Somos resultado de nuestras elecciones. Las pequeñas y grandes decisiones, acumuladas en el día a día, van definiendo el rumbo que nuestra vida adquiere entre un número limitado pero incierto de posibilidades. Escogemos la ropa que usamos, qué comemos, con quién socializamos. El nombre de una mascota, el trabajo al que dedicaremos nuestros años productivos. También elegimos a quienes ocupan puestos de autoridad, cuyas elecciones, a su vez, impactan en nuestro municipio, estado o país, según sea el caso.
Las personas que acceden a estos espacios de toma de decisiones son propuestas por partidos políticos, organizaciones de ciudadanas y ciudadanos que buscan contribuir al ejercicio del poder público con base en los programas, principios e ideas que comparten. Dentro de esta oferta, existen partidos políticos nacionales y locales, estos últimos son aquellos con derecho a participar en votaciones de Ayuntamientos, Diputaciones y Gubernatura, únicamente del estado donde se encuentren registrados.
En Aguascalientes, este martes concluyó el plazo para que quienes tengan interés en fundar partidos políticos locales presenten un aviso de intención al Instituto Estatal Electoral, lo que debe hacerse durante el mes de enero del año siguiente a la renovación del Poder Ejecutivo en la entidad. La autoridad electoral recibió trece solicitudes de agrupaciones que deberán cumplir con ciertos requisitos legales para lograr su propósito, como reunir un número de militantes de por lo menos 0.26% del padrón electoral del estado, unas 2,600 personas.
Hoy en día, las boletas electorales despliegan una oferta nutrida de partidos nacionales y locales, pero esto no siempre fue así. Antes del año 2000, el ejercicio del poder político se concentraba en un solo partido hegemónico contra el que las minorías políticas no podían competir. Entre 1977 y 1997, el país atravesó por una transición democrática que fortaleció el pluripartidismo, la competencia y con ello, la alternancia en los gobiernos. En 2014 se creó la primera Ley General de Partidos Políticos, ofreciendo dos vías para constituir partidos locales: ya sea tramitando su registro ante las autoridades electorales de los estados, o bien, que partidos políticos que fracasen en el ámbito nacional, se conviertan en institutos locales en las entidades donde alcancen el 3 % de la votación válida emitida. Previo a esta reforma, el derecho de asociación política en los estados dependía del consentimiento de las fuerzas políticas mayoritarias.
Y aunque se dé por sentado que la ciudadanía debe contar con contiendas ricas en propuestas de gobierno entre las cuales seleccionar a su preferida, me es inevitable recordar la paradoja de elegir que, según Barry Schwartz, ocurre cuando las personas quedamos menos satisfechas con nuestras elecciones entre más opciones tengamos. De acuerdo con un estudio a los patrones de consumo de los estadounidenses, el sicólogo concluyó que la carga que representa la toma de decisiones para las personas es proporcional a su abanico de posibilidades. Incluso después de la disyuntiva, sentimos culpa por las alternativas que descartamos.
Tal vez parezca descabellado problematizar la vida política de nuestro país y estado a partir de dicha teoría de mercadotecnia. Pensar que la libertad de decisión de los sistemas democráticos provoque estrés en el electorado dejaría fuera de análisis la falta de capacidad para entender y representar los intereses y necesidades de la comunidad que algunas organizaciones no han logrado, además de la fuerza política y económica que concentran las siglas nacionales. Pero la generación de mis padres asegura que previo a la transición democrática, el partido en el poder era responsable de toda carencia en la sociedad y las personas estaban, casi por unanimidad, de acuerdo en que no había de otra. En la actualidad, la alternancia y la pluralidad política parecen haber acentuado el disenso y la polarización.
Como apunte adicional, 25 partidos políticos nacionales y 69 locales perdieron su registro ante las autoridades electorales correspondientes entre 1990 y 2022. De 2018 a la fecha, Aguascalientes ha visto nacer y morir a cuatro partidos políticos locales, con una vigencia de uno a tres años. En todos los casos, la falta de simpatías electorales fue motivo de su extinción, según datos del INE.
Si bien la tesis de Schwartz ha sido cuestionada desde el propio ámbito de la economía, pues los mercados con poca competencia favorecen prácticas perniciosas para las y los consumidores como el surgimiento de monopolios -o monopartidismo, en este caso-, me gustaría creer que la paradoja de la elección que podamos haber experimentado frente a un posible crecimiento en las opciones políticas, fue solo una fase dentro del proceso de construcción de nuestra autonomía colectiva. Que la libertad de decisión nos conduzca a responsabilizarnos de nuestras elecciones y con ello, a votar en forma cada vez más consciente, consistente y razonada en los comicios de 2024 y 2027, año en que se estrenarán los partidos políticos locales que consigan su registro en Aguascalientes.
@HildaHermosillo