“No puedo enseñar nada a nadie, solo puedo hacerles pensar” Sócrates.
Estimado lector de este reconocido medio con el gusto de saludarle como cada semana lo hago, y del mismo modo agradecerle su tiempo y su atención para poder leer esta columna y a un servidor. Esta semana quiero abordar un tema que me resulta demasiado interesante, es un tema que tiene que ver con el modo de pasar de la filosofía de algo teórico a algo completamente práctico, y con esto me refiero a la filosofía para niños; sé que no es común leer o escuchar el término que acabo de mencionarle, no obstante en muchos lados del mundo como por ejemplo: España, Alemania e incluso en Estados Unidos se está comenzando a implementar la filosofía con el firme propósito de incentivar a los niños a que promuevan el pensamiento crítico y el desarrollo de ideas creativas.
El hecho de poder pensar en la filosofía para poder aplicarla de manera directa en los niños implica dos grandes retos que por supuesto están plasmado como vestigios, el primero de ellos, tiene que ver con el docente, con su capacidad para poder tomar un nuevo mecanismo y una estructura pedagógica que aliente a los niños a filosofar, es decir, el docente tendría una postura verdaderamente distinta al común denominador que se tiene, se convertirá simple y sencillamente en un mediador puesto que el proceso mayéutico lo realizarían directamente los niños, con esto se convertiría el aula en un centro de investigación, las aulas pasarían de un punto de aprendizaje conductual como el que plasmaba Skinner, a tener un centro de creatividad y de innovación de aprendizaje.
El segundo gran reto es que la currícula se tendría que modificar para poder tener una inserción de un contexto filosófico, lo cual resulta ser un cambio sistemático y endémico que no propiamente depende las instituciones educativa, tiene que ver con preámbulos gubernamentales, y eso lleva a la posibilidad de prolongados tiempos de inacción, a saturación de elementos educativos en sus respectivas plataformas. Lo cual resulta ser más complejo, no es imposible, pero definitivamente no tiene una practicidad ni una verticalidad.
“Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión” Ortega y Gasset.
El autor Lipman en su libro “filosofía para niños” expresa de manera directa la importancia del crecimiento personal y del proceso de introspección que deben de tener los niños y las personas que estén buscando un sistema de aprendizaje, en tanto qué, la filosofía para niños expone el autor; debe de tener muy bien delimitados los objetivos, las metas en los procedimientos que se utilizarán y que esto permitirá mejorar la capacidad de razonar y del mismo modo exponer ante los niños temáticas de su interés rodeadas de preguntas de planteamientos mayores a la propia expresión de este mismo.
La metodología que se pretenda aplicar la filosofía para niños debe de incluir un desarrollo ecuánime y proporcional al sentido común y la perspectiva del pensamiento crítico, es fundamental y de vital importancia que desde temprana edad se pueda aplicar este tipo de esquemas ya que la filosofía puede ser un gran aliciente para la intervención de problemas y situaciones que aquejan a los seres humanos en sus situaciones diarias, si a un niño desde su corta edad se le involucra en las cuestiones reflexivas y dubitativas seguramente generará un contexto y un estilóbato de progreso y al mismo tiempo un proceso de introspección.
La filosofía puede aportar directamente una tesitura de conocimiento sobre la realidad y del sentido de la existencia basado en el buen uso del lenguaje y de la mente racional, y del mismo modo de la mente creativa, toda esta reseña favorece a que las niñas y los niños tengan ideas propias, argumentos, incluso la propia retórica y la oratoria de vida para que puedan expresar sus pensamientos y sentimientos ligados a un tipo de interacción social con la perspectiva de atender alguna problemática.
“No cargar la vida bajo el peso de los valores superiores, incluso los heroicos, sino crear valores nuevos que sean los de la vida, que hagan de la vida lo ligero o lo afirmativo” Gilles Deleuze.
Estimado lector creo firmemente que no debemos de preguntarnos ¿cuál es el país que le vamos a dejar a nuestros hijos? sino preguntarnos ¿cuáles son los hijos que vamos a dejarle a nuestro país? tal y como le decía el filósofo Immanuel Kant se puede enseñar filosofía, pero no se puede enseñar a filosofar.
In silentio mei verba, la palabra es poder.