feminista con ser madre, dos revoluciones en una mujer. Cuando eres una mujer feminista tienes otra manera de mirar al mundo y cuando eres madre, también. Entonces la conjunción de estas dos cosas fue muy poderosa para mí.

En un inicio causó zozobra, creo que este tema para las mujeres feministas ha sido un talón de Aquiles, yo vi y sentí que nos cuesta hablar de relaciones profundas, porque nos duelen mucho. Hemos tocado temas que forman parte de lo público, porque ahí no existíamos, pero en lo privado parece que todo está dicho, por ejemplo, el trabajo invisibilizado de cuidados, que lo hablamos en términos económicos, pero no en términos afectivos. 


Con esto creo que las mujeres estamos creando herramientas como en un caparazón porque nos han hecho mucho daño en general, pero además, las mujeres feministas, y con esto, las que somos madres, somos franco de ataques, de odio, no nos podemos equivocar, tenemos que ser muy fuertes, entonces entrarle a temas que nos mueve es especialmente difícil.

 

Liz retoma la sentencia de Simone de Beauvoir “No se nace mujer: llega una a serlo”, para adaptarlo al “No se es madre, sino que se llega a serlo” para desarticular la noción de madre y los roles que “deben” tener.  Al respecto, comentó:

Yo traté de tener a lo largo del libro un pensamiento decolonial, más crítico hacia las mujeres de Occidente que escribieron estas ideas mientras se encontraban en otra posición, que venían de otro pensamiento, y aún así hay cosas que nos aplican, tal vez no general, pero esto de “no se es madre, sino que se llega a hacerlo” se refiere justo al cuestionamiento del instinto materno, nosotras nacimos y crecimos por lo menos en la cultura latina de un ‘deber ser madre’, de la maternidad como un destino, de no cuestionar, de ni siquiera a tener derecho a pensar o a sentir que había momentos abominables de la maternidad, que había un ser que te demandaba todo el tiempo, todos los momentos, sin piedad, y que eso tendríamos que saber cómo atenderlo, y además, atenderlo amorosamente, porque estábamos capacitadas genéticamente para hacerlo y pues no es así.

Hemos callado muchas cosas pesadas de la maternidad y esto tiene que ver con que las mujeres no nacemos madres ni nos realizamos a partir de la maternidad, muchas lo sienten así, pero muchas otras, no. La maternidad puede ser muy importante pero no nos da sentido de vida y a eso es una afirmación muy arriesgada, sobre todo en una cultura tan permeada por la religión judeocristiana, entonces hacer estas afirmaciones resulta incómodo, algo que se ha repetido por años y que nos hacen creer que es verdad.

La premisa de que se aprende a ser madre tiene que ver con la construcción de la idea de maternidad, a nosotras nos enseñan a ser madres dependiendo los contextos sociales, nuestra clase, raza, ¿cómo aprendemos a ser madres y como nos rebelamos contra eso que nos enseñaron y que no nos gustó? La decisión tiene todo que ver. Hay que problematizar y entrarle a las contradicciones, justo, a las contradicciones culturales.

 

El deseo materno

Hay que preguntarnos qué tan genuino es el deseo de las mujeres, nuestros deseos están mediados por la cultura patriarcal y todo lo que nos dijeron que tiene que gustarnos, lo que tenemos que amar, lo que tenemos que desear. El deseo es algo muy profundo que se nos ha instalado en las entrañas, que es muy difícil, como en la carne del hueso, quitar, ¿cuál es un deseo genuino, cuál es uno aprendido y qué me hace realizarme? 

Hay muchas mujeres que desde lo no occidental han reivindicado la maternidad como una manera de hacer revolución, porque nos han dicho a las poblaciones que son estéticamente menos “agradables”, o económicamente menos “desarrolladas” [porque los otros se han desarrollado a costa de estas otras], que pues no se reproduzcan, que no tengan tantos hijos, y me imagino a mujeres que tienen conciencia política, que están haciendo trabajo transformativo en el mundo, a través de la maternidad están revolucionando y haciendo otras cosas que el mundo les dicta que no deben hacer, pienso en las mujeres zapatistas, sus hijos están transformando las realidades sociales, económicas, políticas de este país, que cuestionan un sistema.

 

Complejidades

El tema de la maternidad es demasiado complejo como para solo irse por un camino. Recuerdo que en un foro organizado por la UAA, una académica presentó su trabajo sobre niñas adolescentes que estaban siendo madres y cómo se sentían plenas y realizadas desde su maternidad, y decir esto dentro del feminismo es casi casi un ataque al feminismo mismo. Luego las posturas academicistas, occidentales, muy teóricas, nos descolocan de realidades distintas a lo que podemos pensar.

En este libro hay una parte de crítica y de autocrítica al feminismo porque creo que sí nos falta analizar otras realidades y ahí el feminismo decolonial es el que más trabajo ha hecho. Hay que aprender y trabajar un montón, porque desde el privilegio no puedes hablar de realidades que no te pertenecen, nos podemos asomar, tratar de interpretarlo, pero de ahí en más es invasivo caer en generalidades.

