- El concepto para las mujeres implica que estén solas para ayudar a sus hijos
- Falta equiparar reparto de actividades al interior de la casa para cónyuges
La concepción de jefatura de familia es muy diferente cuando se trata de los hombres que de las mujeres, pues cuando existe una “jefa de familia” es porque sólo ella se hace cargo de los hijos sin apoyo del cónyuge, en el caso de ellos siempre cuentan con el respaldo y el acompañamiento de una mujer. Sin embargo la posibilidad de las mujeres de salir al ámbito laboral para hacerse cargo de sus familias les ha significado tener un proceso de empoderamiento para ellas mismas y para el género, esto de acuerdo a los resultados de la investigación El empoderamiento de las mujeres. Una revisión de distintas formas de trabajo no asalariado publicado en el 2008 por el Instituto Aguascalentense de las Mujeres (IAM).
El tipo de jefatura de las familias en un factor para el nivel de pobreza que las familias padecen porque desafortunadamente todavía es muy común, que las mujeres que se hagan cargo de sus familias y tengan un nivel educativo más bajo y por ende un menor acceso a recursos productivos, efectivamente pueden conseguir empleo pero de baja remuneración. En Aguascalientes, 19 de cada 100 hogares son conducidos por mujeres y en ellos se encuentran el 15.2 por ciento de la población total del estado.
Esta baja remuneración también tiene que ver con que las mujeres al estar solas, son quienes deben hacerse cargo de las actividades del hogar y de los hijos, por eso ellas eligen trabajos de poca responsabilidad o con horarios muy accesibles para cumplir con sus otras obligaciones.
Ante la incapacidad para cubrir con un solo sueldo la totalidad de sus necesidades, las mujeres jefas de hogar se ven en la necesidad de hacer horas extras, tener más de un empleo, tener además del trabajo asalariado uno informal como lavar y planchar a terceros, hacer comida o labores domésticas. Sin embargo, en una gráfica más adelante en el propio estudio el rubro con mayor porcentaje de mujeres es la de quienes no reciben remuneración y en el caso de los hombres, el mayor porcentaje está registrado entre quienes reciben entre cinco y diez salarios mínimos, que en pesos va de 272.35 pesos hasta 544.7 pesos por jornada laboral.
“La división sexual del trabajo” es una forma de violencia económica que de manera disimulada se ha venido ejerciendo en contra de ellas de manera histórica, una expresión común es aquella de “las mujeres a su casa”, sin embargo en parte por los derechos que ellas tienen como seres humanos y en otra parte por las necesidades económicas de los hogares luego de las crisis económicas, se ha hecho obligatorio que ambos cónyuges salgan a trabajar.
Los niveles de independencia que las mujeres alcanzan al momento de tener su propio empleo pueden llegar a ser contraproducentes al interior de la dinámica de sus hogares porque el hombre al sentirse amenazado por el ingreso de su pareja, puede ejercer otros tipos de violencia hacia ella o abandonarla.
Los procesos de empoderamiento, término acuñado por la sociedad civil a partir de las luchas femeninas por ganarse un lugar en la sociedad, han ido lentos porque son muchos los embates pero sin duda han ido ganando espacio a través de replicar información entre grupos de mujeres que laboran en diferentes sectores e incluso entre quienes trabajan por su cuenta.
Ahora es necesario trabajar más para equiparar las ocupaciones al interior del hogar, pues el hombre sigue siendo más responsable de las cuestiones del exterior mientras que las mujeres tienen todavía a su cargo todas las cuestiones del hogar.
