José Natarén
Poeta crítico, poeta que abreva de la filosofía, Evodio Escalante (Durango, 1946) igual plantea lo insólito en el ensayo a partir de sus investigaciones e improvisaciones, como escribe poesía, desde el mismo fondo del que emerge el pensamiento, donde surge el logos, la inteligencia misma, indiferenciada, previa a sus manifestaciones, persistiendo la traza de ese punto de partida, en el que poesía y crítica, poesía y ensayo, poesía y filosofía, poesía y lingüística, poesía y hermenéutica, poesía y pensamiento apenas se distinguen.
No es raro escuchar la petición al crítico de padecer la condición poeta o, al menos, haber publicado algún libro del género. El crítico como un poeta irrealizado, frustrado, se asume, se dice, se repite en un estrato previo a la reflexión seria de la cuestión. Baste un contraejemplo para horadar la generalización del supuesto. En este caso, el del profesor Escalante, no se cumple. Las pruebas: Demonial de los días y Crápula. Por supuesto, no es, en estricto sentido, necesario que el crítico literario sea poesía. Si lo es, es una feliz coincidencia, un arreglo en el orden de lo contingente. La diatriba entre los que consideraron eso, como los románticos -Schlegel, Novalis- y los hijos de la modernidad, cuya tónica se encuentra en la preeminencia reguladora de la crítica, colonizadora de la palabra poética, con los excesos de sus consecuencias, es referida por el autor en el ensayo que da nombre a Las metáforas de la crítica un volumen que apunta a considerarse clásico en su especie, libro de ensayos sobre literatura mexicana y aún más: sobre el arte de la crítica.
Nos detengamos en los personajes que habitan la poesía de Escalante. Los malditos y los sabios; la gran sacerdotisa. Seres arquetípicos. Al parecer, el sujeto lírico de su poemario Crápula (2013) es pariente de Francois Villón y en su ilustre genealogía se encuentran Espronceda y Baudelaire, claro, como indica Lilia Solórzano Esqueda en el libro homenaje al poeta y crítico Entre Literatura y Filosofía: Evodio Escalante (2018). Pero Escalante también honra la sacrosanta y ahora deconstruida figura de Sor Juana en una culta parodia que es deleite de la inteligencia por la eficacia de sus metros, de su construcción verbal (versal).
Punto y aparte las honduras teológicas del “Primero sueño” que han de ser puestas en escena por el crítico Escalante, como lo ha hecho con “Muerte sin fin” y de lo cual surgirá el debate, la polémica y, ojalá, el diálogo, esperamos.
Modelo de inteligencia, aún más, es plausible considerar a Sor Juana como teóloga, nos dijo en entrevista el escritor duranguense. De tal forma, la lectura del Eclesiastés y el libro de Job, serán decisivos para ampliar el horizonte de posibilidades hermenéuticas al intentar aproximarse a la comprensión del Sueño del primer poeta del continente, a decir de Octavio Paz, la monja jerónima, mujer cuyo genio ha motivado el surgimiento de sorjuanistas en todo el mundo. Entre los más conocidos en México, se cuentan Octavio Paz y Antonio Alatorre, a quien Escalante opusiera ciertas interpretaciones sobre la autora de la Carta atenagórica. Cantando, pensando en Sor Juana, Escalante dice[1]:
Prístina monja de cerebro fosfórico
Lúcida estrella de galaxia jerónima
Cúspide de saber tras barrotes
Cláusulas de clausura rompiendo.
En “Dominación de Nefertiti”[2] (1977), texto inicial de la primera sección de Todo signo es contrario (1988), colección de poemas posterior a Demonial de los días y predecesor de Crápula (2013), el poeta Escalante escinde el célebre endecasílabo inicial del Sueño para permitir la emergencia de un poema en el que la muerte y el deseo, Eros y Tánatos se asoman en la cópula lunar que el poema anticipa. Leemos:
Piramidal, funesta,
casi aturdida por los sueños,
morada casi como una luz en el desierto.
Enteramente muerta como si el sol la hubiera poseído,
y enteramente lúcida, despierta,
una palabra en su memoria,
una inútil palabra con los ojos cerrados.
De la tierra nacida, encaminada
-después de ver el sol- hacia los sótanos del musgo.
(…)
Nada como sus largos dedos de niña primitiva,
Nada como su nuevo sexo magullado y oscuro.
Por su parte, Salmos sueltos (2022), es quizás, uno de los más sabios -y breves- títulos de poesía de nuestra época en México. Once salmos -once como las esferas del árbol de la vida de la Kabbalah, contando la esfera entre la vida y la muerte, Daath- configuran la última entrega editorial de Escalante. Esperemos aparezcan pronto los once siguientes para completar las 22 piezas, 22 como las letras de la lengua hebrea, de Aleph a Tav, las 22 ígneas danzantes que se hallan en la obra del salmista.
