El golf es un deporte que requiere de amplios espacios para poder realizarse. Por ello, se han construido diversos campos que cuentan con características específicas, enfocadas en la práctica idónea de este deporte. Estos espacios se caracterizan por sus amplias áreas verdes y zonas lacustres, muchas de ellas artificiales.
Si bien los campos de golf tienen ciertos beneficios, es necesario resaltar que también representan un problema actualmente. La principal razón por la que estos espacios deportivos han sido cuestionados es su impacto ambiental, pues su cuidado y manutención requiere de una enorme cantidad de recursos, los cuales gracias a la explotación desmedida, cambio climático y contaminación, han comenzado a escasear.
Impacto ambiental de los campos de golf
En México, existen poco más de 200 campos de golf. Gran parte de ellos se ubican en zonas costeras y tropicales, pues se asocian con el turismo en esos lugares. No obstante, también existen otros de estos espacios deportivos en zonas poco adecuadas para su manutención, como las zonas centrales o áridas del país, los cuales requieren de enormes cantidades de agua para el riego de sus áreas verdes y la manutención de sus lagunas artificiales. Esto ha provocado conflictos de desabasto para la población, pues mientras estos campos tienen acceso garantizado a los recursos necesarios, miles o millones de personas en estos mismo lugares han sufrido carencias de agua.
Además, es necesario mencionar que muchas veces estos espacios son construidos en zonas no urbanizadas, provocando deforestación de áreas naturales y afectando negativamente a la fauna y flora nativa. En el sureste de nuestro país, se ubican varios campos de golf en las zonas de manglares, los cuales son un ecosistema sumamente necesario para el equilibrio ambiental. Además de la biodiversidad y la manutención de los campos acuíferos que resguardan los manglares, también son una protección natural contra huracanes, la cual se pierde cuando se reemplazan por espacios llanos.
Existen casos donde los campos de golf sirven para disminuir el impacto causado por los seres humanos, en lugar de incrementarlo. Por ejemplo, se han construido en zonas contaminadas o en minas, ayudando así a la recuperación de terrenos que quedarían inutilizados o representarían un riesgo ambiental. De la misma manera, cuanto estos están diseñados para conservar la fauna local, pueden servir de hogar para numerosas especies animales e incluso funcionar como zonas de transición para aves migratorias.
Desigualdad en el acceso a los campos de golf
Es necesario tener en cuenta que los beneficios de la práctica deportiva en estos campos suelen ser exclusivos de los sectores sociales con mayor poder económico. Los campos se ubican frecuentemente en zonas turísticas o donde habitan personas con un alto nivel de ingreso, los cuales además cobran cuotas por el acceso y uso de los mismos. De esta manera, son también un ejemplo de desigualdad y exclusión.
El golf es mundialmente un deporte de gran impacto económico, sin embargo está lejos del nivel de penetración social que tienen otras prácticas deportivas, como el fútbol. Históricamente, ha sido asociado únicamente con una élite económica, social y política, por lo cual frecuentemente este deporte funciona como un espacio de exclusión hacia otros sectores.
En conclusión, los campos de golf suelen ser una fuente de numerosos perjuicios ambientales para la sociedad en su conjunto, mientras que el disfrute y los beneficios son mínimos y exclusivos de las personas favorecidas económicamente. Aunque pueden funcionar como impulsores económicos a través del turismo y — en ciertos casos — como refugio para especies animales, lo cierto es que generan varios problemas ambientales, los cuales son insostenibles en el contexto actual.