Cuando nació Emma su madre tenía sentimientos encontrados, ella la amaba en lo más profundo de su corazón, pero su padre quería ya un varón, y nació una niña… Cuántos gritos de desprecio hacia la pequeña Emma, y cuantos gritos de reclamo hacia la asustada madre.
El padre de Emma quiso golpearla, pero su amorosa madre no lo permitió era una bebé tan frágil, tan pequeña, un manotazo de ese hombre la hubiera llevado al hospital.
Emma nació en un pequeño pueblo de Veracruz era considerada con su madre y hermanas mayores y era la personita que estaba dedicada al cuidado de su hermano menor, adoración de su padre, si el niño lloraba, su padre se le iba a golpes a Emma, prácticamente todo era motivo para que golpeara a Emma, todavía ella apenas con 10 años de edad. Cierto día una persona de Aguascalientes visitaba el pequeño pueblo, y conoció la casa de Emma, ese día ella estaba tirada en el piso después de la golpiza que su padre le había propinado, la señora de Aguascalientes ofreció llevársela para que fuera su sirvienta a cambio de darle casa, comida y una vida tranquila.
Su vida transcurrió en una casa ajena a lo que había conocido hasta entonces, todo era nuevo, pero la niña se tuvo que adaptar, hacía lo mismo que en casa, y la única comunicación que tenía con su familia eran los teléfonos públicos, que, dicho sea de paso, ya casi están en extinción y el medio por los que se fue dando cuenta de los fallecimientos de su padre, de su madre y así de la familia hasta que sólo le quedó una hermana, que la sigue procurando.
En Aguascalientes hizo amigas que se convirtieron en su familia y con el tiempo tuvo novios, hasta que se casó con un hombre viudo, que la trataba con respeto y la llevó a vivir a un lugar para formar un hogar, Emma no fue a la primaria, no tuvo educación formal, ella, solo tuvo capacitaciones para aprender a barrer, trapear, hacer la comida. Ser una trabajadora de la casa fue lo que la sacó adelante.
Emma cuando va al mandado no lleva bolsas, al cabo allí le dan, ella exige que se separe su mandado en varias bolsas, y al llegar a su casa, saca el mandado y las tira. Ella ignora que hay una huella ecológica e hídrica, ni ha escuchado esas palabras. Si te atreves a decirle que no es correcto, te dice que no te importa, si ella no se mete en tu vida.
Emma no tiene depósito para guardar agua, así que se ha hecho de varios botes de 20 litros cada uno, en sí tiene 10, como en su colonia el agua llega sólo unas horas, entonces ella está a las vivas para llenar sus botes, si al final del día no utilizó algo de agua de la que guardó, entonces la tira, para volver a hacer su ritual a la mañana siguiente, así sea en la madrugada.
Emma le da de comer a los gatos, se le ha dicho que si se les alimenta y no se esterilizan se van a reproducir sin control, pero como su marido piensa que a los gatos machos no se les debe de cortar nada de su aparato reproductor porque se atenta contra su virilidad, entonces no se les esteriliza. Ella no hace nada que su marido no esté de acuerdo.
Emma usa unicel, es una gran manera de ahorrarse la fatiga, ya han sido muchos años de trabajar en casa, y como el unicel es muy barato, de vez en cuando lo usa para no tener que lavar.
Emma tira basura en la calle, dice ella que hay más personas que van a limpiar como ella limpia lo de otras personas.
Ella no tuvo hijos, a veces lo lamenta, otras veces ya se le ve resignada.
Ella ha ido a los ejercicios del trueque, pero dice que no le hace falta nada, que todo lo tiene.
Emma vino a casa, le avisaron que su esposo murió, ella no sabe hacer trámites, no tiene dinero para un entierro. Ella se deja llevar por las personas y los familiares de su esposo que le apoyan.
Emma contamina, pero ella no tuvo educación, ha sufrido todas las pérdidas de las personas que ha querido, e incluso la de su padre que manifiesta, ha perdonado.
Nuestra protagonista dentro de todo vive una vida sencilla, sin lujos, no va a tiendas departamentales, no tiene tarjeta de crédito, vive al día, pero es feliz, cumple sus compromisos y ayuda a la gente y a los animales.
¿Qué le exigirías a Emma que cambiara en cuanto al cuidado del medio ambiente?, ¿qué serías capaz de recriminar a esta mujer? ¿Crees que ella tiene una huella de carbono más grande que la tuya?
Somos muchas personas, empresas, constructoras, tomadores de decisiones que no tenemos excusa. Podemos hablar con Emma, pero no exigirle, pero a las autoridades, a los padres y madres de familia con educación formal, a las y los educadores, a todas esas personas es nuestro deber exigir que no seamos parte del problema, sino de la solución.
A veces pensamos que ya es por demás alzar la voz, pero como dice la canción “habrá que creer…”