El Estado de México y Coahuila celebraron sus anheladas elecciones y como ya es costumbre, los candidatos aparentemente vencedores, se regocijaban de placer dando sus declaraciones ante diversos medios de comunicación anunciado su tórrido romance con el poder del Estado, pero triste fue su calavera, no todos los anunciantes resultaron ganadores.
Los que ganaron las gubernaturas del Estado de México y Coahuila, ahora les tocará cumplir sus “promesas de campaña” una vez que lleguen al poder, los que perdieron o se resignan o promueven sus impugnaciones dilatorias, las cuales pudieran llegar a funcionar, digo no es que sea malo inconformarse con los resultados electorales, lo malo es volver a perder, no aceptando la derrota.
Ahora lo que sigue para los partidos políticos de cara al 2024, es replantear la estrategia -y no me refiero propiamente a poner a más ex alcaldes a entregar más dinero o despensas- ya que perder una elección por diez puntos porcentuales, deja entrever varias lecturas, una de ellas, es que las alianzas no están funcionando como se debe.
La raza política no es tonta, y los líderes de las cúpulas partidistas saben que la ciudadanía exige abrir las puertas a verdaderos candidatos con gran talento, no para satisfacer intereses personales, no, de esos no, de los que tengan la madurez política para rescatar al país de la inseguridad, corrupción, desempleo y de candidatos que solo buscan llevar agua a su molino.
Puede que ese sea el problema que acoge a dos de los partidos más representativos a nivel nacional, Acción Nacional y el casi extinto Revolucionario Institucional, a decir de sus propios correligionarios de ambos partidos, Marko Cortez y Alito, deben abandonar sus liderazgos partidistas y apostarle a una elección sin alianzas y con candidatos de altura.
Evidentemente, un candidato de altura sea del PAN o PRI, no podrá ser más de lo mismo, o dicho de otra manera, de los mismos de siempre, no esos que se la pasan peleando como Lilly Téllez y Santiago Creel o de los que pactan -dicen las malas lenguas- derrotas como Alito Moreno y del Mazo, se necesitan candidatos experimentados y que sepan incitar al voto.
Ese es otro dato interesante que debe analizarse en la próxima elección, el abstencionismo, bien por las campañas, bien por las mega alianzas -que no siempre funcionan-, ¿y todo para qué? Si el principal ganador fue el abstencionismo, algo así como un aproximado del 50% en el Estado de México no emitieron su voto, igual recibieron su despensota, pero no votaron.
Obviamente, los candidatos no vencedores en la elección del domingo pasado, no creen que el abstencionismo se deba a ellos mismos por malos candidatos, sino a la indolencia, falta de responsabilidad y compromiso de los ciudadanos de ir a votar, desde luego eso incluye a los ricos, pobres y clase medieros.
Los factores ya señalados, sin duda contribuirán a largo plazo a la desaparición del régimen de partidos políticos y de paso, al sistema presidencialista, quedando comprobado que emplear una sola forma de elegir liderazgos o representantes, ya no será funcional en los próximos comicios electorales y menos si no es capaz de dirigir el país que poco a poco se cae a pedazos.
Casi para terminar, la oposición (Panistas y Priístas) del actual gobierno federal, saben y les consta, que no tienen frente a ellos al rival más débil, todo lo contrario, tiene un rival muy bien organizado, con sus asegunes claro, pero organizado, que no respeta las reglas del juego, eso sí, ejerce demasiado dinero, su única debilidad, es la inminente división de sus líderes con miras a perder la elección, provocando que una que otra “corcholata”, se convierta en “taparrosca” fácilmente de colocar en otra(s) botella(s).
Ahora sí, con esta me despido, no hay dudas de que el INE sabe hacer su chamba, lo que quiere decir, que la elecciones del próximo año, serán congruentes y democráticas, disputándose en ellas miles de cargos públicos en todos los Estados, esperándose con ansia una mayor participación de la ciudadanía.