El retorno no ha sido nada fácil, pero Cátedra está de vuelta. He revisado el material publicado y encontrado errores diversos -principalmente en los titulares, que tienen mucho que ver en la organización del trabajo- pero así es el periodismo; por razón natural, no puede esperar revisiones tardadas y meticulosas. Las correcciones quedarán para una edición posterior.
En la ausencia forzada, sin embargo, dispuse de algunos momentos libres no programados para reflexionar en lo publicado hasta el día 26 de Agosto.
Lo que hemos hecho ha consistido, sobre todo, en hacer notar lo que se ignora en la historia oficial publicada en el portal de internet de la UAA para buscar confrontaciones inútiles, sino estimular el interés de la academia por inyectarle calidad, complementar con muchos de los trabajos que los propios docentes de avanzada han publicado en ediciones de la propia Universidad, de tal manera que no se puede ignorar que se cuenta con lo necesario -recursos tanto humanos como materiales- para eliminar lo que estorba y darle objetividad al trabajo.
También he insistido acerca de que mi papel consiste en criticar el trabajo para evidenciar sus errores y omisiones y que no se trata de que yo pretenda imponer mis textos; las correcciones y complementos que se utilicen para que esa historia adquiera la calidad y objetividad que se requieren, deben ser realizados por los especialistas de alta calidad con los que ya cuenta la Universidad.
Por otra parte, es menester precisar que el lenguaje que debe utilizarse en un trabajo de esta naturaleza que está dirigido a divulgar la historia de la Universidad entre el público en general, debe ser lo más claro y sencillo posible.
Por eso aclaré que el hecho de que yo tratara con mayor detalle el tema de la influencia de la filosofía liberal y positiva no tenía por objeto pretender corregir ni complementar el texto, sino atender la inquietud que surgió acerca de las dudas que surgieron en algunos lectores. Y también, por qué no, para evidenciar la forma en que podrían ser atacados temas cuya ausencia es evidente, lo cual se presta a suponer que el propósito podría consistir precisamente en ocultarlos.
Pero volviendo a las dudas que surgieron al respecto, decidí hacer una aportación para explicar de la manera más sencilla que pudiera, en qué consistió la influencia de las doctrinas liberal y positivista en la educación que se impartió en México desde los primeros Institutos de Ciencias fundados en los años veintes del siglo XIX, de la primera reforma educativa de 1833 realizada por nuestro paisano Valentín Gómez Farías y todo su difícil desarrollo hasta las leyes de Reforma y la imposición completa durante la dictadura de Porfirio Díaz.
No lo logré porque tuve que suspender la serie; espero concluir ese propósito ahora que estoy intentando retomarla, para continuar con la labor de crítica durante el siglo XX y lo que va del presente, pero ya sin digresiones porque, repito, mi papel no consiste en escribir la historia sino en criticar la Universidad, que tiene todos los recursos para realizarla porque, francamente, la que en la actualidad se encuentra a la vista es de dar vergüenza.
Finalmente, me refiero al error de forma que cometí al numerar los últimos capítulos relativos al Liberalismo, como parte de la crítica, siendo un tratamiento indirecto del propósito.
Aquí no procedí debidamente, porque continué la numeración como si se estuviera pasando a otro tema. Lo que hago ahora consiste en corregir la numeración de los artículos. Así pues, el número 07 se convierte en 06-A, el número 08 en 06-B y el actual lleva el número 06-C; de esta manera, se entenderá que son parte del tema tratado en el número 06.
Así pues, en el momento en que lleguemos a ese punto continuaremos con el número 07 de nuestra serie que consiste, simplemente, en criticar la Historia oficial de la UAA, con el propósito de que ésta presente una versión sencilla y objetiva pero completa al servicio de la comunidad.