 

La crianza en soledad

La crianza es un trabajo que va más allá de la pareja. La ausencia de la pareja en la crianza es histórica, y aunque sigue costando mucho entrarle al tema, poco a poco los varones comienzan a incorporarse a las tareas de cuidado, pero también hay ausencia en la crianza cuando se está lejos de la familia o de redes de apoyo. 

En el caso de las mujeres que entrevisté y que están en pareja, pude ver que no es que ellos no quieran involucrarse en la responsabilidad que implica ser padre o pareja, sino que el sistema es tan fuerte y avasallante que no te deja espacio o energía para serlo. Por supuesto que no los estoy excusando ni disculpando, pero a mí me hizo sentido ver las jornadas laborales, las distancias que recorren, las necesidades económicas, todo eso influye para que alguien ejerza su maternidad o paternidad de manera más plena, las mujeres tampoco estamos ejerciendo nuestra maternidad como quisiéramos porque estamos embebidas en, también, en largas jornadas trabajando, por lo menos de esas mujeres que yo entrevisté.

Entonces, tenemos que observar que no es exclusiva la responsabilidad de los varones de la crianza en soledad de las mujeres, sino de todo el sistema patriarcal, el sistema económico, capitalista, que no da alternativas para la crianza colectiva. 

Las mujeres crían en soledad y a veces ni ellas crían, las infancias están siendo criadas en las instituciones y también eso debe valorarse, ¿qué tan recomendable es que una mamá que se encuentra frustrada o un papá que es violento se vaya a una institución? La crianza en soledad tiene que ver con factores mucho más profundos de que solo el papá se vaya, pero como sociedad no hemos aprendido a convivir con las infancias, no las respetamos, no hemos aprendido a crear universidades con espacios lúdicos, de cuidados, empresas o fábricas, ciudades en donde la movilidad te permita acompañarte de tus crías, esta es una sociedad muy hostil y violenta hacia la crianza en general. Como Humanidad hemos desarrollado conocimientos muy avanzados pero la crianza, tan primario y tan básico, lo hemos pasado por alto y eso ha tenido un costo en nuestra vida adulta, es hora de una crianza en colectivo. 

Las crías deberían estar en el centro de las política públicas respecto al sistema de cuidados, incluso antes que las madres, porque son los seres más vulnerables de la sociedad, una mujer con muchas carencias puede encontrar la manera de transportarse, preguntar, pero las niñas y niños no pueden, están a merced de las personas adultas, tienen derechos pero no los pueden ejercer si una persona adulta no los acompaña en el proceso, porque todavía no tienen una autonomía suficiente. Esa madres solas y esas infancias descuidadas están causando problemas espantosos en la sociedad, todo deviene de ahí.

 

Las entrevistas

Yo estoy muy agradecida con las mujeres que hablaron conmigo y mostraron una parte de su historia de vida, que abrieron su corazón, hubo momento que tuvimos que pausar las grabaciones para abrazarnos, porque estábamos tocando temas que son muy fuertes, que no hablamos, que no todas tenemos espacios terapéuticos para ir a hablar, hubo quien me dijo “esta es la primer vez que hablo de esto”, entonces se va a acumulando.

El libro empezó como una idea en el doctorado, me lo tomé muy en serio, pensé en estudiar algo relevante que me ayude y que le sirva a otras personas. Las mujeres que estuvieron conmigo, acompañándome en el proceso, insistieron en sacar esto de los anaqueles de la biblioteca y que se socializara. Sin llegar a ser un libro de divulgación, creo que logré que se hiciera una conexión con las personas, pensar en cómo bajamos la teoría, cómo la trabajamos. 

 

La utopía posible

Justo después de describir el mundo para las mujeres madres hay que atravesar el dolor, ver todas las carencias que tenemos pero también todos los recursos, he visto a mujeres emerger teniendo todo en contra, ponen todo los recursos para lograrlos, la crianza feminista es esto, en una sociedad empática hacia la madres e infancias, con que tengamos un pensamiento que sostenga que niñas y niños son cuidados por todos, aunque no quieras ser madre, pero sin desdeñar, a todos nos toca inmiscuirnos en una crianza sin estereotipos, abrir las posibilidades de libertad, sanar las carencias en las nuevas generaciones, estamos hablando de objetivos comunitarios, colectivos, se escucha muy utópico pero muchas de las cosas que estamos viviendo las mujeres antes no las teníamos y ahora sí, es cosa de ir empujando. 

Para adquirir un ejemplar de este libro autogestivo, acércate a la autora a través de sus redes sociales. La encuentras en Facebook como Liz Romero Abogada. 


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Tania Magallanes

Jefa de Redacción de LJA. Arma su columna Tres guineas. Fervorosa de lo mundano. Feminista.

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