La paternidad según Pinocho - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Con escenas gráficas y muy explícitas de violencia y crueldad Pinocho de Guillermo del Toro (2022), plantea aspectos de la paternidad que me parecen interesantes de enumerar.

El hijo por sustitución

Cuando un hijo o hija mueren el duelo se nos plantea infinito. El proceso de sanación es diferente en cada persona de la pareja. Esas diferencias pueden tornarse irreconciliables, es muy común que haya una separación, incluso si hay hermanos o hermanas mayores o si hay un nuevo bebé después de la pérdida.

En el Pinocho Stop Motion de la plataforma Netflix, Gepetto es padre del niño llamado Carlo, en alusión al autor Carlo Collodi, Las Aventuras de Pinocho (1883). No hay una figura materna, Gepetto es padre soltero, un padre luchón y entregado que hace todo con su hijo hasta que Carlo muere durante la segunda guerra mundial, en un ataque con misiles a su aldea. Gepetto abraza su sufrimiento. Una noche de lamentación, un espíritu del bosque se compadece de él y le da vida a su última creación, recordemos que Gepetto es un habilidoso carpintero, que ha creado la marioneta de un niño con madera de pino. El espíritu del bosque piensa que Pinocho le podrá dar felicidad al afligido padre, pero la relación pronto se fractura debido a que el ser de madera no es como el hijo anterior. Carlo es el niño perfecto e idealizado y Pinocho no parece estar a la altura.

Pronto, sin darse cuenta, los padres comienzan a poner estándares inalcanzables al hijo o hija sustitutos. Porque no fueron concebidos como individuos, sino para ser el relleno del vacío que dejó la pérdida. No hay presencia que dure más que aquella que ya se ha ido.

Las personas que crecen como hijos o hijas sustitutos tienden a tener profundos sentimientos de ser insuficientes y buscarán aprobación a toda costa, inclusive de sí mismos. 

La paternidad como carga

Pinocho es un niño diferente, no solo al hijo que murió, sino a todos los demás. Es inquieto, curioso, cuestionador, irreverente, imprudente e indómito. Tal vez lo podríamos diagnosticar con un déficit de atención e hiperactividad. Gepetto en cambio es un padre, como muchos, obsesionado con quedar bien con los demás y seguirle la corriente a la sociedad. Para el Gepetto de la película de Guillermo del Toro, la paternidad se torna frustrante y cansada. No puede controlar a la marioneta viviente y en un arranque le hace saber a Pinocho que es una carga, y este huye del hogar paterno.

Últimamente me he topado con muchos post, publicaciones, artículos, blogs y opiniones, sobre lo agobiante que es la crianza, los estragos que provoca, sobre todo, en la vida de las madres. Como algo casi imposible de llevar. En una entrevista a una conductora de deportes, le hacen la clásica pregunta sexista; con motivo del mundial de fútbol, la cuestionan en cómo lidia con su papel de madre y sus viajes a las coberturas de eventos deportivos; digo sexista no porque sea una mala pregunta, todas queremos saber cómo lo hacen esas mujeres que consideramos exitosas profesionalmente, sino porque es una pregunta que nunca se le plantea a un hombre. La conductora respondió de una manera que me dio mucho que pensar: “Yo no me permití adaptarme a mi bebé, mi bebé se tuvo que adaptar a mi carrera”. A diferencia de las que decimos que ser madres nos cambió la vida, ella plantea su maternidad no cómo algo transformador, mucho menos como una carga, sino cómo algo que simplemente se añadió a su vida. Claro, buscó apoyo en otras mujeres, mencionó a unas nanas quienes son como de la familia y están con ella desde que nació su primera hija. Cabe destacar que nunca habla del papel del padre. Quizá porque culturalmente para muchos hombres la paternidad es solo una parte de su vida o de plano no pueden asumirla, siendo las madres las que asumen la carga. Pero no nuestro Geppetto, él va en busca de su hijo, aunque fracasa en el intento nunca deja de creer en que el niño regresará.


Sentirse una carga para los padres provoca sentimientos de culpa e inseguridad y le costará trabajo tener control en su vida adulta.

La autoridad parental

En el Pinocho recién estrenado no hay figuras maternas, ni femeninas, salvo el espíritu del bosque y la muerte, ambas compasivas, pero se quedan como seres inmateriales y lejanos.

Todo el entorno es masculino y marcial. Dos personajes contrastantes con Geppetto y su hijo de madera son Podestá, funcionario del gobierno fascista y su hijo Candlewick siempre emulando e intentando complacer al padre. Gepetto es incapaz de controlar a Pinocho, en cambio Podestá ejerce un control parental estricto sobre su hijo, lo quiere hacer soldado y al ver la inmortalidad del niño de madera quiere lo mismo para Pinocho. La isla de los niños perdidos de la versión original, donde los infantes se divertían, comían dulces y luego se transformaban burros para ser explotados trabajando; Guillermo del Toro la cambia por un campamento militar. Dónde sólo existe la obediencia como en esta forma de paternidad autoritaria.

No darle espacios propios de expresión a los y las menores puede causar sentimientos de angustia, enojo e impotencia ante las situaciones que se presentan en la vida. El control parental no es exclusivo del padre, muchas madres también lo practican buscando que los hijos sean la imagen de sus deseos. 

Sin embargo, la película se ve antigua, oscura, pasada de moda. Me parece que es difícil de conectar para las nuevas audiencias que ven el mundo muy distinto al planteado por Guillermo del Toro, en una aldea italiana durante el fascismo de Benito Mussolini. Aunque el tema de las paternidades deja mucha tela que cortar


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