El pasado viernes 10 de marzo, el periódico español El país publicó un editorial cuyo título, por lo demás elocuente, describía con cruda perspectiva la situación que actualmente vive nuestro país en este último tercio formal del gobierno lopezobradorista. “México vive días de fuerte confrontación política. A menos de 15 meses para las elecciones presidenciales, el nivel de tensión dialéctica y choque institucional se ha elevado como nunca antes en el mandato del presidente…”, y añade: “El ataque cuerpo a cuerpo y las andanadas verbales se han vuelto práctica habitual y últimamente también han cristalizado en grandes movilizaciones populares”.
Más allá de las ideologías encontradas entre el oficialismo mexicano y la oposición, el punto específico se manifiesta en la lucha del régimen por desmantelar al INE, mediante la burda argucia legislativa de la 4t para imponer el llamado Plan B, tratando de asfixiar presupuestal y operativamente al organismo electoral. Las disposiciones aprobadas por las mayorías oficialistas en el Congreso fueron impulsadas más allá de su necesaria fundamentación constitucional, lo que trajo a colación el segundo punto de confrontación del proyecto lopezobradorista con la institucionalidad resistente del país, la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Fiel a su discurso militante, el presidente López Obrador, a través del pancracio en que convirtió su conferencia diaria matutina, ha arreciado sus ataques a toda opinión u acción que no coincida o esté alineada a su personal visión política, tachándolas de conservadoras, neoliberales, corruptas, hipócritas, aspiracionistas o antipopulares, sin argumentar nada, sólo utilizando su rasero “trasformador”. Así, bajo su narrativa, mujeres, profesionistas, universitarios, intelectuales, periodistas, medios de comunicación, padres de niños con cáncer, entre otros, son contrarios y enemigos de la transformación, su transformación, del país, y sin más, son tachados de plano “traidores a la patria”, así, directo. Ya no hablemos de su némesis Felipe Calderón, que es sin más la encarnación de las pesadillas que le arrebatan el sueño desde mediados del 2006.
Así, el régimen desde hace un año, ha emprendido su batalla frontal contra el organismo electoral nacional, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tratando sin tapujos de someterlos a su omnímoda voluntad antes del 2 de junio, de otra suerte, tendrá que lidiarlos en un plano diferente a lo que la ley de permite. Al tiempo.
Adicionalmente, al presidente se le han presentado asuntos más allá de lo meramente político electoral. En el descuido por los demás temas de la vida nacional, y más allá de las fronteras del país, la economía mexicana va avanzando con su propia inercia, con sus propios esfuerzos y recursos, y va transitando la coyuntura global, y no gracias a los apoyos gubernamentales, en ocasiones incluso contra las acciones del gobierno. Sin embargo, no dejan de hacerse sentir las discrepancias generadas por la displicencia de las autoridades económicas de la 4t respecto al T-MEC, y se van acumulando las inconformidades de los socios comerciales de México, ya sea por cuestiones de carácter laboral, o criterios “científicos” para la comercialización de productos transgénicos, como el maíz, o el aún no resuelto tema de las energías limpias, más las que se acumulen.
Aunado a lo meramente económico de carácter exterior, recientemente el gobierno tuvo que lidiar con el asunto del secuestro de cuatro ciudadanos norteamericanos y el asesinato de dos de ellos, a manos del crimen organizado, sí, de esos personajes que son merecedores de la consideración del gobierno, a través de su política de abrazos. Lo que no estaba presupuestado, era la reacción de los vecinos del norte, donde surgieron las propuestas de considerar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, para permitir al gobierno estadounidense acciones más drásticas y directas para combatir esos grupos que amenazan su seguridad nacional.
La retórica del presidente López Obrador, surgió de nuevo acusando a los impulsores de los comentarios arriba descritos como politiqueros, intervencionistas, campañeros; incluso, enfiló sus comentarios contra los políticos republicanos de los EU, envolviéndose en una bandera nacionalista, negando el argumento esgrimido por los vecinos del norte, de que en México se produce y se comercializa el fentanilo en cantidades que han representado más de 100 mil muertes en aquel país, y que el gobierno mexicano actúa y coopera de manera limitada. De acuerdo a Raymundo Riva Palacio, columnista de El Financiero, “…esta semana Washington dejó caer en la Ciudad de México todo el peso de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono, para hablar con el Presidente y con el gabinete de seguridad, y volver a su país con el compromiso de que el combate a los cárteles de la droga y parar el tráfico de fentanilo va a ser tomado en serio por Palacio Nacional.”
Así, el gobierno de la 4t cada semana va abriendo frentes de combate, que se hacen sentir simultánea y constantemente en su ánimo y accionar. Habría que agregar que el proceso político interno también va exigiendo la atención y regulación del presidente, en un país molesto, irritado, sensible.
Ante este escenario del México real, vivo, la expresión de hace apenas un par de semanas por parte de la ciudadanía libre nos da un indicio del camino que habrá que recorrer durante los próximos 15 meses para lograr un auténtico cambio en la política nacional, que reoriente los esfuerzos de todos los mexicanos, gobierno y sociedad, para afrontar las exigencias y los retos que presenta el mundo actual y futuro. Los partidos de oposición deben hacer un ejercicio efectivo de su rol en este punto, reconocer y respetar la voluntad ciudadana, su fuerza y representatividad, dialogar seriamente con sus organizaciones y adoptar obligadamente el lenguaje ciudadano.
Las organizaciones sociales, cívicas, deben mantener el interés y el compromiso ciudadano por defender la democracia, las instituciones, las leyes y su libertad. El 13 de noviembre del 2022 y el pasado 26 de febrero, son expresiones que no deben ser anecdóticas, aisladas o coyunturales. Es vital promover la participación ciudadana y la democracia como forma de la vida política del país.