Volver la vista – el ojo, el gran hermenauta del logos- a la tradición bíblica, pasando por la Reina Valera, la septuagésima y las muchas versiones del Tanaj, hasta llegar a la amarga luz de los profetas, receptáculos de la imagen sonora original, en la construcción de los cantos que igual loan o se lamentan como en los días de David -cuando se dice se entonaron los tehilim por vez primera- es una de las misiones cumplidas del poeta Evodio Escalante que en la semana del pasado Janucá nos permitió comulgar en la revelación de la palabra precisa para nombrar los estados de ánimo y profunda religiosidad en los que el hombre se descubre vinculado a la totalidad que lo rebasa.
En Salmos sueltos se advierten la amarga lucidez de los profetas hebreos y el apasionamiento del Cantar de los cantares que, a su vez, se equilibran en los himnos, reconocimientos y clamores del salmista, con la fuerza del sentimiento religioso, del sentido de la existencia a partir del reconocimiento de Otro trascendente, cuyo silencio -extraña forma de presencia- es impuesto por una voz lírica que no se muestra reverente, más bien, sereno en la perseverancia de creer, en el implacable intento del hablante por encontrar al posible escucha.
Defendiendo la dureza de la palabra, su victoria frente al tiempo, su condición no histórica, y afirmando nuestra sordera frente al craso mutismo de la divinidad (¿No acaso su palabra será el mundo, el libro del mundo, así como su canto un arrobo de signos algebraicos, como Leibniz imaginó?) Convencido que nadie ha muerto “siglos de edades arriba”, asumiendo que basta la advertencia del fenómeno, del efecto, para afirmar la permanencia de la sustancia, la causa, el cantor dice:
¡Qué silenciosos
parecen los astros en el cielo!
El sol mismo,
al traspasar el horizonte,
lo hace con un sigilo
que mucho contrasta
con sus calientes bocanadas
que hacen ampollas en la piel.
Los tontos piensan
que el cielo enmudeció y que Tú
acaso te marchaste muy lejos.
Lo que no saben
es que Tú jalas la cuerda, Señor
y que tu palabra de ayer
es la palabra de hoy
que persevera en la palabra de mañana
y seguirá la misma
en la de pasado mañana,
y así eternamente, sin conocer final,
aunque nosotros no escuchemos[3].
Fuentes bibliográficas
Evodio Escalante
Poesía
“Demonial de los días” en Crónicas de viaje (colectivo), UNAM, Punto de Partida, 1975.
Todo signo es contrario. Universidad Autónoma de Puebla, 1988, 72 pp.
Crápula. La Otra/ Instituto de Cultura de Durango, 2013, 87 pp.
Salmos Sueltos. Tintanueva ediciones. Ciudad de México, 2022 30 pp.
Crítica
César Vallejo. La perspectiva ausente. (Presentación y selección). UAM, 1988. 221 p.
Elevación y caída del Estridentismo. Conaculta/Ediciones Sin Nombre, La Centena, Ensayo, 2003. 121 pp.
José Revueltas. Una literatura del lado moridor. Ediciones Sin Nombre/ CONACULTA, 2006. 179 pp.
Breve introducción al pensamiento de Heidegger. UAM, 2007. 153 pp.
Las metáforas de la crítica. Editorial Gedisa y AUM-Unidad Iztapalapa, División de Ciencias Sociales y Humanidades, 2015. 288 pp.
Las sendas perdidas de Octavio Paz, Ediciones Sin nombre/UAM Iztapalapa, 2014. 183 pp.
Cinco cumbres de la poesía mexicana. Universidad Autónoma de Nuevo León/ Editorial Los bastardos de la uva, 2017. 178 pp.
Sobre Evodio Escalante
Cervantes, Freja; Oliva Mendoza, Carlos; Ugalde Sergio (coord). Entre Literatura y Filosofía: Evodio Escalante. (Antología). Universidad Autónoma de México, México, 2018. 197 pp.
Complementaria
ADORNO. Theodor. Metacrítica de la teoría del conocimiento. Planeta, 1986. 287 pp.
BARTHES, Roland. El grado cero de la escritura. Seguido de nuevos ensayos críticos. Siglo XXI Editores, 2009.248 pp.
CHUMACERO, Alí. El sentido de la poesía y otros ensayos. Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), México, 1999. 150 p.
GADAMER, Hans George. Poema y diálogo. Gedisa Editorial, 2004. 159 pp.
MONTAIGNE. Ensayos escogidos. UNAM, 1958. 174 pp.
PAZ, Octavio. El arco y la lira. Tercera edición, séptima reimpresión, FCE, 1990. 307 pp.
– El laberinto de la soledad. Quinta edición, FCE. 2020. 176 pp.
GOROSTIZA, José. Notas sobre poesía, Canciones para cantar en las barcas, Del poema frustrado, Muerte sin fin. FCE. México, 1964.
DIGITALES
Entrevista a Evodio Escalante, realizada por Fidelia Caballero Cervantes: https://bit.ly/3QFob5P
[1] Evodio Escalante. Crápula p. 58.
[2] Ídem. Todo signo es contrario. p. 9.
[3] Salmos sueltos. P. 22.