- En México 7 de cada 10 mujeres en el mercado laboral son madres
- Trabajo de mujeres en la informalidad aumenta si son madres
En México, siete de cada 10 mujeres que participan en el mercado laboral son madres, quienes tienden a enfrentar peores condiciones laborales que las mujeres sin hijos, señala el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) con base a los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) al tercer trimestre de 2022 para conocer las condiciones laborales que enfrentan las mujeres que son madres.
En el mercado laboral mexicano, las mujeres son más propensas a trabajar en la informalidad (54%) que los hombres (49%). Sin embargo, esa probabilidad aumenta si son madres (58%) e incrementa en función del número de hijos que tienen; esto implica que tienen un acceso limitado a seguridad social, enfrentan incertidumbre jurídica y perciben menores ingresos. Mientras que la mitad de las mujeres sin hijos están ocupadas en la informalidad, para quienes tienen 5 hijos o más esta proporción aumenta en 34 puntos porcentuales (84%).
En México, siete de cada 10 mujeres de 15 años o más son madres y en promedio tienen tres hijos o hijas, no obstante, su rol como cuidadoras no siempre es compatible con el mercado laboral, muestra de ello es que menos de la mitad de las madres (44%) tienen un empleo o están en búsqueda de uno. Asimismo, tener más hijos puede traducirse en una menor participación económica: 54% de las madres con un hijo tienen un empleo o están en búsqueda de uno, en comparación con 38% de aquellas con cuatro hijos y 27% con cinco hijos o más.
En promedio, las madres con un empleo remunerado tienen 44 años. La mayoría de las madres ocupadas de 15 años o más son mujeres casadas (42%) o en unión libre (20%), seguido de madres solteras (15%) y separadas (11%). Asimismo, ellas tienden a contar con bachillerato, mismo nivel educativo que el total de mujeres que participan en el mercado laboral
Además, la informalidad penaliza los ingresos, ya que estos tienden a ser menores en comparación con el ingreso que se percibe en un empleo formal. En promedio, las madres que laboran en la informalidad ganan 3 mil 202 pesos al mes, contra 6 mil 267 pesos mensuales que perciben aquellas que están en la formalidad. Asimismo, el ingreso promedio mensual de las mujeres que son madres disminuye conforme aumenta el número de hijas(os). Las madres que tienen cinco hijos o más perciben un ingreso promedio mensual de 3 mil 793 pesos, lo que equivale a casi la mitad del ingreso mensual de una mujer sin hijos, que asciende a 7 mil 508 pesos al mes.
Las condiciones que enfrentan las madres en el mercado laboral las hace más propensas a trabajar de manera independiente puesto que les otorga mayor flexibilidad y, por ende, les permite balancear su trabajo con las labores de cuidados. Esto se refleja en que tres de cada 10 madres son trabajadoras por cuenta propia, en comparación con una de cada 10 mujeres sin hijos.
En México, una mujer en promedio dedica 40 horas a la semana a tareas del hogar y de cuidados, mientras que un hombre dedica 15.9 horas semanales. Esta situación se acentúa en los hogares con presencia de infantes menores de 6 años, en donde las mujeres aportan 3.4 veces más valor económico por las tareas no remuneradas que realizan que los hombres. En contraste, en los hogares sin niños o niñas pequeñas, las mujeres aportan 2.4 veces más valor económico. Esto agudiza las brechas de género en el mercado laboral puesto que reduce el tiempo disponible que las mujeres pueden ofrecer en la economía remunerada si así lo desean. Asimismo, las madres son más propensas a pausar sus carreras profesionales de manera temporal por motivos personales en comparación con los hombres.
El análisis señala que las desigualdades entre mujeres y hombres que existen dentro del hogar se reflejan en el mercado laboral, por ello es necesario reflexionar sobre cómo mejorar las condiciones laborales con el objetivo de mejorar la calidad del empleo para ellas, “esto puede darse a través de políticas que fomenten su participación como promover que las condiciones de los puestos, en especial los de mayor jerarquía, se adapten a sus necesidades, así como promover programas escalonados para regresar al mercado laboral después de la maternidad; aún más, es fundamental garantizar un sistema de cuidados formal corresponsable entre los hogares, el sector privado y el Estado”.