Instalación artística del Corredor Cultural Carranza: Un divertimiento histórico y medioambiental - LJA Aguascalientes
14/11/2024

Entra al Corredor Cultural Carranza, en el marco de la Feria Nacional de San Marcos 2023, una locomotora escénica y lúdica, en una estilización libre y simbólica que interpreta un pasado entrañable para los ciudadanos de Aguascalientes, al tiempo que posee un sentido mágico profundo.

Varios ensayos se han llevado a cabo en ese espacio-temporal año tras año, que data desde el año 2015, con la intención de animar festiva y patrimonialmente la calle que lleva el nombre de aquel presidente que emergió de las contiendas de la Revolución Mexicana, Don Venustiano Carranza.

Se trataba de propuestas plásticas que abordaban el espacio público y que hurgaban en el patrimonio material e inmaterial de la entidad, la posibilidad de expresar mediante diseños aéreos a lo largo y ancho de la calle, encuentros de memoria con la población a fin de que ésta se identificase con ellos.

Esto ha permitido el disfrutar de una experiencia estética e identitaria al andar en su dimensión dicho corredor cultural, en el que se da paralelamente un encuentro con una gran variedad de representaciones artísticas asociadas a talleres infantiles, a las artes escénicas en diversos géneros, a decir: el teatro, la música, la danza, circo y el performance principalmente, dirigidos a todas las edades.

Como resultado de estas búsquedas, surgen instalaciones artísticas que encuentran en el ánimo de los feriantes, un amplio abanico de interpretaciones que dan fuerza a la presente propuesta y que a su vez forman parte de una suerte de cocreación, que le deconstruyen y le reconstruyen, a la vez, ya que unos se identificarán con ella y otros no, donde no hay más límites que la propia imaginación.

En este sentido y entre otras opiniones, dice la voz popular que esta instalación artística, de acuerdo a sus planteamientos estéticos particulares, es una suerte de tendedero, de aquellos que hay en las vecindades donde la ropa se pone a secar y a blanquear bajo los rayos del sol, encontrando además otro símil, con grandes sábanas para camas.

Si bien la pieza artística en su conjunto sugiere un tren, solo fue realizada la locomotora, por lo que se puede decir que “viene echa la mocha”, o sea muy rápido, pues le faltan los vagones y el cabús como sugiere el imaginario popular.

Como resultado creativo, esa máquina de vapor enciende sus calderas expeliendo humo y gases que metafóricamente son aquellas telas blancas tensadas a lo ancho de la calle en un buen tramo de esta, que en conjunto sorprende al visitante, pues se convierte en un micropaisaje que recrea el espíritu de una época que le revalora.

Se da un producto artísticamente afortunado, pues observan una serie de criterios de integración de la pieza al espacio público debido a que sus elementos constitutivos como la longitud, la profundidad, la escala e incluso las condiciones de iluminación, entran en correspondencia con la materialidad de la calle y con el contexto socio cultural e histórico, que piensa en la ciudadanía y en el feriante a quien se dirige.


La pieza posee atributos que la inscriben en las propuestas del arte medioambiental, ya que trabaja con el clima y sus elementos constitutivos, el viento, la temperatura, así como la radiación solar, que transmite en cierto sentido algunos visos que abrevan en la sustentabilidad.

Así, las telas aportan un sentido mágico a la pieza que ofrece la visión de un universo ferroviario modelado a partir de lo esencial, que se proyecta ante nuestros ojos mediante una masa gaseosa ondulante que, al trasluz, genera una gama en tonalidades de blanco sobre blanco mediante el vaivén que le produce el viento de abril y que le hace flotar suavemente inundando la calle con movimientos rítmicos y cadenciosos.  

Se trata de igual manera, de la formulación y materialización de un proyecto de intervención espacio-temporal con base en arte público urbano, de grafía efímera, realizado con oficio en el que se aprecia la conjunción afortunada que otorga el trabajo interdisciplinar que persigue una repercusión simbólica, social y estética, al tiempo que es también funcional e incluso educativa, que se desmarca de la imposición de aquellas obras tridimensionales que son arbitrariamente colocadas en calles, zonas peatonales, vialidades, plazas o jardines.

Ante esta propuesta artística hay que tener presente, que el fenómeno de la globalización está modificando el paisaje de la ciudad histórica, por lo que debemos considerar que el espacio público urbano, es un espacio físico compartido y es un constructo humano. Es una obra creada por la humanidad y está hecha para que la gente pueda relacionarse entre sí. Es el espacio en el que reconociendo a los demás se reconoce uno a sí mismo.

Allí convergen los aspecto inmateriales, como son los saberes, los ruidos y los sonidos que producen las personas, los animales, los objetos y artefactos como producto de determinadas actividades y relaciones culturales (que se perciben además a través del tacto, el oído, la vista, el gusto y el olfato) que se dan en la ciudad y que se manifiestan en el tiempo, y que en conjunto a la dimensión física, conforman la materia y el tiempo, que constituyen los elementos del espacio urbano, el cual es el lienzo y soporte de creación de esta pieza artística.

Por consiguiente y en esencia, se está en sintonía la observación del urbanista chileno Alejandro Aravena, en cuanto a que: “El derecho a la ciudad no es tan sólo el derecho a usarla, sino también el derecho a interpretarla, a identificarnos con ella […], ello de manera fluida, espontánea, creativa. Así, se encuentra la recuperación del espacio urbano como espacio vivo, el carácter lúdico de la calle que manifestaba Henri Lefebvre: multiplicidad de usos, multiplicidad de grupos, multiplicidad de significados”.

Razón por la cual, vale en mucho no perderse esta experiencia que es una celebración  a nuestra cultura, para caminar por el Corredor Cultural Carranza, tomarse la foto y reconocer en ello el trabajo creativo de sus autores, Humberto Rincón y Juan Carlos Herrera.


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