Son varios los vendedores ambulantes de alimentos que todavía desconocen el documento emitido por la Secretaría de Salud (Ssa) donde se establecen los procedimientos, técnicas y medidas de seguridad y sanitarias para el funcionamiento de estos negocios durante la epidemia de influenza en el país.
Puestos y carritos de venta de fruta, de botana, dulces, tamales, etc., deberán ajustarse a las nuevas reglas de salubridad, que para ellos contemplan el tener un recipiente con agua potable limpia para que sus clientes puedan lavarse las manos; que las personas que atiendan tengan puesto un cubre bocas y guantes de látex, y que las superficies que entren en contacto con los alimentos sean constantemente lavadas y desinfectadas.
En días anteriores, el subdirector de regulación y fomento del Instituto de Salud del Estado de Aguascalientes (ISEA), había dicho que aunque la finalidad del documento era proteger la salud de la población y no castigar a quienes incumplieran con los lineamientos en él señalados, sí había la posibilidad de que hubiera una sanción en su contra.
Tal como sucede en el caso de los restauranteros establecidos, algunos de los ambulantes no tienen muy claro cuál sería el castigo para los que incurran en alguna falta.
La única persona que dijo tener conocimiento de ello fue la dueña de uno de los puestos de comida ubicados en plaza de armas, en el centro de la ciudad. Indicó que, tal como se había anunciado con anterioridad, se realizaron visitas de revisión por parte de personal del ISEA.
Durante la verificación que el instituto llevó a cabo en su puesto, le solicitaron tuviera un espacio y lo necesario para que tanto ella como sus clientes pudieran lavarse las manos antes de ingerir o manipular los alimentos, además de que se le exigió el uso de cubre bocas y de guantes de látex.
Afirmó que fuera de las recomendaciones, “no nos dieron nada”, refiriéndose a los artículos necesarios para implementar este plan de contingencia o a algún apoyo económico para su adquisición, pues para ella resultó un sacrificio comprar el recipiente con llave para improvisar un lavamanos, por ejemplo.
Y respecto a la sanción en caso de incumplimiento, se le comunicó que será la suspensión de labores, aunque no le indicaron ningún plazo ni le señalaron fecha para una nueva revisión.
Por su parte, un vendedor de dulces declaró que él está haciendo lo que sus posibilidades le permiten, pero que por ahora no ha podido adquirir cubre bocas. Mientras tanto, la dueña de un carrito expendedor de frutas mostró la solución de agua con cloro con la que se lava las manos y desinfecta el área luego de atender a un cliente.
Falta que todos los expendedores de alimentos de las calles tengan conocimiento de los lineamientos para combatir la influenza y más aún, saber si se aplicarán a estos comerciantes con el mismo rigor que a los establecidos.