El mundial significa, además de un enorme negocio y un gran acontecimiento deportivo, algo que rebasa al mero deporte o al mismo negocio y que involucra cuestiones nacionales, sociales y casi religiosas. Bien hace notar Barranco que existen notables similitudes entre el fenómeno del futbol global y las religiones contemporáneas. Es claro que cuando millones y millones de espectadores de toda condición vieron en toda clase de dispositivos y pantallas alrededor del mundo el partido de la final, podemos deducir que entre los aficionados y espectadores existe una especie de pasión casi religiosa que acentúa todo tipo de circunstancias que construyen la identidad personal y colectiva de las sociedades modernas. Para bien y para mal.
¿Milagro en Hrvatska? Dicen los propios jugadores que lo que les ha pasado estos años de estar a la altura de los mejores es increíble e inexplicable, porque son un país modesto y muy pequeño, sin jugadores ni clubes caros ni liga millonaria como la premiere o la española. Pero lo visto no es tan inexplicable ni tiene nada de milagroso, porque a sus jugadores les sobra talento y calidad y por eso son terceros después de ser subcampeones. No hay ninguna casualidad. Echando mano de su experiencia y calidad técnica, son un equipo sobrio y bien dirigido, motivado y liderado de modo evidente por el gran niño de la guerra, Modric, y así se impusieron claramente a Marruecos, que jugó tan bien que pudo haber ganado el partido con más tino y mejor suerte. No pudo ser, pero ahí queda la enorme calidad croata frente al equipo revelación del torneo, cuya selección está para cosas grandes en el futuro.
El rey ha muerto. Viva el rey. Porque el futbol no es una democracia ni menos una república, de manera que el nuevo rey se llama Leonel Messi, alias “La Pulga”. Lo es inobjetablemente y por méritos propios después de una larga y fulgurante carrera que lo ha llevado a ganar literalmente todo y que culmina ganando la copa y rompiendo todos los récords. Nos quedamos con su foto, acariciando y besando la copa del mundo, la que más likes acumula en la historia de las redes sociales.
La victoria tiene madre y padres. La nación argentina entera es madre del éxito de su selección por la desbordada pasión con la que sueñan y viven el futbol. Scalloni es padre, desde luego, con una brillante dirección técnica y una sencillez admirable en la victoria. Pero Messi no jugaba solo, como por momentos pareció hacerlo Mbappe en el equipo contrario, pues fue arropado casi en todo momento por un fuera de serie como Angelito Di María en estado de gracia o por el jovencito Enzo Fernández. Pero qué decir de Mac Allister, Paredes o De Paul. O del mismo Martínez, parando un gol casi hecho de Francia en el último momento del partido, que habría cambiado la historia a pesar del pésimo arbitraje. Algunos seleccionados campeones volvieron a demostrar que ser el mejor deportista a veces no alcanza para ser la mejor persona. Destaca otra vez el caso del mismo portero Martínez, simulando un falo con el trofeo al mejor portero en directo, sin rubor alguno y ante los ojos de todo el mundo.
Impresionante por donde se ve la gente en Buenos Aires y toda la Argentina celebrando a su equipo. Cuánto durarían sus proverbiales malos gobiernos si ese pueblo junto con otros, se echara a la calle para defender su libertad con la misma intensidad con la que festeja masivamente el campeonato del mundo.
La derrota es huérfana. También Francia tuvo una brillante dirección técnica, que, ante el pasmo inicial de los jugadores en el primer y segundo tiempo, tal vez pensando que los colores alcanzaban sin jugar, los hizo reaccionar con cambios que consiguieron meterlos al partido y casi ganarlo de no haberse encontrado al mejor portero del torneo en medio. Lástima, porque el joven y discreto portero croata también merecía el título. Pero al final Francia se quedó corta y sin energía, fundida por el enorme esfuerzo. La multiétnica selección perdió el tricampeonato, pero el futbol ganó una de las mejores finales que se recuerden.
Madera de líder. Mbappe es muy joven, pero ya era campeón del mundo y protagonista desde hace al menos cuatro años, así que podrá liderar fácilmente a Francia al menos durante los siguientes mundiales, lo que no es el caso de Messi por la edad que tiene. Y lo acaba de anunciar en redes sociales: “Nous reviendrons”. Nadie debe dudar que, así como hay rey, también hay un príncipe francés. Y no se apellida Borbón.
Sesudos federativos. Tenía que llegar la peor actuación de un seleccionado mexicano en 40 años para que los directivos de la Federación y sus jefes, los dueños de los equipos y las televisoras se dieran cuenta de que Marruecos puede hacer las cosas mucho mejor con trabajo serio a mediano y largo plazo. Y ahora dicen que quieren imitarlo. Vaya genios con la cara más dura.
Así no. Poco antes del final del mundial, Amir Nasr-Azadani, seleccionado de futbol iraní, fue detenido y juzgado sin derecho a defensa ni garantías procesales solo por apoyar las protestas de las mujeres de su país. Podría ser condenado a muerte. Nadie en Qatar parece haberse enterado, porque ni la FIFA, ninguna federación, selección, equipo, técnico o jugador, pero tampoco medios de comunicación o periodistas, levantaron la voz para condenar la sentencia a muerte del seleccionado iraní. ¿Se saldrá la violenta teocracia de ese país con la suya como hasta ahora? Para firmar la petición en contra del castigo y posible ejecución de Azadani: https://acortar.link/kkyIFO
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